SUPERLIGA
Fin de ciclo: Gustavo Alfaro se despidió de Boca en Rosario
Gustavo Alfaro camina lento mientras mira las tribunas, rumbo al banco de suplentes donde dirigió su último partido como entrenador de Boca, ese dragón futbolístico que, si no se doma con todas las armas posibles, devora a cualquiera.No es un escenario desconocido. El Gigante de Arroyito fue su casa en 2009 por un puñado de partidos.
Llegó como el gran salvador, incluso con el mote de "el técnico que va a sacar campeón a Central", y solo fue decepción. El mismo escenario marcó su salida como entrenador de Boca, luego de once meses de conducción con un total de 50 partidos y un balance de 27 victorias, 16 empates y apenas 7 derrotas. En otro club podrían considerarse número muy buenos, pero insuficientes en un Boca que tenía un solo objetivo primordial: la Copa Libertadores. Tenía que saltar la valla de River en la semifinal, y falló.
Alfaro entró en el Gigante con un saco azul, camisa celeste y manos en los bolsillos. Así se asomó por la manga. Casi sin levantar la vista caminó hacia los bancos y recibió un fuerte rechazo de los hinchas de Central. El DT y su cuerpo técnico se instalaron en un banco y repentinamente fueron al otro; llegó Diego Cocca, se saludaron y volvieron a cambiar. Una vez mas, estuvo en el lugar equivocado.
Antes de empezar, Rinaudo corrió treinta metros y lo abrazó con profundo afecto. Ante las cámaras de televisión, no dudó: "Es el final de un proceso. Trataremos de dejar a Boca puntero", declaró antes de su último partido en el banco del club al que llegó en enero, con la misión de un Boca herido por la derrota de la final copera en Madrid, que se había cobrado la salida de Guillermo Barros Schelotto.
Casi como un espectador acompañó el andar de su equipo con las manos en los bolsillos con algunas pocas indicaciones. Por momentos pidió tranquilidad, insistió con De Rossi para que se convierta en eje. El gol de Ribas marcó los estados de ánimo de ambos equipos. En la medida que el partido ganó en temperatura, Alfaro pedía "juntos y presión", porque Central llegaba con claridad e intensidad. En la segunda parte, reclamó varios fallos del árbitro Diego Abal.
Tras la derrota, dejó la cancha con gesto resignado. Ante la prensa, insistió: "Me voy tranquilo, fue un año difícil. La política se metió en el medio y eso repercutió en el sentimiento del equipo. Me voy de Boca, pero no por una declaración. Soy un agradecido por el apoyo del hincha. Fue una experiencia maravillosa haber estado en Boca. Es un momento en el que hay que estar tranquilos. Los balances se hacen después, los hará Boca y lo haré yo". En cierto modo, ya había empezado a decir adiós en aquella semifinal frente a River; la caída en Arroyito terminó por sellar el final de un ciclo.
Por: Pablo Casazza
Lunes, 9 de diciembre de 2019