MATÍAS ZARACHO
“Voy a seguir siendo un pibe humilde tenga o no tenga plata”
El joven mediocampista abrió las puertas de su casa de Wilde, donde vive con su familia. Sus orígenes, el sueño cumplido de ser campeón con Racing y un futuro promisorio de Selección.
“La gente que me conoce sabe el sacrificio que hice para llegar a este momento. Por eso me salió de adentro del alma lo que dije después del partido con Defensa y Justicia. Mi familia se emocionó también.
Desde la avenida principal, a pasitos del arroyo Las Piedras, hay que caminar un puñado de cuadras para llegar al hogar de la familia más popular del barrio. La que abre las puertas de su intimidad y muestra toda su hospitalidad. Ahí mismo, donde empezó a escribirse esta historia, la de un pibe del conurbano que cumplió con su sueño. El que despierta la admiración de cada vecino. Con esfuerzo, sacrificio y amor propio, Matías Zaracho no sólo es figura y campeón con la camiseta de Racing. No se trata apenas de uno de los volantes con mayor proyección en el fútbol argentino, recientemente convocado para jugar en la Selección. A los 21 años, por encima de todo, es un joven educado, con valores y un futuro que no tiene techo.
Entonces, en el living de su casa, Juan De Dios y Aída Valentina sonríen con orgullo. Porque ese chico que charla mano a mano con Clarín es el producto de tantas mañanas y tardes al pie del cañón. La de un padre con ocho hijos que se repartía entre su trabajo en la Municipalidad y las changas. La de una madre que acompañaba estoica, a sol y a sombra. Por eso el Negro, como lo llaman sus compañeros, lloró hace tres semanas, cuando la Academia se consagró en Victoria. Fueron lágrimas genuinas, espontáneas. Pero recién ahora, entre esas cuatro paredes que reflejan cada momento de su infancia, logró explicar qué sintió el 31 de marzo.
“La gente que me conoce sabe el sacrificio que hice para llegar a este momento. Por eso me salió de adentro del alma lo que dije después del partido con Defensa y Justicia. Mi familia se emocionó también. Acá todos veían cómo me iba a entrenar cada mañana o cada tarde. Me decían: Vos vas a llegar, dale para adelante. Y eso me daba ganas de seguir. Se me vinieron muchas cosas a la cabeza. Por eso lloré mucho”, cuenta Zaracho. A su espalda, hay dos camisetas enmarcadas, la de su debut en diciembre de 2016, de la mano de Facundo Sava, y la de su participación en el Sub 20 que se disputó hace dos años en Ecuador. Cuadros que reflejan, en definitiva, esta carrera que lo impulsa a las grandes ligas.
-¿Cómo era un día de la infancia de Zaracho?
-Iba al colegio, entraba a las 7 de la mañana y salía a las 3 de la tarde. Me iba antes porque no llegaba a los entrenamientos. Venía a comer a casa y me tomaba el 293 a dos cuadras de casa. Había que salir con tiempo porque el colectivo podía estar lleno y, tal vez, no me paraba. No sabía a qué hora podía llegar. A veces tardaba mucho porque paraba en todos lados. Por eso cuando jugábamos a la mañana en el club, tenía que salir a las 5 y media, 6 de la mañana. Salía muy temprano.
-¿Nunca llegaste tarde?
-Una sola vez, en Octava División. Fue cosa mía... Estaba lloviendo mucho y le dije al profe: "No se va a jugar, ya fue". Y al ratito, paró de llover. Entonces, tuve que salir corriendo. Llegué cuando todos estaban mirando el video. Me cagaron a pedos.
-¿Y eras estudioso?
(Dice la madre) “Tenía buenas notas”. Y confiesa el mediocampista: “Me llevé tres materias en todos los años que estuve en el colegio. Mi mamá me decía estudiá o estudiá. Me juntaba con mis compañeros a hacer la tarea. Me las rebuscaba.
Zaracho es valorado en Wilde. Todos acompañaron su crecimiento. “Acá en el barrio hablo con todos. Soy respetuoso. Sólo me voy si me molesta algo. Escuchaba consejos. Y si me servían, los tomaba”, cuenta.
-¿Qué consejo te marcó?
-Todos los que me decían que no deje, que tenía un futuro enorme en mis pies. Yo siempre hacía caso.
-¿Cuándo te diste cuenta que podías ser jugador de fútbol?
-Desde siempre. Jugaba en la calle con mis amigos que vivían acá enfrente o con mis primos. Después, arranqué a jugar en el club Barrio Futuro. Hasta que me fui a Estrella del Sud. Iba a jugar en cancha de siete a Colinos, Amistad y varios clubes que me llamaban. De tanta emoción que tenía por la pelota, yo iba. Me retiré del baby en Racing y arranqué en cancha de once.
-¿Nunca jugaban en el potrero por dinero?
-A veces. Hacíamos torneos relámpagos. Acá hay mucho talento y gente grande que jugaba un fenómeno, te lo dicen en el barrio y cuando lo ves en la cancha de tierra te das cuenta que no exageran. Una vez ganamos un costillar. Fue lo máximo.
Monchi Medina y Carlitos Iglesias vieron en Zaracho un diamante en bruto y lo pulieron en el predio Tita. Aunque hubo una situación que pudo haber cambiado el rumbo de su vida, incluso del último clásico de Avellaneda, el que terminó con la memorable corrida de Lisandro López y el gol del tractor (Chacho dixit) nacido en Wilde. El Negro estuvo cerca de fichar con Independiente, ni más ni menos.
“Nunca había jugado en cancha de once, pero había un señor que me volvía loco. Me decía: Vamos que te llevo a probar a Independiente. Me insistió tanto que acepté. Y me llevó. Pero me dejó sentado en Villa Domínico. Estuve un rato largo, nadie venía a hablarme, hasta que me cansé y me fui. Por suerte”, dice. Y rememora su grito postrero en el último derby: “Ese fue mi primer clásico en su cancha. Me decía Licha después del gol: Menos mal que llegaste vos porque se me hacía cada vez más chico el arco. Cuando Licha agarró la pelota, arranqué. Estaba detrás de todos, casi en nuestra área. Y llegué con lo justo, no daba más... Habíamos corrido un montón”.
-¿Creés que ese fue el partido clave para encaminarse al título?
-Esa fue una gran victoria, nos ayudó para despejar cualquier duda y ganar el campeonato. Necesitábamos salir airosos de la cancha de Independiente y conseguimos un triunfo bárbaro.
-El Chacho dijo "vamos por más". La vara quedó alta.
-Vamos por otro objetivo, claro. Si no es la Copa Superliga, será la Libertadores el año que viene.
-¿Y vas a estar en 2020?
-No sé cuánto tiempo más voy a estar en Racing, pero me gustaría quedarme a jugar la Copa.
Fanático de la cumbia santafesina, amigo del intérprete Sergio Torres, Zaracho camina para la producción de fotos en la plaza del barrio y en la morada de su abuela, Marta, que se emociona cuando abraza al más famoso de sus nietos.
-¿Cómo hacés para que no te mareen las luces de la fama?
-Vengo de una familia humilde, tranquila, ellos me enseñaron buena educación y siempre soy así. No intento mostrar que soy más que nadie. Tengo perfil bajo y soy humilde. Hablo con toda la gente, no me interesa quién sea, a todos los trato por igual. Voy a seguir siendo un pibe humilde tenga o no tenga plata.
Así es Zaracho. Un pibe que superó las adversidades, que todavía no llegó a la cúspide, pero vive un gran momento y no se agranda. Campeón en el fútbol, campeón en la vida
Domingo, 21 de abril de 2019