Claudio María Domínguez
¿CONOCES ESTAS PERLAS DE JUAN PABLO II?
Amigos queridos, queremos compartir con ustedes estas perlitas de sabiduría que el querido Juan Pablo II nos ha dejado. Valiosísimos mensajes de unidad y amor para reflexionar en familia.
*Un gesto afectuoso, una señal de atención y de cortesía, pueden ser una ráfaga de aire fresco en lo cerrado de una existencia, oprimida por la tristeza y el desaliento.
*Los padres deberían hacer crecer a sus hijos en un estilo de vida sencillo y austero, enseñándoles que el hombre vale más por lo que es que por lo que tiene.
*Procura hacer un poco de silencio en vuestra vida, para poder pensar, reflexionar y orar con mayor fervor y hacer propósitos con más decisión.
Hoy resulta difícil crearse zonas de desierto y de silencio; estamos continuamente envueltos en el engranaje de las ocupaciones, en el fragor de los acontecimientos y en el reclamo de los medios de comunicación, de modo que la paz interior corre peligro, y encuentran obstáculos los pensamientos elevados que deben cualificar la existencia del hombre. Es muy importante nutrirse del silencio.
*El trabajo más importante no es el de la transformación del mundo, sino el de la transformación de nosotros mismos.
*Para servir verdaderamente a la paz, la libertad de cada ser humano y de cada comunidad debe respetarse. Hay que saber respetar las ideas de los otros aunque sean muy opuestas a las nuestras. Hay que saber escuchar y luego discernir, pero desde el respeto. La transformación del mundo comienza “hoy” en vosotros y verán cómo inmediatamente el mundo se transforma en torno nuestro.
*La vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de la concepción. Desde el primer momento de su existencia, el ser humano debe ver reconocidos sus derechos de persona, entre los cuales está el derecho inviolable de todo ser inocente a la vida.
*El respeto a la vida es fundamento de cualquier otro derecho, incluidos los de la libertad.
*Todo ser humano, desde su concepción, tiene derecho a nacer, es decir, a vivir su propia vida. No sólo el bienestar, sino también, en cierto modo, el ser mismo de *la sociedad, dependen de la salvaguardia de este derecho primordial. Si se niega al niño por nacer este derecho, resultará cada vez más difícil reconocer sin discriminaciones el mismo derecho a todos los seres humanos.
*La acogida, el amor, la estima, el servicio múltiple y unitario -material, afectivo, educativo, espiritual- a cada niño que viene a este mundo, debería constituir siempre una nota distintiva e irrenunciable de los cristianos, especialmente de las familias cristianas; así los niños, a la vez que crecen “en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres”, serán una preciosa ayuda para la edificación de la comunidad familiar para la misma santificación de los padres.
*La familia es la base de la sociedad y el lugar donde las personas aprenden por vez primera los valores que les guían durante toda su vida. Los padres tienen derechos y responsabilidades específicos en la educación y la formación de sus hijos en los valores morales, especialmente en la difícil edad de la adolescencia.
*Ningún hombre puede eludir las preguntas fundamentales: ¿qué debo hacer? ¿Cómo puedo discernir el bien del mal? La respuesta sólo es posible gracias al esplendor de la verdad que brilla en lo más íntimo del espíritu humano.
Domingo, 26 de agosto de 2012