AUTOS El hombre detrás de la máquina: la intimidad de Horacio Pagani Nació en Santa Fe hace 61 años. Hoy es el diseñador y el constructor de los mejores deportivos de la industria, bajo la firma que lleva su apellido: Pagani Automobili. Su infancia, su inspiración, el proceso de fabricación, sus autos favoritos, su legado. Un recorrido a fondo por la historia de un hacedor de sueños
Leonardo Da Vinci fue un hombre adelantado a su época. Figura máxima del Renacimiento, fue pintor, escultor, músico, escritor, poeta, maestro, filósofo, ingeniero, inventor, arquitecto, estratega, anatomista, científico. E inspirador de una generación de genios. A uno de ellos le pidieron que contara su historia y recurrió a un recuerdo. Contó que en una revista de su padre había leído sobre Leonardo Da Vinci. Dijo: "Hace más de 600 años atrás, sostenía que el arte y la ciencia podían caminar de la mano". Para él, saber eso fue una epifanía. "Cuando era pibe pensaba: ¿voy a ser ingeniero mecánico o voy a estudiar bellas artes? No encontraba el punto justo en estas disciplinas. Pero el hecho de haber descubierto el mundo de Leonardo -él le dice solo Leonardo- me puso en ruta. Vi que se podían complementar. Y de ahí en más no me interesó estudiar para tener un título universitario. Estudié para aprender, para aumentar mis conocimientos. Fui autodidacta".
Leonardo Da Vinci fue la fuente de iluminación y la musa de Horacio Pagani, diseñador, fabricante, constructor y nombre de los mejores hypercars de la historia de la industria automotriz: creó y dirige la compañía Pagani Automobili, fábrica de los autos más exclusivos del mercado global. Horacio Pagani es argentino, toma mate y dice pibe: "Cuando era muy chico, cuando era un pibe, tenía una gran pasión. Pasión por el arte, por la técnica. José Ingenieros decía que un ideal es como un resorte que te empuja desde el pecho. Como una fuerza interior que te invita a soñar. Para un pibe de Casilda que tenía el sueño de hacer autos… No estábamos en Turín o en Stuttgart, donde se respira y se vive este mundo. Estábamos en un lugar de la pampa húmeda donde había pasión y fiebre de tuerca, pero donde faltaba todo lo demás. En esas pocas revistas que llegaban a mis manos iba descubriendo este mundo, el mundo de Módena, el mundo de los súperdeportivos, el mundo de los Maserati, Ferrari, Lamborghini. Eso iba encendiendo una pasión, un ideal".
Pagani era un pibe de Casilda que tenía el sueño de hacer autos. Su madre era pintora y su padre era panadero; él liberaba su fantasía. Recreaba autos en el asfalto con piedras y ladrillos. Eran diseños, no dibujos. Pasó a moldearlos en cartón o madera balsa. Se los presentaba a sus amigos. A los 15 años había fabricado su primera motocicleta. A los 16, un buggy con mecánica Renault. A los 23, un monoposto de Fórmula 2. Su idoneidad para fabricar máquinas de velocidad revistió la admiración de Juan Manuel Fangio, quien se tomó la molestia de redactar una carta idéntica a cinco destinatarios. Enzo Ferrari, Carlo Chiti de Alfa Romeo, Giulio Alfieri de Lamborghini, Alejandro De Tomaso y Enzo Osella, un preparador de prototipos de F1, recibieron la sugerencia del Chueco, fechada en 1982 y que expresaba: "Tengo el placer de presentarle al joven señor Horacio Pagani, diseñador y constructor con deseos de progresar allí y a quien me permito recomendarle. Vería con agrado que le dieran una mano y, desde ya, le agradezco lo que puedan hacer en su favor".
Giulio Alfieri de Lamborghini le prometió un trabajo que después canceló. La leyenda denota dosis de testarudez y ambición. Por carta le notificaron que su solicitud fue rechazada por la agobiante crisis económica de la automotriz. Horacio tenía 26 años y voluntades indomables. Lo recibieron con incredulidad. "Sí, la recibí, ingeniero. Hágame barrer los pisos. Pero recuerde que vine a hacer el mejor y más lindo auto del mundo". Su crecimiento fue exponencial. El operario de más bajo rango años después de varios años de evolución pidió un crédito para fundar su propia compañía en 1992, en San Cesario sul Panaro, Módena, Italia.
Infobae entró en la cocina de una de las firmas automotrices más distinguidas del globo, en la que flamea en uno de sus mástiles la bandera argentina: "En Pagani, nosotros diseñamos el vehículo completo menos el motor. Nos ocupamos de toda la parte del design, de la estética y de algunas cosas funcionales pero no la mecánica en sí. Eso lo hace Mercedes-AMG. Todo el resto, que son como diez mil partes, lo hacemos en casa. Pero hay muchos momentos. Uno, el de tratar de darle una filosofía al auto, de definir qué carácter, qué personalidad, a qué público va a ir este coche. De ahí en más empieza todo un proceso que requiere años".
