FOLKLORE
La Sole y Luciano Pereyra conquistaron Cosquín
Soledad y Luciano materializaron este fin de semana la jornada de mayor convocatoria de público de la 57ma edición, donde la local Paola Bernal plantó sobre el escenario Atahualpa Yupanqui de la plaza Próspero Molina parte de la escena emergente viva de la música de raíz cordobesa.
La séptima luna arrancó al grito del conocido “señores y señoras vengan a ver el milagro: Cosquín empieza a cantar”, que coincide con las campanadas de la Iglesia, cuando se hacen las 22 y arranca el mayor festival de música que tiene la Argentina.
El grupo de ballet Camín fue anoche el encargado de realizar una coreografía en torno del Himno de Cosquín y con motivo de los festejos de los 50 años del poncho del festival, en una jornada que abrió con el guitarrista correntino Mario Boffil, que entregó un set de música litoraleña ameno, plagado de graciosas referencias, que comenzó con “Pena y olvido” y concluyó con “Estudiante del interior”.
Acto seguido copó el escenario Atahualpa Yupanqui la santafesina Soledad Pastorutti, dueña de un carisma único que logra encantar toda la Plaza, que vibra siguiendo sus zambas y sus chacareras.
Con una formación musical de batería, bombo, dos guitarras, bajo, percusión, teclados, violín y acordeón, la Sole, de a momentos acompañada por su hermana Natalia, ofreció un set que se inició a las 22.35 y concluyó una hora más tarde, en el que arrancó a puro vértigo con chacareras y luego entregó un popurrí de clásicos como “Del norte Cordobés”, “Entre a mi pago sin golpear”, “A Don Ata” y “Alma, corazón y vida”.
Chamamés primero y chacareras luego, terminaron de encender la plaza, manejada a su antojo por Soledad, quizás la figura de mayor carisma que tenga Cosquín en la actualidad, aun cuando la dirección musical de su banda sea un continuo desacierto y sus intentos por volcarse al pop o la canción latina naufraguen ante las llamas que enciende en la gente cada vez que regala conocidas composiciones del repertorio popular folclórico, donde, en términos de adhesión de audiencia, es imbatible.
Pasada la Sole, llegó la propuesta Tierra de Canciones, a cargo de los jóvenes cantantes y compositores Fran Lanfré, Javi Caminos y Seba Cayre; después un grupo japonés instrumental, que ejecutó con igual intensidad y matices una composición de Astor Piazzolla y otra de Yupanqui,y luego una deslucida presencia de la delegación santafesina, que el año pasado enloqueció a la plaza con Los Palmeras y Jorge Fandermole.
Eran las 0.50, cuando subió Paola Bernal, hija dilecta de Cosquín, que puso sobre el escenario las intenciones y energía de una nueva escena cordobesa de música folclórica.
Al frente con el bombo legüero, un instrumento que a veces parece en peligro de extinción en el escenario Yupanqui en favor de la batería, la cantante y compositora coscoína entregó un set de a momentos desordenado pero que tuvo la valentía de materializar una presencia colectiva.
Al final, y en logradísima síntesis, interpretó la canción más conmovedora de la noche, una bellísima versión de “El arriero”, que cantó con la cordobesa de Cruz del Eje Mery Murúa y de la que participó también La Cruza, grupo del barrio cordobés proletario Villa Libertador, que la acompañó en casi toda la actuación.
A Bernal siguieron los Sacha y luego Luciano Pereyra, el otro plato fuerte de la noche, que apareció en la Próspero Molina a la 1.50, para un set que arrancó con “Eres mi vida” y continuó con "El elegido” y “Zamba para olvidar”, que encendió nuevamente a la multitud de la plaza, especialmente las cientos de jovencitas que se vieron ayer.
Promediando su show, Pereyra invitó a la Sole y juntos rindieron homenaje a Horacio Guaraní, al que ambos amaron, y de quien cantaron “No quisiera quererte” y “Salteñita de los valles”.
Domingo, 29 de enero de 2017