EL PATRON DEL MAL
“Me obsesioné con Escobar”
El actor colombiano, de 36 años, logró una notable composición del famoso narcotraficante en “Escobar, el patrón del mal”, la tira que sorpresivamente se convirtió en lo más visto de Canal 9. Aquí, su palabra desde Bogotá.
“Hacer de Escobar fue un viaje para mí. Es un personaje inagotable y poderoso y tenía una sola manera de abordarlo. No podía quedarme a mitad de camino, porque si me salía mal, iba a ser mi cementerio actoral”.
Así habla con Clarín, desde Bogotá, Andrés Parra, el actor que interpreta a Pablo Escobar Gaviria en la serie Escobar, el patrón del mal (de lunes a viernes a las 22, por Canal 9). La tira, que retrata la vida del narcotraficante más famoso y peligroso del mundo, batió récords en Colombia cuando se emitió en 2012 y siguió el mismo recorrido por otros países de América latina.
En la Argentina, desde su estreno, el 2 de enero, suele estar entre los programas más vistos y, gracias a eso, Canal 9 suele alcanzar un tercer lugar en la grilla. La costosa producción de Caracol Televisión tiene, además, segmentos de documentales y noticieros de distintos momentos.
Parra, de 36 años, nunca imaginó que su interpretación de Escobar generaría tanta repercusión. “Si lo hubiera pensado no lo hacía. Sabía que todo el mundo me iba a comparar con el Pablo real, por eso tenía en claro que lo imitativo era fundamental. Estudié muchísimos libros, me vi decenas de entrevistas, documentales, fue una reconstrucción muy minuciosa. Me obsesioné con Escobar. Y todo el proceso fue un poco abrumador para mí y para todo el equipo. En realidad, todos nos obsesionamos: cada día alguien traía a la grabación algún dato nuevo, una noticia, una anécdota. Lo fuimos construyendo entre todos”.
El hecho de que fuera un personaje real, cercano en el tiempo, imagino que le sumó complejidad al trabajo.
Sí, porque cuando hacés un personaje de ficción, la imaginación te tapa los baches. Pero con un personaje real, tenés que recurrir a otras cosas. Yo vi en un documental, por ejemplo, que él tomaba apuntes en una libreta. Fue una imagen de apenas un instante, pero me agarré de eso porque creo que era su forma de organizarse en una época en la que no había ni celulares ni Ipad ni nada de eso. El guardaba muchas agendas. Escobar veía todos los noticieros y leía todos los periódicos y hacía resúmenes. Tenía al país en su cabeza y sabía quién era quién. Se había armado un mapa perfecto. Era una verdadera calculadora humana. Y eso hacía que no fuera un delincuente más.
Parra venía de interpretar a otros dos narcos en la ficción. Uno, llamado Anestesia, en El cartel de los sapos, y otro, Jaime Cruz, en La bruja. “Por eso pensé que nunca me iban a llamar para hacer de Escobar. Alguien me regaló el libro La parábola de Pablo, de Alonso Salazar, en el que está basada la serie y lo leí, por las dudas. Pero no pensaba que podía tener chances. Mis amigos actores iban al casting y yo no quería ir. Hasta que me insistieron y fui. Y así pasé la prueba, despreocupado, casi sin nervios. Hasta que quedé.
Y ponerte en la piel de Pablo Escobar le dio un giro inesperado a tu carrera. ¿Tuviste miedo en algún momento?
No, la verdad es que no. Mis parientes y amigos pensaban más bien como yo, que podía quedar encasillado en el personaje. No imaginamos lo que vendría después. Y el horizonte de mi carrera como actor cambió por completo.
¿Cómo fue el rodaje?
Arduo, muy duro. Estaba previsto que se hiciera en cuatro meses y terminaron siendo diez. Eramos 120 actores trasladándonos de un lugar a otro, conviviendo en hoteles, con jornadas de 15 ó 16 horas de trabajo. La verdad es que no recuerdo con nostalgia o cariño ese momento, porque fue durísimo. Pero valió la pena.
Antes de comenzar cada jornada, Parra debía someterse a varias horas de maquillaje, lentes de contacto y peluca, para prestarle el cuerpo al hombre que mantuvo en vilo a Colombia muchos años.
¿Cuál era tu conocimiento de Escobar antes de interpretarlo?
Poco, porque en la década del ‘80, los años más duros en los que actuaron Escobar y el Cartel de Medellín, yo estaba en la escuela primaria. Y era un tema tabú. Escobar era el innombrable. No se hablaba mucho de eso públicamente, salvo por el estigma que cargábamos los colombianos de ser todos narcos. Recuerdo que cada ocho días íbamos a la escuela vestidos de gala porque habían matado a alguien importante. Una vez explotó una bomba a diez cuadras de mi casa, en Bogotá, y estallaron los vidrios de la ventana de mi habitación. No supe qué había sido una bomba puesta por Escobar hasta que leí el libro.
Si no fuera por la huella sangrienta que dejó en la historia colombiana, la figura de Escobar parece de tragedia griega.
Si, hay algo de eso. Pablo es como un personaje shakespiriano porque vivió intensamente todos los estados y emociones humanas, y los expresó en toda su complejidad. Es impresionante cómo se inventa a sí mismo.
¿Qué te dejó el personaje?
Me aportó una visión menos ingenua de mi país, me hizo reflexionar hasta qué punto todos somos responsables como sociedad de que surja alguien como Escobar.
Miércoles, 22 de enero de 2014