"El proceso creativo es fascinante, no solo en el campo del automóvil. A veces pensás tanto y no se te viene ninguna idea, y de repente ¡tac! lo ves pasar adelante, girando. Y cuanto más te concentrás, más lo ves en detalles. Ahí empiezo a dibujarlo. Empiezo a poner las líneas principales en el tablero. Antes lo tenía en la oficina técnica, y ahora lo tengo en la pieza de mi casa. A veces Cristina -su mujer- me pregunta: "¿mañana te vas a despertar temprano?". Cuando le digo que sí, ella se va a dormir a la pieza de abajo. Y yo cuando me levanto puedo abrir las ventanas -tengo una hermosa vista que me inspira- y ahí me pongo a trabajar. Me tomo unos mates y arranco. Busco las líneas principales, las proporciones, las dimensiones. Empiezo así. A veces trabajo con cuatro o cinco transparentes juntos. Los voy moviendo y viendo un poco la parte mecánica y la carrocería. Después me encuentro con mis colegas. Ellos van siguiendo las líneas que fui haciendo. (…) Me van llegando continuamente los rendering -interpretaciones- y yo les devuelvo todas mis observaciones. Y les voy mandando notas: esto más arriba, esto más abajo, el farol correlo más acá, más allá, la trompa, un radio de tres, cinco, uno, cuatro…".
– ¿Cuántos autos hacen por año?
– Digamos que podemos llegar a fabricar 50 autos por año, más o menos. ¿Cuál es el tema? Estos autos están hechos a mano. Cada detalle está hecho a mano. Esto requiere mucho tiempo. Para nosotros aumentar la producción no es hacer una línea de montaje. Para nosotros aumentar la producción significa formar a la gente, preparar a los artesanos, tratar de transmitirle esta pasión, este deseo por la perfección. En el Huayra BC, por ejemplo, las partes brillantes del motor o las suspensiones es aluminio lustrado y lijado a mano. No están hechos por una máquina. Usamos algunas máquinas que tienen un nivel de perfección muy alto. Pero llegan a un cierto punto, después el toque se lo da la persona.
– Fuera de Pagani, ¿cuáles son sus autos favoritos?
– Amo en general al automóvil y a los coches bonitos. Tengo la suerte de tener una colección de autos no Pagani. Hay coches del pasado que se ve que me pegaron y me emocionaron mucho cuando era chico. El Jaguar E-Type de los años sesenta, el Mercedes-Benz 300 SL con las puertas "alas de gaviota", algunos modelos antiguos de Ferrari, el Porsche 917, el Lamborghini Miura, el Countach, todo lo que es Lamborghini me encanta. De los autos más recientes me gusta el Porsche 918, del que tengo uno, y el Porsche Carrera GT. Hablo más del estilo y de la forma que tienen que para usarlos, porque realmente los uso muy poco. Pero siempre fue más porchista que ferrarista. Tiene que ser feo feo para que no me guste un auto. Ahora a veces se copian mucho. No notás tanta diferencia entre algunos autos, pero los supercars son todos lindos. Un Aventador, un McLaren, un Porsche, un Ferrari, todos son autos muy bonitos con una fuerte personalidad. Incluso los autos musculosos americanos: los Mustang, los Corvette. No sé si dinámicamente son la perfección, pero son fascinantes.
Horacio Pagani aspira trabajar hasta los 65 años. Trabaja para que su compañía gana autonomía e independencia. Después quisiera hacer cosas por fuera de la esfera automotriz. Lo conmueve la música, le gusta tocar el piano, le fascina temáticas relacionadas a la salud y la divulgación de enfermedades poco frecuentes. Le encantaría viajar y pasear con sus autos. Y montó en Casilda una escuela de artes y ciencias para que las nuevas generaciones no sufran su desorientación: "Tratamos de transmitir el concepto de Leonardo Da Vinci, la unión del arte con la ciencia. Intentamos darles a los chicos una formación de 360 grados. En nuestra escuela no se estudia diseño de autos. La primera camada de alumnos terminó este año. Y estamos contentos porque vemos que hay mucho talento, chicos que creo que van a tener un buen futuro. No solo trabajando como empleados sino tal vez, y es lo que espero, creando nuevas compañías. El objetivo es tratar de formar designers y empresarios". Tal vez, hacedores como él, un pibe de Casilda que soñaba con hacer autos. Tan simple y tan bestial como eso. Viernes, 12 de mayo de 2017
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