POR VALERIA CHAVEZ
Mirar la mitad del vaso lleno o vacío, esa es hoy la cuestión
El último día del año llegó. Lamentarse por lo que no se logró o valorar lo conseguido es decisión de cada uno. Especialistas analizaron cómo el espíritu festivo puede verse empañado según el lugar en el que elegimos "pararnos".
Se viva como se viva, es indudable que estos días tienen una connotación especial para cada uno, pero lo que resulta más interesante es pensar que uno es dueño y artífice de cómo quiere pasar los últimos momentos del año.
Es que todos llegamos a estos últimos días del año con una carga emocional especial. Algunos llegan estresados, para otros es un momento de cierre, para algunos son días en que los sentimientos de tristeza están a flor de piel, mientras que para otros son días que se viven con mucha alegría porque se reúnen con la familia, amigos o programan las vacaciones.
La psicóloga clínica Dina Laufer (MN47037) dijo a Infobae que "uno puede pararse y mirar la mitad del vaso vacío y lamentarse por todo lo que no hizo, también puede quejarse de todo lo que no consiguió, o quedarse enredado en alguna relación de pareja conflictiva o con bronca por algún problema con un familiar o con un amigo que no se resolvió".
La opción de quedarse en la queja siempre está.
Pero también podemos mirar la mitad del vaso lleno y eso no implica un mecanismo de negación de la realidad ni caer en un optimismo superficial. "Se trata -según la especialista- de mirar lo que sí logramos, de pensar que las metas que no pudimos concretar en 2014 se pueden volver a intentar en el año que comienza, que las cosas que nos habíamos propuesto mejorar y aún no las logramos según nuestras expectativas, podemos reintentar en 2015".
Laufer destacó que "en general es más fácil recordar las cosas negativas que pasaron". "La vivencia emocional que podemos tener en esta época está relacionada con que algo se termina, pero con esto aparecen otras sensaciones, por ejemplo, que se puede volver a intentar. Pero para esto es necesario que en nuestro balance personal no nos estemos castigando por lo que aún no logramos, sin embargo sí tenerlo en cuenta para repensarlo como un nuevo objetivo", consideró la especialista en familia, quien recomendó -a los efectos de no autocastigarse- analizar si las expectativas eran acordes a las posibilidades, buscando siempre salir de la posición de víctima "y hacerse cargo de que lo que no se logró, en algún lugar, no fue una prioridad para por diversos motivos".
Todo lo que se pone en juego en estas fechas
El doctor Horacio Vommaro, director de Psiquiatría y Salud Mental de INEBA, explicó que "la manera en que cada persona vivencia estas fiestas es parte de las tramas vinculares en que la está inmersa y que nunca son un elemento aislado, sino que expresan la articulación de los sucesivos ámbitos familiares y sociales".
"La salud mental -puntualizó el especialista- es inescindible de la salud general. Es un proceso evolutivo y dinámico de la vida que está relacionado con el desarrollo neurobiológico, los vínculos familiares, la inclusión social, la calidad de vida, el grado de realización personal y la modalidad de relación entre las potencialidades del individuo y las demandas sociales".
"SI BIEN SE VIVE UN CLIMA EN EL QUE IMPERA ESTAR FELIZ, EL DENOMINADOR COMÚN DE MUCHAS DE LAS CONSULTAS EN ESTA ÉPOCA ESTÁ RELACIONADO CON SITUACIONES DE EXCESO O DE CARENCIA"
Tras asegurar que "lo familiar y la cultura que cada familia sustenta son factores importantes en el proceso de subjetivación, es decir, la forma en que se organiza el deseo y la fantasía", Vommaro destacó que "tiene incidencia en los sentidos en que se organiza la cotidianeidad de la vida y las formas de vínculo entre los individuos, así como en la percepción de las necesidades y su búsqueda de satisfacción".
Así es que las fiestas serán vivenciadas de manera diferente por cada familia y por cada uno de sus integrantes. Si bien se genera un clima predominante en el que "impera" estar feliz, el especialista remarcó que "el denominador común de muchas de las consultas en esta época está relacionado con situaciones de exceso o de carencia. Se corresponde con una modalidad predominante anclada en la lógica del consumo. Una faceta de exceso imposible de satisfacer que favorece modalidades adictivas y conductas de acción contrapuestas al pensamiento y la palabra. Una faceta de carencias expresada en ausencias y recuerdos melancolizados".
"Es común el dilema de con quién pasar las fiestas y los conflictos que acarrea. Se actualizan patologías de desamparo y desvalimiento fundamentalmente cuando el trauma fue provocado en el seno familiar. En muchas de estas situaciones la familia no puede ser continente, más si fue parte, y entonces se trata de ayudar a encontrar una respuesta que sirva de soporte y que contribuya a generar una red vincular reparadora", finalizó.
Miércoles, 31 de diciembre de 2014