PASO EN LA TV
Así fue el primer episodio de Las Estrellas
La premisa de Las Estrellas parte de una idea siempre efectiva: juntar a un grupo disparejo de integrantes opuestos que por capricho del destino deben trabajar en conjunto. Las protagonistas son las cinco mujeres Estrella, Virginia, Florencia, Lucía, Carla y Miranda.
Las primeras dos son hermanas de un matrimonio, mientras que las otras dos son hijas de otra madre, y entre los dúos de hermanas la situación es un poco tensa. Virginia es una abogada que suele chocar contra Lucía, de una personalidad fuerte y gran independencia, mientras que Florencia y Carla tienden a ser algo más conciliadoras. El quinteto lo completa Miranda, la Estrella a la que sus cuatro hermanas desconocían y que es fruto de un romance oculto.
Luego de enterarse cada una de ellas de la muerte de su padre, las hermanas cruzan sus caminos nuevamente y no pueden evitar chocar casi instantáneamente. Equivocadamente pensando que no deberán volver a verse, Virginia y Florencia por un lado, y Carla y Lucía por el otro, van a una escribanía para conocer cuál será la herencia que obtendrán. Allí aparece Miranda, la quinta Estrella a la que conocen en ese momento, luego de verla en el funeral sin saber su identidad. Pero la verdadera sorpresa es que las cinco descubren que, para conseguir la cuantiosa herencia de seis millones de dólares que les dejó su padre, todas deberán trabajar juntas en la administración de un hotel boutique. De lo contrario, todo irá a parar a manos de una fundación. Enemistadas, algunas decididas a no aceptar la cláusula mientras que otras consideran prudente trabajar en equipo para obtener la herencia, el episodio termina con las cinco tomando caminos distintos pero con un destino manifiesto en el horizonte: acatar ese último deseo de su difunto padre.
El disparador de la novela es sencillo, pero cumple. Construir una saga familiar que esconde oxidados secretos y viejos rencores que aún amenazan con explotar (porque las madres de todas las Estrellas arrastran su propia historia) es un recurso que permite trabajar todo tipo de conflictos que involucran a personajes muy distintos con los que cualquier espectador puede empatizar. Y ahí se encuentra el primer gran atractivo de la serie: su inmenso abanico de personajes. Cada una de las cinco tiene su propio mundo, sus historias de amor y sus propias metas. Esa amplitud facilita que la ficción tenga un registro actoral de lo más variado, que abarca desde personajes que callan dramas (Lucía), hasta otros que tienen sus inseguridades a flor de piel (Virginia) pasando por algunos cuyos conflictos son disparadores de comedia (Florencia). Con un tono que no busca el costumbrismo, sino reflejar los problemas de un quinteto protagónico enormemente versátil, el primer acierto de la ficción supone el justamente presentar heroínas tan distintas. Apresuradamente algunos podrán encontrar en esta premisa una suerte de clon de Guapas, pero nada más alejado de la verdad, porque a diferencia de esas amigas, aquí los problemas son de otro tenor y las hermanas, lejos de elegirse como confidentes, deberán acompañarse a la fuerza y sin pretender disimular un cariño que no existe.
Otro aspecto positivo de la tira es el personaje de Florencia, la peculiar mujer interpretada por Violeta Urtizberea, que ya se perfila para ser de los ingredientes más representativos de esta ficción. Hay un elemento que la caracteriza de inmediato, y es que ella sufre Tourette, un síndrome que la lleva a insultar compulsivamente en los momentos más inesperados. Ese rasgo, Violeta lo exprime y sabe utilizarlo sin caer necesariamente en un paso de comedia burdo, sugiriendo que Lucía también lucha contra sus propios conflictos y que en la novela su función será mucho más valiosa que la de simplemente hacer reír. El drama de Florencia y el momento en el que sus miedos afloren, probablemente conduzcan a Urtizberea a uno de los picos más altos de su carrera.
Si bien aún es pronto para descubrir si la novela evitará o no caer en ciertos lugares comunes propios de las tiras argentinas, el episodio debut presentó un tema especialmente delicado, y es el de elegir que Miranda (el personaje de Justina Bustos) sea una escort. La más joven de las hermanas es una prostituta VIP cuyo salario, al menos por lo que pudo verse en el primer episodio, ronda en los 300 dólares (un detalle no menor que sirve para comprender de qué forma es presentado ese oficio en la ficción). La manera en que que la serie muestra el mundo de las escort se antoja algo romántico e idealizado, y solo sirve para reforzar una mirada masculina que no se condice con un elenco y un relato conducido por un grupo de mujeres. El peligro de tomar el mundo de una prostituta como si fuera un relato en la línea Mujer Bonita, aplicándole ese tono ligero y despreocupado, puede ser algo contraproducente en el año 2017 y en un momento donde se lucha para no cosificar a la mujer. Según cómo el personaje evolucione a la par de la historia, demostrará si efectivamente ese tono se mantiene, o si la ficción elige sentar las bases para acercarse a ese tema desde una postura mucho más acorde a los tiempos que corren.
Con un rating que en su debut logró picos que superaron los 23 puntos (una marca notablemente alta para una ficción nacional), Las Estrellas se perfila como la gran ficción de 2017. Ahora el desafío es mantener intacto el interés, lograr fidelidad y construir una historia que logre conectar con su público, un objetivo que al menos en su primer episodio, esta ficción pudo lograr.
Martes, 30 de mayo de 2017