Facundo Arana
No le escapa al debate y opina de aborto y feminismo
Luego de la polémica en que quedó involucrado por decir que la mujer se realiza cuando es madre, responde las críticas y no se calla nada.-
Llegó muy temprano a la playa, como todos los días. A las 8, Facundo, María y sus tres niños arriban cada mañana a ese balneario ubicado apenas antes del Faro, en Mar del Plata. A esa hora hay poca concurrencia en ese lugar donde el mar abierto impera y las olas llaman a surfear. Ahora ya es el mediodía y todavía el silencio, acompañado del rugir del agua, suena. Algunas voces, pocas. Tal vez más tarde, con más gente llegue más ruido. Pero ellos ya se habrán ido.
Pide un balde con agua en el bar de la playa, le traen una frapera y entonces con el contenido helado se moja la cabeza antes de posar para la cámara. Como hace su personaje en la obra, cuando se aventura a hacer fotos de un puente de Madison y antes se refresca. Como si el personaje lo hubiera poseído. Pero no, hora es él, Facundo Arana, quien invita a charlar en el deck sobre la arena, cerca de la orilla.
Ahora es él y no Robert, el fotógrafo de la National Geographic que seduce a Francesca (interpretada por Araceli González) en Los puentes de Madison, de martes a domingos en el teatro América.
“No sé leer música, pero toco. No estudié, pero me encanta dibujar”, enumera. También escala, surfea... Hizo cumbre en el Aconcagua y luego, en el Everest (en el marco de la campaña de la donación voluntaria de sangre). Cuántas pasiones, le señala esta cronista. “Y gracias a Dios me pude dedicar a todo”, asegura. Pero se dedica especialmente a actuar y su lugar, hoy, es un escenario. “Soy entretenedor y contador de historias”, se define.
“No todas las personas nacieron para tener una familia”, dice su personaje en la obra que protagoniza junto a Araceli. Pero en su vida real, Facundo elige tener una. Allí están la modelo María Susini, su mujer, y sus hijos: India (9) y los mellizos Yaco y Moro (8). También su suegra y un tío. Los presenta uno por uno. Tuvo propuestas para hacer televisión este año, pero aún no sabe si se van a concretar. Si no se dieran, qué importa, dice. El tiene un proyecto superior a cualquier otro. Y cuando dice eso, se refiere a su familia.
-¿Cuál es tu rutina en Mar del Plata?
-Termina la función y me voy volando a casa. Cuando llego, los chicos ya están durmiendo y yo como algo. A la mañana, a las 7 suena el despertador. Con María queremos que nuestros cachorros tengan una rutina acorde a su edad. Ellos tienen su clase de surf a la mañana y después, de skate.
El y María también surfean. “Estamos en sintonía”, define.Y claro, a las tres de la tarde ya están de vuelta en Rumencó. “Ahí los chicos andan en bici, hacemos rancho, tomamos mate, charlamos... Es muy lúdico todo y es muy divertido formar parte de eso”, dice.
Algunas respuestas las piensa. Inclina su cabeza y se toma unos segundos. “El mundo hoy está muy complejo. Veo mucha susceptibilidad, mucha violencia”, expresa. Y llega el momento de hablar de lo que generó con sus dichos hace pocos días, cuando se refirió a su ex pareja Isabel Macedo: “Yo estoy muy feliz por ella, estoy feliz cuando una mujer se hace madre porque ahí es cuando realmente se realiza”, había expresado. Y sus palabras recibieron unas cuantas críticas: una de las más fuertes, de parte de la actriz Muriel Santa Ana, quien como parte de su réplica, confesó haberse practicado un aborto.
-¿Ahí ves la susceptibilidad?
-Salieron a hablar de violencia de género, del aborto y del feminismo. Bueno, carajo, pará, ¿yo qué dije? Que le mandaba un beso muy grande a alguien que fue tremendamente importante en mi vida y que creo yo que se realiza como mujer y como ser humano, porque encontró el amor y puede ser madre. Sí, se realizó. También se realizó en otras cosas antes, con su carrera, pero ¿hace falta que lo aclare? Me di cuenta que no hace falta que aclare nada: yo no permití que eso se convirtiera en una lucha mediática de tontos. Me corrí.
“En mi casa no hay problemas de machismo o feminismo. En mi casa somos todos iguales. Lava los platos el que está más cerca de la bacha o el que tiene ganas. Y todos tenemos ganas. ¿Cuál es el problema? Yo no puedo sentarme a debatir con gente que tuvo declaraciones más desafortunadas que las mías, al criticarme”, explica. “Mis declaraciones no fueron desafortunadas, sino la edición que hicieron en Twitter. Tengo 45 años y yo pienso lo que quiero. No le doy mucha pelota”, asegura.
-¿Tenés una posición tomada con respecto al aborto?
-Para mí una vida está dentro de un terreno sacro, pero creo que hay que debatir sobre la legalización del aborto, porque hay que analizar cada caso. Para entender eso, no sigo a las que son feministas de pacotilla, sino a las de verdad, como Florencia Etcheves y fue ella la que retuiteó un video en el que Favaloro habla de la necesidad de la legalización del aborto. Y digo qué bueno cuando hablan los que saben. El feminismo debería cuidar que su brazo fundamentalista no se lo coma. En el medio de todas las barbaridades que dijo, Muriel está pidiendo hablar de la legalización del aborto. Entonces, hablemos. Qué importa que lo haya planteado del modo que lo hizo, si lo que está pidiendo está bien. Después la cosa cool de “te apoyo, acá es la fila para abrazarte”... Andá a c... Hablemos de las cosas serias, lo de fondo. El feminismo es mucho más que cuatro minas con 50 trolls escribiendo barbaridades.
