Un repaso a las historias, rivalidades y controversias que han hecho que los Juegos Olímpicos estén en boca de todos.
Los grandes temas de conversación acerca de los Juegos Olímpicos
Un acontecimiento en el que triunfa la igualdad
Las Olimpiadas han formado nuestra historia moderna y son parte de ella. Los Juegos Olímpicos de Berlín 1936 se planificaron para servir de herramienta propagandista nazi, aunque estas intenciones se dieron al traste cuando el mundo celebró la victoria del velocista afroamericano Jesse Owens.
Tres décadas después, Tommie Smith y John Carlos sorprendieron al mundo con su saludo estilo Black Power en el podio de México D. F. De no haber sido por la prohibición de competir que el apartheid impuso a los deportistas de la antigua Rodesia y Sudáfrica, estos deportistas nunca hubieran participado
Deporte y rivalidad política
La política tuvo mucho que ver en el boicoteo mutuo entre Estados Unidos y la Unión Soviética a sus respectivas Olimpiadas, primero en Moscú 1980 y, posteriormente, en Los Ángeles 1984.
Aunque cabe subrayar que, cuando estos rivales políticos se han enfrentado en las competiciones, se ha producido el drama más tremendo. En 1956, corrió la sangre en la piscina de Melbourne cuando el gran equipo húngaro de waterpolo se enfrentó a sus rivales rusos tras la invasión soviética del país.
Más recientemente, los Juegos Olímpicos de Invierno de 1980, en Lake Placid, se recordarán siempre por el “milagro sobre hielo”, la victoria del equipo estadounidense de hockey sobre hielo frente a la URSS, que se produjo ocho años después de aquella polémica derrota de los estadounidenses en baloncesto en Múnich.
La lucha contra las trampas
En 1988, en la capital surcoreana de Seúl, se produjo tal vez la mayor controversia deportiva olímpica. Las drogas y el dopaje ya habían hecho estragos en el atletismo y el deporte en general, pero en ese acontecimiento, el ganador de los 100 metros, Ben Johnson, fue tildado de tramposo. El canadiense había superado con creces la plusmarca mundial, pero se puso en duda la reputación del deporte.
El escándalo BALCO, que acabó con la trayectoria deportiva de la cinco veces medallista estadounidense Marion Jones, entre otros deportistas, no contribuyó mucho a limpiar la reputación del deporte, pero tal vez los logros de Usain Bolt hayan restaurado la fe.
Los test antidopaje no solo han descubierto a los atletas. Kim Jong-su, el tirador de pistola norcoreano, fue despojado de sus medallas de bronce y plaza en Pekín hace cuatro años al dar positivo en el betabloqueador de propranolol. ¿Pero acaso se enteraron sus compatriotas? Se cree que los medios de comunicación oficiales en Pyongyang nunca se hicieron eco de esta noticia.
Y no son solo los humanos los que dan positivo en los tests. En Atenas en 2004 salieron a la luz los primeros casos olímpicos de dopaje a caballos. Alemania fue despojada del oro en la categoría de salto en equipos a causa de una sustancia que se cree que contenía una pomada con la que se alivió el pelaje irritado de los caballos.
El jinete irlandés Cian O’Connor se convirtió en un héroe de la noche a la mañana al ganar el oro en los mismos juegos. Pero su caballo, Waterford Crystal, dio positivo en un test de drogas antipsicóticas que se suele hacer a los humanos.
Solo en dos ocasiones se ha retirado una medalla por razones que nada tienen que ver con el dopaje. En 1912, el atleta Jim Thorpe perdió dos medallas de oro porque había jugado en torneos semiprofesionales de baloncesto en Estados Unidos, y eso iba en contra de la ética olímpica de solo admitir a deportistas amateur. Pero en 1982, 30 años después de su muerte, se le volvieron a conceder sus medallas.
Cuando ganar lo es todo
En Pekín, el luchador grecorromano Ara Abrahamian tiró su medalla de bronce al suelo y se bajó del podio como protesta a la decisión de los jueces de no concederle la victoria en la semifinal. Roy Jones Junior tuvo un mayor reconocimiento cuando en 1988 fue víctima al pronunciarse los jueces localmente a favor del surcoreano Park Si-hun.
Hay otros que ni siquiera se han presentado para recibir sus medallas. El equipo de baloncesto estadounidense ni siquiera se molestó en ir a recoger su medalla tras perder en 1972 y las medallas de plata siguen guardadas en una caja fuerte en Suiza hasta hoy en día.
Es bastante improbable que el equipo de baloncesto estadounidense sea derrotado este verano, pero seguro que dará mucho de qué hablar en Londres 2012. Esa es tan solo una de las muchas razones por las que 4.000 millones de personas estarán siguiendo el acontecimiento.
Miércoles, 11 de julio de 2012