Por LISA FITTERMAN
Sexo, adolescentes y la Web
Todos hemos pasado por esa primera exploración de la sexualidad y sus límites, un misterio que lentamente se va revelando, deliciosamente tabú y sólo un poco peligroso. En los viejos tiempos, podía ocurrir, la torpeza en el asiento trasero del auto de nuestros padres o en las fiestas sin acompañante.
Cuando les hacíamos preguntas, no intentaban entrar en detalles gráficos. Nos daban respuestas como “las chicas buenas no hacen eso”, “los chicos sólo quieren una cosa” y “te vas a crear mala fama”. Eso ha dejado de ser así. Internet y la tecnología portátil, como por ejemplo, los smartphones lo han cambiado todo.
Muchos chicos de todas partes del mundo consideran la Web como un recurso para todo lo que siempre han querido saber sobre sexo y sexualidad, incluidas las fotos y películas pornográficas. En ese mundo, el sexo se trata como cualquier otro producto; se puede acceder durante las 24 horas y la única censura que existe es la condición superficial, “si tienes menos de 18 años, haz clic aquí”.
En 2010, EU Kids Online, en una encuesta a 25.142 niños y adolescentes de 25 países, informó que cerca del 25 por ciento de los encuestados habían visto contenidos sexuales o pornográficos tanto en la red como fuera y algunos de ellos más de una vez por mes. Otros dos estudios holandeses realizados en 2009 descubrieron que los niños que usaban Internet como su única fuente de información sobre sexualidad eran especialmente propensos a copiar los comportamientos que veían, en vez de establecer sus propios límites y normas.
No se haga ilusiones: la pornografía en la red está muy lejos del contenido de las revistas Playboy de su padre, en la que aparecían fotos con desnudos artísticos y poca luz en la entrepierna. En la red, las imágenes son crudas. Bamber Delver, experto en Internet, señala que un niño acostumbrado a navegar por la Web puede estar convencido de que es común tener un pene extraordinariamente grande o, que hacerse una operación para aumentar el tamaño del pecho es lo normal.
El sentido de la realidad sexual de un niño puede verse afectado si ve porno a una edad temprana.
En un informe independiente de Gran Bretaña, en el que los investigadores entrevistaron a 520 niños entre siete y 16 años y a más de 2.000 padres, muchos de estos últimos se quejaban de que sus hijos se llevan un disgusto al saber que las niñas tienen vello púbico porque su experiencia se limita a los pubis afeitados que aparecen en Internet.
“Los padres deben transmitir que Internet es una puerta abierta. No es algo privado, aun teniéndola en la casa. La computadora es igual a salir a la calle, con toda clase de datos e información de lo que se quiera. No se puede prohibir, pero sí acompañar y enseñar”, señala Diana Sahovaler de Litvinoff, psicoanalista, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina y autora del libro “El sujeto escondido en la realidad virtual”.
¿Hablás con tu hijo sobre sexo o aún sigue siendo un tema "tabú"? ¿Estás a favor de la educación sexual en las escuelas? Sumate a este debate, la Comunidad ya está intercambiando sus opiniones. Hacé click aquí.
“La educación sexual ha dejado de ser territorio exclusivo de los padres o de los colegios. A menos que tenga cuidado, puede influir en la actitud de un niño con respecto al sexo y a las relaciones”, agrega Delver. Terri Apter, psicólogo de la Universidad de Cambridge cuyo trabajo se centra en la dinámica familiar, afirma: “Lo que me preocupa es que está infiltrándose en la cultura hasta el punto de que cada vez más mujeres y chicas jóvenes piensan que sólo valen algo si son deseables y lindas”.
Una encuesta, realizada en Holanda en 2006 a 11.000 niños menores de 18 años, revelaba que muchas niñas suben fotos suyas inapropiadas y en actitudes sexuales en redes sociales como Facebook. El nueve por ciento de las niñas dijo que había colgado fotos y que lo lamentaban. Algunas adolescentes suenan mayores de lo que son, son sabelotodos y displicentes. Como Renée, una chica rumana de 18 años que está pintada con lápiz de ojos, negro y grueso, y admite que “por supuesto” ha recibido y mandado “sexts” (imágenes y textos sexuales) a través de su smartphone. Algunas suenan ansiosas como Kata, de 16 años que pensaba que podría ser lesbiana porque el sexo heterosexual que había visto en Internet era salvaje, rudo e insensible. Además, otros niños están mucho más expuestos de lo que deberían estar, como Oskar, también húngaro, de seis años que se quejó a sus padres de que su amigo de nueve años estaba intentando hacer cosas extrañas con él; resultó que el otro chico estaba tan sólo imitando lo que había visto en películas sexualmente explícitas con su hermano mayor.
Los padres no pueden ser ingenuos, afirma Bamber Delver. No pueden creer que sus hijos e hijas no conocen estas páginas Web porque lo más probable es que sí. Hay que pensar en ello como lo nuevo “normal”, un rito iniciático que se ha vuelto viral. Dado que Internet ha cambiado la forma en la que los niños aprenden en general, su papel central en la educación sexual no debería sorprendernos. El sexo sigue siendo uno de esos temas embarazosos que los adultos tratamos de evitar. Y sin embargo, es muy fácil entrar en Internet para encontrar respuestas a nuestras preguntas y para que satisfagan nuestra curiosidad, lasciva o no.
Aunque los niños de diez años o menores pueden encontrarse con imágenes sexuales, pocos países ofrecen educación sexual obligatoria en la enseñanza primaria. Así que nos corresponde a nosotros, como padres y educadores, hablar con los niños tan pronto como puedan escucharnos para crear un espacio donde se sientan seguros. “Lo importante es permanecer en contacto”, dice Gisela Priebe, una de las autoras de ‘See Me’, un estudio del fenómeno realizado en Suecia. “No importa lo que sus hijos hayan hecho. Debe recalcarles que les pueden contar todo, incluso aunque pueda no gustarle.”
Sanderijn Van der Doef, psicóloga holandesa autora de una popular serie de manuales explicativos sobre sexo para niños, subraya que los padres y profesores deben familiarizarse tanto con la parte buena de Internet como con la nociva, antes de iniciar las conversaciones con los hijos sobre las emociones y los cuerpos, sobre la reproducción y la importancia de la autoestima. “Se trata de enseñarles a comunicarse y buscar ayuda —dice—. Empiecen pronto y así sabrán que hablar sobre sexualidad con sus mayores no es tabú”.
Hay algunas páginas de Internet que explican simple y claramente el ABC del sexo y la sexualidad. Entre ellas encontramos el libro “El cuidado de los hijos”, de la Sociedad Argentina de Pediatría, que aborda las preguntas más frecuentes de los chicos y las respuestas apropiadas que deben dar los padres. Los adultos siguen evitando hablar de sexo con sus hijos: pero es importante empezar pronto y estar abiertos al debate.
Martes, 4 de marzo de 2014