MITOS SEXUALES
La virginidad perdida... ¡arriba de la bicicleta!
En algunos países, aún hoy, se prohíbe a las mujeres andar en bicicleta porque el acto resulta "provocativo" o por temor a la pérdida del himen.
Esto ha generado movimientos de resistencia, pero, ¿cuáles son los mitos que siguen relacionando a esta actividad tan saludable con la pérdida de la virginidad?
Todos sabemos los beneficios que aporta el ejercicio a la salud física y mental. Caminar, nadar, correr, andar en bicicleta, son algunas de las opciones elegidas, ya sea para disfrutarlas solos o en grupos. Todo viene bien a la hora de cuidarnos. Y así como es muy importante chequear el estado de salud cardiovascular antes de comenzar una actividad aeróbica, hay algunas creencias que merecen ser desmitificadas.
¿Usted, señor, se imagina haciéndose un estudio prostático antes de comenzar a pedalear? o ¿podemos imaginarnos a una mamá que le prohíbe a la hija andar en dos ruedas por temor a que el asiento (o sillín) de la bici le haga perder la virginidad? Sin duda parece extraño pensar en estas recomendaciones, sin embargo existen mitos al respecto, tanto que hasta un grupo religioso - en la voz de Ayatola Jamenei, máximo líder de la República Islámica de Irán- ha prohibido recientemente el uso de la bicicleta a sus jóvenes y virginales feligresas por considerar que ese objeto “demoníaco” les hace perder la tan preciada pureza.
En sexualidad existen muchas creencias erróneas que pueden impedir la realización de actividades placenteras, provocando miedos y renuncias varias.
La virginidad controlada
La valoración de la virginidad ya no cuenta con las recomendaciones o prohibiciones de antaño, por lo menos por estos lares de Occidente. Son las jóvenes las que pueden decidir tener relaciones sexuales según sus deseos. Y digo tener relaciones sexuales y no “perder la virginidad” porque ese debería ser el concepto: vivir la sexualidad con otro, y no cumplir con un precepto rígido y patriarcal que aún representa, un “rito de iniciación”.
Andar en bicicleta, o el ejercicio que se realice, lo que único que puede hacer perder son kilos y ganar en salud, y nada tiene que ver con la experiencia sexual. La construcción del mito de la virginidad se basa en la presencia del himen como barrera física y simbólica que separa la dependencia paterna de la dependencia marital, de la pureza infantil a la sumisión adulta. Esta creencia está sostenida por la idea machista y dominante: guardar el tesoro tan preciado de la virginidad para el hombre elegido (por la joven o por sus padres).
¿Qué es el himen?
El himen es una membrana flexible, frágil, que cubre en forma incompleta la entrada de la vagina. Es un resabio embriológico de la membrana cloacal, rico en fibras conjuntivas y elásticas. Esto favorece la dilatación en caso de usar tampones, y permite el paso de la menstruación. Lo más frecuente es que el himen tenga un orificio central o lateral y así es su conformación innata. En algunos casos este tejido está engrosado y “tapa” el ingreso a la vagina, en otras tiene tabiques, o múltiples orificios, pero en la mayoría de las niñas es flexible y tiene perforaciones que son típicas, por lo tanto el himen puede estar perforado antes de cualquier relación sexual.
Pensar que el andar en bicicleta u otro movimiento puede romperlo (y dejar la virginidad en el sillín) es un mito sexista y denigratorio. No puedo dejar de señalar que aún la información (con miles de dudas) sobre “temas sexuales” circula más entre los jóvenes que hablan y se aventuran a la experiencia del sexo, que por la comunicación que reciben de padres, o de la educación sexual que brindan las escuelas. En la intimidad del hogar o de las aulas, la comunicación debería abarcar la sexualidad toda: cuerpos, deseos, emociones, vivencia de género, orientaciones, cuidados, etc., pero está únicamente centrada en el sexo heteronormativo y en los recaudos básicos para no quedar embarazada o en la prevención de ITS (enfermedades de trasmisión sexual).
Si los padres o educadores nunca se han preguntado por su propia sexualidad y reproducen a pie juntillas lo aprendido como si fuera una norma estatutaria, es posible que lo trasmitido (en forma y contenido) sea del mismo tenor. En síntesis: si nunca existió ningún cuestionamiento o reflexión sobre la propia sexualidad, el mensaje a los jóvenes será parcial y basado en reglas generales. Por temor, pudor, creencias erróneas, dogmas religiosos, pautas culturales o por una postura autoritaria y desigual (“soy el que sabe”, “mi moral es la única verdad” y tantas consabidas y desafortunadas frases que todavía escuchamos) la educación sexual será parcial, carente de empatía, de vivencia interpersonal.
¿Y de la próstata que se dice?
Si me he explayado más en el tema de la virginidad y andar en bicicleta ha sido por el contenido simbólico que aún tiene, mucho más que los mitos creados para la próstata (clara diferencia de cómo las creencias son desiguales para las mujeres). Se comenta que la presión de la zona perineal con el sillín (sobre todo la punta) y llevar el torso hacia adelante, pueden provocar adormecimiento por presión en los nervios de la zona, disfunción eréctil y dolencias prostáticas. Más del 50% de la población masculina entre los 50 y 70 años tienen problemas de próstata (aumento del tamaño o hiperplasia prostática) y el porcentaje aumenta con la edad. Por lo tanto las patologías más frecuentes en hombres jóvenes son las prostatitis o inflamaciones y en adultos maduros, el adenoma o tumor benigno y el maligno o carcinoma de próstata (1 de cada 7 hombres). La próstata es una glándula que forma el líquido seminal que acompaña y nutre a los espermatozoides que migran desde el testículo, lugar donde se gestan y maduran. Se ha dicho que en los ciclistas la presión en la región del periné (donde se encuentra la próstata) puede favorecer las prostatitis o inflamaciones de la misma. Si bien existen sillines con un agujero central que impide la presión de la zona y calzas protectoras, los especialistas no encuentran evidencia de que el uso recreativo provoque dolencias, pero recomiendan tomar recaudos para el entrenamiento profesional. Si el hombre ha sido operado de alguna de las patologías prostáticas se indica no andar en bicicleta por 6 a 8 semanas.
Por Walter Ghedin, médico psiquiatra y sexólogo.
Jueves, 2 de marzo de 2017