MUSICA
Cómo es "El ruiseñor, el amor y la muerte", la resurrección del Indio Solari
Salió el quinto disco del ex cantante de Los Redondos junto a los Fundamentalistas del Aire Acondicionado, la creación que lo alejó de "Mr. Parkinson" para volver a ser inmortal. POPULAR escuchó el nuevo álbum y este es el veredicto.
La música sana toda enfermedad. Es transmutadora de cuerpo-mente-alma. Reductora de daños. Alimenta siempre a barajar y dar de nuevo, pase lo que pase. Incluso cuando la oscuridad toca la puerta y se sienta al lado para convertirse en la nueva compañía.
"Mr. Parkinson", metáfora que él mismo soltó a sus fieles en el recordado show en Tandil para hablar de su enfermedad, se puso cómodo junto al Indio Solari después de pisarle los talones. Y llegó para quedarse. Pero no para apagar su música. "Donde hay dolor, habrá canciones", lloró el Indio en "Bebamos de las copas lindas", temazo de su segundo disco Porco Rex.
Ya no hay escenarios, ni los habrá (al menos es la sensación que quedó después del trágico show en Olavarría). Pero las canciones no mueren ni morirán siempre que haya sentimientos. Y el Indio volvió a aparecer en escena con sus sentimientos convertidos en historias musicales desgarradoras que sacudieron los átomos de los fanáticos como un tsunami.
Luzbola, el estudio de grabación del ex Redondos, fue el hospital que recuperó y transformó al Indio en Protoplasman (seudónimo que eligió para el CD). Que lo alejó de "Mr. Parkinson" por un tiempo para volver a ser inmortal, y dejar inmortalizado su quinto material solista junto a sus Fundamentalistas del Aire Acondicionado: El ruiseñor, el amor y la muerte, el primer disco después de esa maldita enfermedad que se convirtió en su compañía.
Unas 15 canciones repletas de la esencia pura del ex Redonditos, versión solista. Siempre adoptando la fórmula y el concepto de canción, sin demasiadas vueltas. Palo y a la bolsa, como de costumbre. Sumado a las ya clásicas máquinas, sintetizadores, pistas, que desde Último Bondi a Finisterre enamoraron a Solari y se hicieron piel en cada creación que vino después.
Y esas melodías desgarradoras y poesía inconfundible, como frutilla del postre de su música -así definió el Indio en alguna vieja entrevista con Pergolini a las melos de voz y letras, cuando explicó que es el último paso que da al momento de componer-. Los climas de El ruiseñor, el amor y la muertevarían, como el universo mismo. Sube y baja, se expande, todo el tiempo.
Carlos Solari tiene ese don divino de pasar -tanto en la melodía como en la lírica- de expresiones alegres y esperanzadoras a oscuras, lúgubres, viscerales con una facilidad de otro planeta. Y el combo, equilibrado por cierto, conmueve. Siempre conmueve a los que disfrutan de sus gemas. El Indio te lleva a la risa y a las lágrimas en el mismísimo acto, en cuestión de segundos. Genera esa dualidad en todo cuerpo ricotero.
Este quinto disco solista volvió a ser el reflejo de este multiverso de sensaciones. "Pinturas de guerra", "La oscuridad", "El callejón de los milagros", "El ruiseñor, el amor y la muerte", "El tío Alberto en el Día de la Bicicleta", "Canción para un terrorista bonito", "La pequeña mamba", "La moda no es vanguardia", "A bailar que no hay infierno", "La ciudad de los encandilados", "Ostende Hotel", "Panasonic el mundo a sus pies", y "El que la seca la llena"; son los 15 títulos que componen esta nueva creación del Indio. El disco de su resurrección...
Viernes, 27 de julio de 2018