NARCOTRÁFICO
Identificaron tres organizaciones criminales en la frontera
Un grupo de universidades paraguayas contribuyeron en una investigación para detallar los mecanismos de terror y acumulación del miedo del tráfico ilegal en ciudades al límite con Argentina y Brasil.
Operación Ferro.
La Secretaría Nacional Antidrogas de Paraguay (Senad) informó en septiembre de 2019 la captura en Pilar de dos narcotraficantes argentinos contra los que pesaban sendas notificaciones rojas de la Interpol.
Operación Ferro. La Secretaría Nacional Antidrogas de Paraguay (Senad) informó en septiembre de 2019 la captura en Pilar de dos narcotraficantes argentinos contra los que pesaban sendas notificaciones rojas de la Interpol.
Frontera. Pequeñas embarcaciones en la desembocadura del río Paraguay en el río Paraná, a pocos kilómetros de Pilar y frente a la ciudad argentina de Paso de la Patria, Provincia de Corrientes. Archivo personal de Juan A. Martens.
Una reciente investigación paraguaya identificó “tres organizaciones lideradas por personas de la región de Pilar, pero con relaciones cercanas o asociaciones del otro lado de la frontera en Argentina”. Al límite de Paso de la Patria, Corrientes, los investigadores señalaron cómo funciona la gobernanza criminal en la ciudad de Pilar y sus implicancias en el narcotráfico.
La marihuana, los cigarrillos, la cocaína y las armas son mercancías comúnmente traficadas desde Ciudad del Este, Saltos del Guairá y Pilar hacia Brasil y Argentina. Esas tres ciudades paraguayas fueron el foco de este estudio, enmarcado en la línea de investigación sobre la violencia y sus actores, y publicado en idioma inglés en la revista Dilemas.
Fue desarrollado por el Departamento de Criminología y Seguridad de la Facultad de Ciencias, Tecnologías y Artes (Fcta) de la Universidad Nacional del Pilar (UNP). Se sumaron otros investigadores de las Facultades de Derecho de la Universidad Nacional del Este (UNE), con sede en Ciudad del Este, y la Universidad Nacional de Canindeyú (Unican), con sede en Saltos del Guairá. Durante los últimos años se dedicaron a documentar el paso ilegal de mercaderías entre Paraguay, Argentina y Brasil.
Detallaron que los clanes familiares identificados en Pilar explotan el tráfico de marihuana, cocaína y cigarrillos a la Argentina. También, que existe una compleja red de “combustibleros”, un grupo de comerciantes cuya actividad principal es la extracción, almacenamiento, distribución y venta ilegal de combustible diesel de buques mercantes que navegan el espacio compartido del río Paraguay hacia o desde el Río de la Plata.
Para el movimiento nacional e internacional de estos productos, cada uno de los grupos cuenta con una compleja red de cooperación, conformada por actores estatales y privados, cuyos vínculos van desde lo local y los gobiernos departamentales hasta el ámbito nacional, permitiéndoles desarrollar sus negocios. La logística desplegada para el contrabando de cigarrillos a gran escala, aclararon, facilita el envío de la mayoría de los demás productos.
Justicia
La investigación fue firmada por Juan Martens, Roque Arnaldo Orrego, Ever Villalba, Ricardo Veloso, Luís González y Francisco Delgado. Realizaron una serie de entrevistas para determinar el funcionamiento de los grupos armados.
En Pilar, un funcionario de justicia reconoció que el esquema de involucramiento policial y militar es similar a la de Saltos del Guairá y Ciudad del Este, ya que tanto la marina como la policía reciben una entrada de efectivo, que se distribuye en varios niveles. Los demás entrevistados, ya sean del sector institucional o del mercado criminal, coincidieron en ese punto.
