CINE NACIONAL
Ricardo Darín
"Me entristece que me pidan ser candidato". El protagonista de La Cordillera habló sobre su nuevo personaje y la relación entre su nueva película y la sociedad argentina
Hernán Blanco llegó a la presidencia de la Nación con la etiqueta de "un hombre común", etiqueta que también suelen ponerle a Ricardo Darín , el actor que lo interpreta en la película La Cordillera(que se estrena el próximo jueves), por sencillo y buena onda, por ser de esos pocos actores que no dejan que la fama ni el Oscar se le suban a la cabeza. En la película, Hernán Blanco demostrará que ese sayo, el de hombre común, no le cabe a cualquiera. Jurará que nadie llega a ser presidente si no ha visto el mal de cerca "al menos un par de veces" y enseñará de a poco el lobo que hay debajo de toda piel de cordero.
En la vida real, Darín hace de cuenta que es un hombre común, pero en general, y sin necesidad de "ver el mal de cerca", no puede con su genio. "Hola, qué tal, soy Ryan Gosling", dice con la mano extendida y, ante la mirada confundida de esta cronista, su interlocutora, continúa: "No me reconocés porque me acabo de someter a una cirugía estética y tengo la cara hinchada, pero soy yo". Un hombre común quizás no empezaría así una conversación. Pero él es Ricardo Darín.
Como una House of Cards versión cumbre de países latinoamericanos, La Cordillera (que en inglés se tradujo como The Summit, es decir, La Cumbre) propone un paralelismo inevitable entre el hombre y el presidente que conviven en el personaje de Hernán Blanco. ¿La cordillera se trepa o se atraviesa? ¿Cómo se llega a la cumbre? ¿Cuál es la cumbre? El bien y el mal dialogan en todas las decisiones de un presidente que quiere subir. ¿Puede ser honesto con su país quien no lo es puertas adentro? Algo de eso, expresado con mucha poesía a través de los sinuosos caminos de la Cordillera de Los Andes, nos pregunta esta película. Con las actuaciones de Dolores Fonzi, Erica Rivas y Gerardo Romano, más un elenco internacional integrado por Christian Slater, Elena Anaya, Paulina García, Alfredo Castro y Daniel Giménez Cacho, La Cordillera se estrenó este año en el festival de Cannes en la sección Une Certain Regard.
A dos días de las elecciones primarias abiertas simultáneas y obligatorias (PASO) para votar a los que serán candidatos a una banca en el Congreso, Ricardo Darín habla de cómo fue ponerse en el papel que, por su compromiso con la actualidad del país y su claridad a la hora de expresar ideas, muchos han querido y pedido para él: el de presidente.
-¿Qué sentís cuando la gente te pide como candidato?
-Me entristece un poco. Porque habla claramente del nivel de desesperación en el que muchas veces nos encontramos [risas]. No. Creo que eso es una broma o es una cosa que se puede decir así nomás al pasar, no porque me parezca que está fuera de la órbita de los seres humanos. Es decir, tenemos casos al alcance de la mano, por qué no, un ciudadano común... Pero creo que para eso necesaria e ineludiblemente tiene que haber una voluntad de ir hacia ahí, y eso está muy lejos de mí.
-¿Cómo fue ponerte en el rol de presidente?
- Para los actores, que nos propongan y nos empujen a ser otros, siempre es divertido. Cuando se trata de un personaje del calibre de un mandatario, te ponés un poco nervioso porque no sabés si vas a dar la talla. Porque hay cuestiones protocolares, formales y demás, que tener en cuenta. Pero estuvimos más enfocados en otro aspecto de los personajes que es la línea emocional de estos tipos. Esta es una historia que ocurre en cuatro días con mucha presión externa e interna, entonces lo que más nos preocupaba era cómo se comportaba este personaje dentro de esa situación.
-¿Qué cosas tiene de Mauricio Macri este presidente?
-Yo creo que nada. Yo quiero creer que nada. Alguien podrá establecer una comparación por los ojos claros, canoso... Yo bailo mucho mejor que Mauricio, pero muchísimo, algún día si tenemos la ocasión te lo voy a mostrar [risas]. Pero no tiene nada que ver con él. Pasa que esta es una historia, por supuesto que cada uno tiene la libertad de hacer asociaciones libres con lo que quiera porque de eso se trata, pero es una historia en la que creo que la cabeza del espectador, por su propia historia, por su información, por sus tendencias, por sus posiciones políticas, ideológicas o partidarias, cada espectador va a tener el derecho y la habilitación a redefinir algunas cuestiones que aparecen en esta película e interpretarlas como les parezca, eso está fuera de nuestro alcance, no ha sido deliberadamente buscado es decir, en ningún momento pensamos ir detrás de una asociación de esas características pero sabemos que puede pasar y va a pasar, de hecho ya está pasando.
-Sin anticipar demasiado, la película muestra los manejos de cada mandatario en busca de intereses que van contra sus respectivos países. Y de pronto parece que los crímenes contra la Patria son menos oscuros que otro tipo de crímenes. ¿Estamos acostumbrados?
-Ha corrido mucha agua abajo del puente y hay como un adormecimiento. Es como lo que nos pasa cuando asistimos a tragedias ajenas y sentimos que la única manera de conectar con lo que le está ocurriendo al otro es imaginar qué pasaría si nos pasara a nosotros. La patria, ya que usaste el término y está muy bien aplicado, para muchos es una abstracción, entonces cuesta que la mirada y el alcance de nuestro entendimiento llegue hasta ahí. El familiar, el amigo el vecino, quien está cerca es alguien que está mucho más al alcance de nuestra mano y quizás ese sea el motivo por el que, injustamente, nos pega más fuerte.
Viernes, 11 de agosto de 2017