“Por más que cuides tu casa, el polvo entra y hay que barrerlo”, es la metáfora con la que resume los hechos. “Es que soy actor”, justifica ante la observación de que ya otras veces quedó en el centro de cuestiones mediáticas. “Voy entendiendo el juego”, explica.
Tema Julio Chávez: “Lo de Farsantes (Canal 13, 2013) lo dejé atrás en el minuto uno. No me sentía cómodo en mi lugar de laburo y cuando eso pasa me voy a la mierda”, afirma. “Fue la única vez en la que me sentí absolutamente incómodo y me fui. Si el resto quiere salir a cacarear al respecto y llenar páginas, allá ellos. Yo mis páginas las lleno con otras historias”.
Tema Araceli. “Con ella tuvimos desencuentros, intercambios de opiniones. Pero la obra no se puede hacer si no te entregás a los brazos de la persona que tenés enfrente, porque estamos todas las noches mirándonos a los ojos. Y yo la tengo que matar de amor y ella a mí. Entonces si estuviera pensando que ella es una pelotuda, no lo podría hacer. Y ella no es una pelotuda. Es un encanto de mina y nos divertimos mucho”, confiesa. “No tenemos un problema entre nosotros y los que teníamos, estaban en el ámbito del laburo, no fueron problemas personales”, agrega.
Facundo, a su paso, es muy amable con todos. Se deshace en agradecimientos. Hay muchos nombres que se le vienen a la cabeza cuando piensa en quiénes le abrieron puertas para ir cumpliendo metas.
“La suerte es un segundo, es una chispa, no una llama. Y a veces la dejé pasar. Otras, no”, dice a propósito de ese factor que también le posibilitó llegar a ser quién es. “El viento no sopla toda la vida a favor”, agrega.
-¿Recordás alguno de esos segundos de suerte que no dejaste pasar?
-El momento en el que me crucé con un saxofonista en el subte en Corrientes y Callao y me invitó a tocar con él. Y yo en vez de salir corriendo, lo seguí. Y eso me decidió a ir a buscar mi estación. Y a partir de ahí fue un antes y un después.
Su estación fue la de Pueyrredón, en la línea D, y él tenía 20 años.
Otra chispa de suerte fue cuando Betiana Blum lo invitó a estudiar teatro con ella. “Ella fue a tomar masajes con mi mamá. Y yo estaba ahí, con mi linfoma, complicado. Mamá le cuenta sobre mí y que me gustaba actuar”, recuerda Facundo. “Después Betiana me avisó de un casting en Canal 13 y fui”, repasa y a partir de ahí inició un camino ascendente. “Yo soy un profundo creyente”, afirma a la hora de reconocer quiénes y qué lo ayudaron a transitar ese recorrido. Y por eso da gracias a Dios.
Cuando habla de su linfoma se refiere al mal de Hodgkin que padeció a sus 17 años, cuando cursaba quinto año. “Mi mamá se dedicó a dar masajes bioenergéticos, digitopuntura y shiatsu. ¿Sabés cómo empezó? Haciéndome masajes en los pies, cuando me daban quimioterapia. Cuando vio lo que provocaba en mí, se puso a estudiar e hizo un carrerón. Antes, había sido jugadora de hockey”, cuenta sobre esa mamá que probablemente esta temporada pase unos días por Mar del Plata y disfrute de sus nietos. Su papá fue camarista. “De pinche a juez, toda la carrera”, resume sobre su padre, que fue abogado y dio clases de Derecho Marítimo, y falleció hace un año. “Un hombre intachable. Siento enorme orgullo por él”, asegura el único hijo varón, hermano de tres mujeres (una cantante lírica y maestra de piano, otra es fotógrafa y la tercera es “una anticuaria preciosa”, que vive en Ginebra).
En su primera temporada de teatro en Mar del Plata, Facundo asegura estar disfrutando de esa combinación de trabajo y familia que pudo lograr. “Estoy viviendo un presente que es un sueño”.
La obra que hace con Araceli
"Es una historia que al que no le pasó, le pasaría”, dice el actor acerca de esta pieza que plantea “algo que aparece y te rompe la cabeza”. El 13 de abril se estrenó en Buenos Aires Los puentes de Madison (basada en la novela de Robert James Waller, que tuvo su versión cinematográfica, hace más de veinte años, dirigida por Clint Eastwood). El mismo elenco que debutó allí, se presenta en el teatro América de Mar del Plata, en la ya emblemática esquina de Luro y Corrientes. Un bello relato, lleno de poesía, que provoca que gran parte del público aplauda de pie al finalizar cada función. Esta puesta dirigida por Luis Romero tiene como protagonistas a Araceli González y Facundo Arana. “Una historia de amor puro”, define Facundo. Completan el elenco Alejandro Rattoni, Lucrecia Gelardi y Matías Scarvaci.
-¿Qué tenés de tu personaje, Robert, fotógrafo de la National Geographic?
-Me gusta mucho viajar, ver distintas realidades, caminar descalzo en la arena caliente, me gusta preguntar, entender. Y eso es la materia prima del fotógrafo
Domingo, 14 de enero de 2018