En una entrevista realizada el 3 de abril de 2021, el funcionario dijo: “Yo solo era una golondrina tratando de marcar la diferencia al no involucrarme en recibir lo que decían que era mi derecho (dinero recaudado de los jefes en el área). ¿Qué más podría hacer si tienen toda la estructura en su favor? Es una forma de decir que no todo está podrido dentro del Estado paraguayo”.
Mecanismo
Para el grupo de investigación, estos relatos y experiencias revelan que los mecanismos son similares en las tres ciudades fronterizas analizadas, y que existe una relación entrelazada entre actores, empresas e intereses públicos y privados, que permiten la supervivencia de un mercado criminal.
Además, más allá de la narrativa oficial, consideraron que existe la convicción de que algunas economías locales dependen de actividades ilícitas o actividades cuyas fronteras entre lo legal y lo ilegal son borrosas, y que la persecución indiscriminada, como lo ordena la ley, dejaría desempleada a una gran parte de la población. “Por eso, también no solo colaboran para que continúe el mercado ilícito, sino también defienden públicamente la actividad y sus actores”, lamentaron.
De este modo, varios mecenas son líderes comunitarios, colaborando constantemente con los actores sociales y actividades religiosas, así como la participación en obras de interés social o de bien común. En las afueras de Pilar y otras ciudades, notaron que ayudan a grupos necesitados o vulnerables que pueden verse afectados por situaciones trágicas, como la muerte y enfermedades graves.
“Además de generar miedo, existe una especie de dependencia y tolerancia, según explica un miembro del Ministerio Público, quien dijo que en quince años de trabajo nunca encontró a nadie que testificara contra cualquiera de ellos”, indicaron en el trabajo “El terror y la acumulación social del miedo”.
Límite
Pilar se ubica en la margen izquierda del río Paraguay, en la confluencia con el arroyo Ñeembucú. Durante el proceso de consolidación del Estado paraguayo, fue una de las principales vías de acceso y conexión a Buenos Aires. Tiene una población de 33.000 habitantes.
En la región existen cinco pasos autorizados para el cruce legal hacia Argentina, donde funcionan los servicios de transporte público. Sin embargo, en este estudio citaron la identificación de otros 11 puertos, utilizados para la descarga de mercancías y combustibles de los barcos que atraviesan el río Paraguay.
El departamento de Ñeembucú y su capital, Pilar, son reconocidos a nivel nacional por su tranquilidad y bajos índices de violencia letal, sin asesinatos, desde hace unos años, a diferencia de las otros dos ciudades fronterizas estudiadas. Sin embargo, algunos delitos son recurrentes en los recuerdos de los entrevistados cuando se trata de hacer frente a las acciones de grupos organizados dedicados al comercio ilícito.
“Este tipo de eventos son excepcionales, pero tienen la capacidad de contribuir a una acumulación de miedo y una sensación de impunidad”, dijeron Martens y su equipo de investigación.
Centros logísticos
“Los grupos criminales que operan en Saltos del Guairá, Ciudad del Este y Pilar, capitales departamentales fronterizas con Brasil y Argentina, están conformadas por clanes familiares, mafias — incluyendo la mafia policial— así como grupos penitenciarios de Brasil o Paraguay y los empresarios, quienes, sin estar vinculados a alguno de estos grupos, se involucran en actividades ilícitas, aprovechando las oportunidades que estas ciudades ofrecen para el mercado criminal”, aseguraron.
“Ciudad del Este, Saltos del Guairá y Pilar funcionan como centros logísticos para el transporte internacional de productos ilícitos o de contrabando.
Sin la cooperación de los políticos y el poder económico, el crimen organizado no tendría posibilidades de éxito en estos territorios”, manifestaron los investigadores.
“El tráfico de marihuana, cocaína y armas es común en las tres capitales departamentales, como lo es el uso del negocio de contrabando de cigarrillos como una forma de camuflar el cargamento de drogas, armas y otros bienes. Ninguno de estos grupos busca confrontar elementos del Estado, sino infiltrarlos e incorporarlos a su red de poder e influencia, especialmente aquellos vinculados a las fuerzas de seguridad”, añadieron.
