DOCUMENTAL
Una mirada a la bulimia y la anorexia, en el "Diario de Ana y Mía"
“El diario de Ana y Mía”, el documental de Alejandra Martín que bucea en el espeluznante mundo virtual que las enfermas de bulimia y anorexia construyen a través de Internet, con el culto a la delgadez extrema y el coqueteo con la muerte como baluartes centrales, llega este jueves a las salas de cine locales.
Contrariamente a lo que podría pensarse, “El diario de Ana y Mía” no es un documental sobre trastornos alimenticios.
Los trasciende, los surca, los corrompe con el único objetivo de llegar más allá: a sus sombrías miradas sobre el mundo, a investigar la íntima construcción de un universo propio, letal y absolutamente privado.
En esencia, esta opera prima muestra cómo cuatro mujeres con trastornos alimenticios comparten, desde la soledad de su padecimiento, una dogma devenido en credo: las princesas Ana y Mía, diosas de la anorexia y la bulimia respectivamente, que viralizan a través de blogs, chats y páginas de Internet, desde la intimidad del hogar.
“El tema me llegó por casualidad, de ver una nota en el diario y el resto fue obra de la curiosidad. Empecé a investigar las páginas y descubrí un universo atrapante desde el morbo y la cantidad de cosas que hay para contar”, describió en diálogo con Télam la realizadora Alejandra Martín.
Y añadió: “Para hablar de la enfermedad hay otros medios. No me interesaba una visión terapéutica sobre el tema sino mostrar este fenómeno grupal que propone mantener un secreto a viva voz en un espacio que podemos leer todos”.
Así es como se puede ver la resquebrajada vida de Rocío, una madre soltera y constantemente preocupada por su físico que quiere lucir en una muestra de comedia musical y a Fiorella, una adolescente rebelde que vive en su limitado mundo de cigarrillos y TV mientras va a tratar sus trastornos de bulimia en un hospital de día.
“El diario de Ana y Mía” también cuenta la historia de Carrie una mujer de poco más de 30 kilos que disfruta del dolor viendo sus huesos en el espejo y de Fabiana, reina de belleza en su provincia, que intenta ser modelo mientras plasma en pinturas sus oscuros deseos.
"No me interesaba una visión terapéutica sobre el tema sino mostrar este fenómeno grupal que propone mantener un secreto a viva voz en un espacio que podemos leer todos”
Y todas ellas, desde sus diferencias, encuentran un espejo igualador en Internet: ese páramo anónimo donde son libres para ser quienes quieren ser, en calma y sin censuras.
“Amo a todas aquellas que se esfuerzan día a día por alcanzar la perfección”, reza una desconocida escudada en un pseudónimo en una página web. Y, pocos minutos después, una vertiginosa catarata de respuestas coquetea con la ideas de excelencia y de la muerte, como si se trataran de sinónimos inseparables.
“Conociendo a las chicas descubrí que esto les permite sentir cierto alivio, como si encontraran un modo de armar su propia versión de familia. Es su única forma de tener aliados en un padecimiento que se manifiesta tan secretamente y en forma individual”, reflexionó.
Y en su anhelo de convertirse en princesas, esas criaturas sin rastros de mujeres más que en su versión deslucida y descarnada de niñas lúgubres y sombrías, miles de enfermas a lo largo del mundo hacen culto de su propio tormento.
“Al ser directora de fotografía -abundó- el tema me sedujo también desde el lado visual. Es increíble toda la iconografía que hay ligada esta enfermedad. Con las princesas, coronas, corazones y estrellas parecen sitios para niñas. Y ellas buscan seguir ancladas ahí”.
Sin embargo, el documental no ahonda en el destino de las chicas ni propone un juicio moral sobre sus comportamientos. No hay diagnósticos médicos ni miradas reprobatorias, más que las que se infligen a sí mismas las propias protagonistas.
“Yo quería cuestionar la doble moral que sobrevuela esta enfermedad -explicó Martín-. Aunque no todas caen por querer estar flaquísimas, la sociedad te arrastra. Y hay una condena a las chicas que se enferman, pero a su vez si no tenés el cuerpo que el mercado te exige, la sociedad también te castiga”.
Y concluyó: “Lo que yo hago es una invitación a reflexionar: estos sitios son una manifestación de lo que somos hoy, de la actualidad. Esto es nuevo, no la anorexia y la bulimia y por algo estos trastornos están migrando hacia ahí”.
Jueves, 19 de diciembre de 2013