ESPECTACULO
Daniel Aráoz: "Si la TV fuera una persona, sería miserable"
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A los 53 años, el actor hace una fuerte crítica a la pantalla actual, a la que ve "muy repetitiva".
¿De dónde viene tu veta humorística?
La heredé de mi madre, Elba María Trossero, que fue una actriz de pueblo, profesora de piano. Ella dejó la profesión al casarse con mi papá, Juan Antonio Aráoz. Tal vez hubiera tenido futuro como actriz. Pero me lo transmitió a mí, yo tomé la posta. Mi profesión es continuidad del deseo de mi madre. Ella opinaba sobre lo que yo hacía y teníamos muchas conversaciones sobre el oficio, hermosas charlas. Además, mi mamá tenía una hermana melliza, Yolanda, que también era artista: tocaban el piano juntas. Y también era muy graciosa.
Parece que el rasgo del humor es claramente de la parte materna.
Si, es un legado de esa rama. Porque, además, mi tío Tito era administrador de un circo y siempre me llevaba con él a conocer ese mundo por dentro. Eso me provocaba una ensoñación muy particular, toda esa vida nómade. Es curioso, una vez me crucé con el “Bicho” Gómez, que se crió en una familia de circo, y me contó que lo conoció a mi tío y lo quería mucho. Qué loco, a lo mejor nos habremos cruzado siendo niños.
¿Decidiste muy temprano ser actor?
Primero estudié y me recibí de peluquero, a los 17 años. Trabajaba en el local que me había puesto mi papá, en el garage de mi casa en el barrio donde vivíamos en Córdoba. La verdad no tenía muchos clientes. Y después pasé a la peluquería de mi tío, que era una de las más importantes del barrio. Pero me tiraba la actuación. Y a los 18 empecé a estudiar y hacer cosas de teatro. En mi casa se armaban unas tertulias musicales y eso, de alguna manera, me salvó. Visto desde hoy me doy cuenta de que me ayudó a sobrevivir, además, porque eran tiempos oscuros, en plena dictadura. A este hermoso oficio le debo el que me haya ayudado a sanarme.
Tu estilo humorístico es muy particular, tiene algo de extremo, ¿cómo lo definirías?
Trabajé muchos lenguajes de la comicidad y uno de ellos fue el grotesco. Es un registro que tiene mucho que ver con el Río de la Plata, pero también me remite a esa época en que visitaba el circo. Sin embargo, hice muchas cosas dramáticas. De hecho, debuté en teatro, en Córdoba, con una obra que se llamaba La jaula: vida, sueños y lucha de la clase obrera, de Julián Romeo. Y todos hacíamos personajes femeninos. Pero era una obra dramática.
Suena bastante curioso...
Sí, un día voy a escribir mi autobiografía recordando todos los personajes que hice. Me gusta mucho escribir. Pero por otro lado, la comicidad tiene algo de exacerbación, no es algo naturalista. El humor, de por sí, tiene algo exagerado.
La exageración también se nota en tus personajes dramáticos, algunos al borde la tragedia...
Sí, siempre hice personajes atravesados por la tragedia, medio en el límite. Con 53 años puedo decir que he transitado mucho el oficio. Para mí es un gran desafío pararme en los dos lugares, es muy difícil hacerlo con personalidad. Pero claro, yo soy feliz haciendo reír. Transmitir alegría es genial porque la risa es algo sanador. Hacer reír es algo maravilloso.
Hiciste cine, teatro, televisión. ¿Qué te gusta más?
Cine hice menos, es mi materia pendiente. Me encantaría filmar más. Pero además es más complicado encontrar proyectos, porque si en cine un personaje te sale mal, es patético. En la tele, lo podés reconstruir, remontarlo un poco porque cuando arrancás con un personaje, en general, no sabés adónde podés llegar. De cualquier modo, siempre tenés que trabajar con profundidad porque si no, el trabajo no sale. No podés ser actor por dinero. El oficio, en este caso, es el trabajo interno porque laburás con tu propio cuerpo.
¿Cómo hacés para estar equilibrado internamente?
Trabajo mucho conmigo, desde hace 16 años que me analizo y además, recurro a terapias alternativas. Mi desafío es ser un poquito mejor cada día. Cada uno tiene que luchar con su oscuridad. Porque después, además, viene todo eso del éxito que te dispara el ego y es peligroso. Y si te alejás de la realidad, te enfermás. Me refiero a tu propia realidad, a la de cada uno.
Tenés dos hijos, ¿cómo sos como padre?
Ser padre es una enorme responsabildad, es un trabajo duro y hermoso. Para mí es más importante ser padre que ser actor.
Hace bastante que no hacés televisión, ¿cómo ves la tele de hoy, desde afuera?
Casi no veo tele porque está demasiado repetitiva. Se pierde la sorpresa. Hay una cultura exacerbada de la miseria del otro. Y eso no está bueno, ¿qué necesidad hay? Si la tele fuera una persona, sería alguien con graves problemas: ególatra, exitista y miserable.
Jueves, 4 de agosto de 2016