Ciertamente, insistieron en que las fuerzas policiales y militares conocen y/o participan de alguna manera en el movimiento internacional de mercancías en las tres ciudades paraguayas. “La presencia permanente y continua de estos grupos criminales que han venido operando en la frontera desde hace al menos 30 años y la impunidad de sus actos han producido una acumulación de miedo entre los habitantes y las autoridades, que ya han interiorizado el consejo fronterizo de ‘ver, escuchar todo y callar para evitar problemas’ cuando se trata de la negocios operados por estos grupos, garantizando así la continuidad de sus actividades”, concluyeron.
Control
Según este trabajo, los militares operan exclusivamente en el río Paraná y la porción de tierra ribereña donde tiene jurisdicción la Prefectura General Naval de Paraguay. Aquí es donde están ubicadas las infraestructuras que permiten cargar la mercancía en los buques que luego hacen el tránsito por el cruce internacional. Su control territorial es absoluto, señalaron los investigadores, en la medida en que controlan el número exacto de los viajes que realizan las distintas canoas y embarcaciones, así como las cajas que llevan.
Para este propósito, los mandos militares ordenan el despliegue de soldados en embarcaciones oficiales en las áreas portuarias para registrar el control correspondiente. Ejercen su poder institucional ante cualquier intento de quebrantar las normas que imponen.
Los que llevan el nombre de las nacionalidades de sus jefes, como las mafias de los chinos, japoneses y bangladesíes, ejercen presión sobre sus compatriotas y se especializan en la expedición de documentos de identidad paraguayos, desde actas de nacimiento y cédulas de identidad, hasta pasaportes.
El temor de los agentes de justicia y de seguridad, así como del público en general, es de represalias en caso de que sus acciones vayan en detrimento de los intereses de los grupos que operan en sus ciudades. Los casos de asesinatos, descuartizamientos, magnicidios, atentados, traslados y destituciones de funcionarios como jueces, fiscales y policías, ya sea por colaborar con el aparato de justicia o por realizar trabajos que ayudaron a desmantelar estas redes, permanecen frescos en la memoria de los entrevistados.
Un oficial uniformado, citado en el estudio, recuerda que felizmente dio a su superior inmediato un relato completo de la dinámica de un grupo que opera en la ciudad donde trabajó. Al día siguiente recibió información de que su principal informante, cuya identidad su jefe había solicitado, había sido emboscado y asesinado por sicarios.
La interacción por conveniencia o negociación política, de acuerdo con Martens y su equipo, se da de la misma manera en todas las ciudades. En los tres casos se encontró que gran parte de la actividad de la región fronteriza está habilitada por la cooperación del personal policial y militar, ya sea del ejército o de la marina, que son responsables de custodiar la frontera, en condiciones similares a las observadas en otras localidades de Latinoamérica.
Academia
Anteriormente, en Pilar y Saltos del Guairá, documentaron la existencia de redes delictivas organizadas y comercio fronterizo vinculado al tráfico de marihuana, cocaína, armas y cigarrillos a la Argentina, en el primer caso, y a Brasil, en el segundo. Además, en Pilar el “combustiblero” es un oficio que se ejerce de forma pública y sistemática.
Como comerciantes fronterizos, disfrutan de algún grado de tolerancia social e institucional, y la represión estatal puede incluso provocar reproches públicos.
En los últimos años, investigaciones empíricas utilizaron marcos analíticos, como el concepto de ilegalismo postulado por el teórico francés Michel Foucault, y propusieron lecturas del fenómeno de la triple frontera entre Paraguay, Brasil y Argentina desde una perspectiva antropológica y criminológica, identificando el uso o la no utilización de los mecanismos legales como una de las formas de gestión territorial.
Lunes, 25 de julio de 2022