REPORTAJE
Karina Mazzocco, intimidad de una mujer audaz
"Cada vez le doy más importancia al sexo". La conductora se entregó a un mano a mano, en el que habló a fondo sobre el amor, la sexualidad, su pasado de femme fatale y mucho más.
A contramano de lo que muchas veces la sociedad quiere imponer, Karina Mazzocco asegura que a partir de los cuarenta comienza "la miel de la vida" y ella, a sus 47, resulta la prueba más fehaciente de su mantra.
Segura de sí misma, firme en su carrera, feliz en lo personal y -hay que decirlo- dueña de una belleza que impacta, la mujer que hace veinte años supo romper prejuicios y tabúes sexuales al frente del ciclo De a 2 le explica a Ciudad en exclusiva por qué disfruta tanto de esta etapa.
"Las mujeres llegamos a los 40 con muchos prejuicios de lo que pueda pasar porque hay una cosa social instalada de que a partir de los 40 nos transformamos en veteranas, nos ponen una medallita y nos dicen 'listo, gracias por los servicios prestados'. Pero de verdad creo que a partir de esa edad empieza una segunda parte de la vida, que es alucinante: ya sabés lo que querés, lo que no, vas por tu sueño, en muchos casos pudiste armar una familia, estás establecida, tenés tu independencia económica, etc. Esos fantasmas y temores se corren de lado y una puede ser en esencia. Por eso digo que es el punto caramelo de la vida, donde estamos a punto de la cabeza, del corazón y de todos lados", sostiene.
Este presente "a punto caramelo" la encuentra al frente de Pura Vida (lunes a viernes, 9 hs. por TV Pública), el ciclo con el que regresó a la televisión en 2016 después de cuatro años de ausencia: “Deseaba mucho volver, pero quería regresar haciendo algo en donde me pudiera sentir cómoda. En estos años hice radio, seguí en los medios. ¿Pero viste que cuando no estás en televisión parece que no existís más? ¡Te dan por muerto si no hacés televisión, estás desaparecida en acción! Ahora me da mucho placer el programa. Es distinto, como una isla en medio de la pantalla: habla de servicios, solidaridad, valores, es un contenido nutritivo y para nada nocivo. No te vas a enterar de los problemas familiares de Diego Latorre, pero sí te vas a encontrar con un montón de otras cosas, a las que el resto de la televisión no les da lugar”.
- Al estar en la TV Pública, ¿no sentís la presión del rating?
- No, porque se trabaja en pos del contenido y no del número. Pero quiero ser clara: a mí me gustaría medir más, porque realmente me gustaría que la gente elija ver un contenido de este tipo, me gustaría tener más auspicios, que los empresarios decidan invertir, como lo hace el Estado, en contenido y no en número de rating.
- ¿Sos competitiva?
- Mucho, mucho. Por eso te digo que con el tema del rating, yo estoy con el cuchillo entre los dientes lista para dar batalla, no hago la plancha por estar en la TV Pública.
- Hace ya veinte años que arrancaste en los medios, es todo un número...
- ¡Es un re número! El otro día iba caminando y pensaba ‘qué bien me llevo con la fama que tengo’. No me molesta. Desde chica soñé con estar en los medios, si bien no sabía bien de qué manera, estoy donde siempre quise y tengo una fama que no incomoda. Voy por la calle, la gente me saluda y me pide autógrafos.
- ¿No te incomoda la atención del público?
- No, para nada. Al comienzo de mi carrera, cuando tuve un par de años de ebullición y de mucha popularidad, realmente no la pasaba bien. Me sentía un poco asfixiada, invadida, me daba impresión ir a un shopping y que la gente se me viniera encima. Por eso te digo que estoy cumpliendo veinte años de camino andado y estoy en un momento de mucho disfrute de lo construido.
- ¿Cómo recordás tus comienzos en De a 2?
- Fue muy revolucionario. Era un programa que tenía una fuerte dosis de erotismo pero a la vez se hablaba todo por su nombre, muy formal, con una especie de bomba sexy, que era yo, hablando de todo eso en el momento y en el lugar indicado. En el país teníamos muchas ganas de abrirnos y de hablar de esos temas. Era muy potente.
- Recién te definiste como una bomba sexy en el arranque de tu carrera, ¿cómo te sentías en ese rol?
- Pasé por todas las emociones. En un momento me sentí muy incómoda, la pasaba pésimo porque todos querían ponerme en bolas en producciones sexies, aceitada, sin nada de ropa o como mucho con un hilo dental. Y yo decía ‘pero es demasiado, con todo lo que yo digo, encima esto”. En esa parte no la pasaba bien, me costó el papel de súper hembra erótica. Después, me empecé a llevar un poco mejor en la época en que hice teatro de revista, donde traté de empezar a disfrutar más de ese cuerpo y de toda esa impronta que venía conmigo. Pero más tarde fui buscando otro camino… Hoy no me da melancolía esa etapa porque me incomodaba estar en ese lugar. Estuvo bueno como un comienzo, una irrupción total en los medios, pero la verdad es que ahora estoy mucho más cómoda.
