OPINIÓN
"Usar un Google Glass es comparable a manejar y mirar el espejo retrovisor"
Usar uno de los anteojos de realidad aumentada con conexión a Internet es tan complicado o sencillo como mirar el espejo retrovisor cuando se conduce un automóvil. Es sin duda uno de los dispositivos que generará adeptos y críticos de acuerdo a la edad y a la experiencia en el uso de otros equipos ahora considerados tradicionales.
La experiencia de usar uno de los prototipos, en ocasión de una reunión de periodistas latinoamericanos organizada por Google en México el año pasado, me permitió reducir las expectativas y eliminar algunos prejuicios.
El dispositivo montado en el marco de unos anteojos responde a las indicaciones de la voz y despliega una pantalla en el ángulo superior derecho del ojo del usuario.
Cuando el dispositivo se encuentra apagado, su uso no genera ningún tipo de condicionamiento visual para el usuario.
El potencial inconveniente se produce cuando el aparato se encuentra prendido y el usuario necesitar trasladarse de un lugar a otro.
Esa situación genera la misma dificultad que pude tener para caminar por la calle alguien que va mirando el teléfono o leyendo un libro a la vez.
Si se trata de un mensaje breve, la dificultad de usar las gafas equivale a los microsegundos que uno dedica a mirar el espejo retrovisor cuando conduce un auto.
La batería tiene una autonomía de uso de entre 6 y 8 horas, con funciones limitadas.
Un uso práctico del dispositivo puede ser la búsqueda de un término en otro idioma o requerir información sobre una canción que se pueda estar escuchando en ese momento.
Sacar una foto es posible con sólo decirlo, así como revisar material propio, como hizo el ayudante de campo Germán "Mono" Burgos, este fin de semana.
Así como hace apenas una década considerábamos inverosímil que alguien viera una película o siguiera una serie en una pantalla de teléfono móvil, hoy para algunos puede resultar extraño que la gente se mueva por la ciudad con uno de estos anteojos.
Las generaciones analógicas que crecimos en la lectura lineal de los textos escritos solemos desestimar la capacidad de multiatención que tienen las generaciones educadas en "ventanas".
Una vez más -en mi opinión- será la responsabilidad del usuario la que determine si es prudente o no prender el Google Glass cuando está en movimiento, y necesite por ejemplo evitar las baldosas rotas de las veredas en Buenos Aires.
Martes, 15 de abril de 2014