OPINIÓN
Día de los Enamorados: ¿Qué se festeja?
14 de febrero es el Día de los Enamorados o simplemente San Valentín, una festividad de origen cristiana que se celebra en conmemoración a las buenas obras realizada por ese santo de Roma relacionadas con el concepto universal del amor.
Sobre esta festividad y su relación con la sexualidad opinó para Télam la Lic. Analía Urretavizcaya, psicóloga y sexóloga egresada de la Universidad Favaloro.
Por Analía Urretavizcaya
Llega el 14 de febrero y no hay quien no piense para sí: ¿Festejo?, ¿Festejamos? Y a continuación: Mm.. ¿Estoy enamorado?, ¿Qué es el amor? Mm.. ¡Ok, festejemos!. ¿Cómo?: cena, sexo, bombones, flores, un regalo, un peluche, un juguete...Y ¿Quiénes festejan?: dos, tres, cuatro, varios... ¿Dónde? hotel, swinger, tu cama o la mía, la de siempre.... ¿Se puede amar a más de uno a la vez? Mm.. ¿Yo o mi identidad virtual? entonces... selfies, memes, sexting.
Uf! ¡Cuánto más fácil hubiera sido definir y festejar en los tiempos de Romeo y Julieta!. Pero no existía el Día de los Enamorados. Había balcones altos y linajes enfrentados, doncellas y caballeros y si con todo eso la cosa progresaba había descendencia asegurada...para rematar.
Sin embargo, aún hoy, en tiempos de post amor romántico, la experiencia amorosa da a la vida intensidad y trascendencia.
Encuentro, declaración y sexo. Tres condiciones esenciales que no pueden faltar, porque es el Día de los Enamorados, no de "los amigos con derechos", ni de "no sé que me pasa con vos", ni de, después de 30 likes y 20 conversaciones por whatsapp, "un día de estos tomamos una cerveza y nos conocemos". Hay que marcar una diferencia: es 14 de febrero!
Podemos empezar respondiendo a las preguntas: ¿cómo se conocieron?, ¿cuándo uno le dijo al otro te amo? y ¿cómo se llevan en la intimidad?.
El amor comienza con un encuentro contingente, azaroso, un momento que se recuerda como el de haber caído fulminado, sorprendido, una novedad. Algo diferente sucedió, tal vez me causaron risa sus chistes o me avergoncé de coquetearle, o no pude dejar de mirar...una sensación de riesgo, de aventura, un capricho perseverante, algo incómodo, inseguro...amenazante. A veces no se sabe bien qué fue pero en el calendario de la vida aquel día, aquel momento, figura en rojo. No es solo el comienzo, también importan la duración y el proceso.
Luego sigue con una declaración, en algún momento la palabra viene a ordenar el caos de la pasión y "te amo" marca el salto al abismo. Justo antes de caer en el vacío hay una respuesta y entonces la experiencia de "a uno" se convierte en experiencia de "a dos". Hay un reconocimiento que compromete, no es vana repetición de seducción sino un stop, un hito, algo que liga.
Y finalmente, para sellar la ligadura viene la prueba material de todo acontecimiento amoroso: el encuentro de los cuerpos. Liberarnos, desnudarnos, renunciar a todo pudor y entregarnos al éxtasis del cumplimiento del deseo sexual es el broche de oro. Y no es que no haya sexualidad antes del "te amo" en los enamorados, sino que el amor mejora al sexo. Un cuerpo enamorado admite el acceso a la totalidad de su ser, confía, se afloja, fluye y se fusiona. Permite explorar y ser explorado, trazar huellas nuevas en la piel de ambos, tatuar sensaciones que serán evocadas una y otra vez conformando así el mapa del amor.
Entonces lo que festejamos es esto: el encuentro, la declaración y el sexo con amor.
El champagne simboliza la efervescencia del burbujeo constante de cuerpo extasiado, las flores la belleza efímera de lo que se marchita si no se cultiva, los bombones la dulzura y la ternura de la carne amorosa, los globos el aire contenido antes de la explosión del orgasmo, y el regalo o la sorpresa es la extravagancia del amor.
(*) Psicóloga y sexóloga.
Miércoles, 13 de febrero de 2019