¿Aprendiste mucho sobre sexualidad al frente De a 2?
- Sí, ¡un montón! (risas) Muchas cosas las puse en práctica y había otras que decía 'no, gracias, paso' (risas). Fue un programa muy de vanguardia incluso porque se hablaba mucho de las preferencias sexuales de cada uno. Mientras dos personas, o las que sean, estén de acuerdo dentro de un cuarto en hacer lo que quieran hacer, está bueno. Ese tipo de mensajes los di en De a 2, y es hermoso. Muchas veces se quedan con 'la mina que hablaba de sexo', pero la verdad es que yo rescato que además de hablar de sexo hablé de derechos que hoy están ganados pero que en ese momento ni se vislumbraban.
- ¿Y vos le das mucha importancia al sexo en este momento de tu vida?
- Sí, ¡cada vez más! (risas). Obvio, la vida es sexualidad pura desde el momento en que nacemos hasta el último instante de nuestra vida. Lo que pasa es que está instalado que la gente tiene vida sexual hasta determinada edad y después te jubilás, ¡y no! Uno se va enterando de cosas y está buenísimo, hay que vivirlo plenamente. En este momento de mi vida, es muy importante.
- En todos estos años no se te conoció ningún romance con famosos, ¿hubo alguno y no nos enteramos?
- Ehh… Siempre hay...siempre hay cosas que uno no dice. Y hay otra cosa muy importante: nadie se entera si vos no querés que se enteren. Así que cuando te enterás, es porque los protagonistas quisieron que te enteres. Pero se pueden guardar secretos.
- Hace doce años estás en pareja con Omar El Bacha, papá de tu hijo Malek. ¿Existe algún secreto para mantener una relación feliz?
- ¡Uy! ¿Tenemos tiempo? (risas) Ya hace doce años que estamos juntos. Me parece que tenemos la fortuna de habernos encontrado en un momento de la vida en el que ya los dos habíamos andado y los dos habíamos trastabillado. Entonces, nos agarró más maduros y eso hace que uno sea menos impulsivo y que hay un autoconocimiento de ambos. Tenemos problemas, crisis y agarradas como cualquier pareja, pero estamos muy enamorados y enamorados de nuestros proyecto familiar. También tenemos mucha suerte, que la suerte es un carro que hay que empujar… ¡pero el carro lo tenemos, que es lo importante!
- Con tantos años de pareja, ¿qué visión tenés de la fidelidad?
- Por lo que veo, es algo difícil de mantener. Pero en ese sentido soy muy chapada a la antigua, muy sigo XX. Me gusta la vida en pareja, la defiendo, me encanta convivir porque está todo bien y estamos enamorados. En un par de años… veremos (risas).
- En un caso hipotético, ¿perdonarías una infidelidad?
- Hace 15 años que vengo estudiando la filosofía budista y uno de sus grandes preceptos te invita a que vivas el presente y no especular. Si yo respondo esto, te diría que sí o que no, pero hay que estar. Hay que estar en ese instante, ver qué sentís, qué le pasa al otro, un montón de cosas. Esa filosofía, que es mi filosofía de vida, me invita a estar conectada con lo que pasa hoy. Y después veré, si llega esa situación, veré qué hago. Es lo más sano.
- ¿Cómo sos como mamá?
- Como le debe pasar a todas las madres, obviamente quiero ser la mejor mamá del mundo, darle su espacio, que sea un chico sano y feliz. Todo quiero para Malek. Lo que trato de hacer es enseñarle todo el tiempo lo que a mí me hizo y me hace bien, de invitarlo permanentemente a que él sea en plenitud, que sea buen pibe con los demás, que no haga lo que no le gusta que le hagan e insisto mucho para que hable de sus sentimientos. Muchas veces le digo que no y ahí me dice que soy la peor mamá del mundo (risas). Me la tengo que bancar y ahí pienso ‘bueno, hiciste bien si te dice eso significa que le marcaste la cancha’, y me tengo que mantener firme.
- ¿Y tu marido te acompaña?
Nunca vi un hombre tan presente y cariñoso con su hijo. Eso me enamora mucho. A veces le tengo que marcar la cancha a él a la hora de los límites. Pero anda muy bien en ese aspecto. Malek es lo más importante que tenemos en nuestra vida y somos muy felices. El budismo también me enseñó a valorar esos momentos de felicidad en los que te preguntás ‘¿qué más necesito?’ y la respuesta es ‘nada’. Después, la vida está llena de otras cosas y la felicidad son momentos, a los que hay que estar muy atentos para no perdérselos.
Martes, 8 de agosto de 2017