Ayer había hasta tres cuadras de cola para agradecer o pedir trabajo.
Con música y pirotecnia, abrió el santuario de San Cayetano
“Es mi compañero desde que tengo uso de razón”. El hombre que lo dice tiene algo más que fidelidad al santo. Hoy es su cumpleaños 79 y, claro, su nombre es Cayetano. Cayetano Salazar. “Vivo en Martínez y siempre camino desde allá hasta acá. Esta vez tardé más en llegar, cuatro horas”, sonríe, mientras arrastra los pies, cansado pero entero: “Tal vez sea por mi nombre, pero nunca me faltó trabajo, no tengo más que agradecer”, dice Cayetano y mira a San Cayetano.
Desde anoche a las 00.00, el santuario de Liniers abrió las puertas para que miles de fieles pasen y vean o toquen, y agradezcan o pidan al Santo de la Paz, el Pan y el Trabajo.
Antes, cerca de las 22, hubo música y fuegos artificiales como si fuera Navidad. Para estar con el Santo había tres cuadras de cola en dos filas: una para verlo y la otra para amarrarse a su efigie.
“Cuando hay trabajo la mayoría viene por la acción de gracias”, comenta al pasar uno de los curas que recorre la cuadra de la calle Bynon y bendice a los fieles que esperan sentados en su reposera, a puro mate. Ahí, a metros de la entrada al templo, aguarda su turno la familia Michel. “Es una emoción entrar y agradecer y festejar que tenemos trabajo”, sintetiza Alberto, que se acerca todos los 7 de cada mes desde hace 23 años. “Me marcó el despido de 4.900 compañeros en la fábrica donde todavía trabajo. Fue allá por el ‘90”, recuerda abrazado a su nieta Priscila.
Horacio López y su esposa Rosa también llegaron para agradecer. Pero no ayer. “Vinimos el 15 de julio, estamos en una carpa, nos vamos turnando. Es enorme nuestra fe”, dice Horacio, o reza, mientras acaricia una estampita.
Martes, 7 de agosto de 2012