Del teatro a la vida
Soledad Silveyra aclara: "Soy una mujer enferma de la verdad"
“Soy una mujer enferma de la verdad y no podría vivir de otra manera”, advierte Soledad Silveyra para diferenciarse del personaje que interpreta en “Humores que matan”. La obra escrita por Woody Allen que protagoniza junto a Betiana Blum en el teatro Lido y que ofrece una pintura desopilante sobre la hipocresía y el matrimonio en plena clase alta neoyorquina.
“Yo estoy absolutamente atenta a la realidad, jamás podría tener el problema que tiene ella, que no registra las fisuras y su ego no le permite ver ni lo que le pasa a su marido”, reflexiona Silveyra en diálogo con Télam sobre Phyllis, la criatura que asume en la pieza.
Porque “ella”, tal y como la describe la actriz tanto arriba como abajo del escenario, es una exitosa psiquiatra, de las tantas que escupe la clase alta de Manhattan, y que vive su engolosinado presente profesional subida a un pedestal y completamente ajena a su realidad cotidiana.
“Humores que matan” (“Central Park West”, según su título en inglés), estrenada el 26 de diciembre pasado en Mar del Plata, es un texto que forma parte de una trilogía contenida en el libro “Adulterios”, en el que el magistral Woody Allen recrea historias sobre el amor, el desencuentro, el matrimonio y la infidelidad.
Enmarcada en un afanoso departamento del centro de Nueva York, esta pieza dirigida por Luis Romero y que completan en escena Alejandro Parker, Edgardo Moreira y Juana Schindler, comienza cuando Phyllis acude a su mejor amiga Carol (Blum), para contarle una noticia inesperada: su marido Sam (Moreira) acaba de abandonarla aduciendo haberse enamorado de otra mujer.
Con el ego mascullado pero incapaz de advertir una fisura, Phyllis despliega un feroz juego dialéctico en el que termina acorralando a Carol para que le confiese que fue ella quien mantuvo un inescrupuloso romance con su esposo.
Desopilante, mordaz y -por momentos- surrealista, la contienda verbal entre las dos actrices ofrece un espasmódico pero efectivo ir y venir de reproches y miserias contenidas, que devela la inconfundible pluma de de su autor.
Es que además de la tragedia inicial, la historia pega un giro inesperado cuando ambas mujeres descubren que Sam no sólo ha engañado a su esposa, sino que también ha sido infiel con su amante.
Pero en esta seguidilla de traiciones, donde el humor opera como el único antídoto posible, nada resulta casual. Este texto, fue escrito por Allen en la misma época en la que el mundo se escandalizaba al verlo terminar su pareja con Mia Farrow para comenzar una vida junto a Soon Yi, la hija adoptiva de ambos.
“Lo más lindo es seguir trabajando el texto, seguir afinándolo. Y con una comedia como la de Woody Allen, que no es de trazos gruesos sino que hay que encontrarle el punto, debimos encarar un trabajo arduo”, reconoció la actriz de “Vidas paralelas”, “Made in Lanús” y “Espejos circulares”.
Hoy, alejada de la tele después de la desilusión del bajo rating de “Condicionadas”, la actriz de “Rolando Rivas, taxista” adelanta que en marzo se pondrá al hombro “Nada del amor me produce envidia”, de Santiago Loza y su perspectiva de llevar una obra de Antón Chejov al teatro San Martín de la mano de Alejandro Tantanian.
-¿CÓMO FUE VOLVER A HACER COMEDIA?
-Hermoso. Tenía ganas de hacer comedia, me gusta mucho trabajar los tiempos, ver cómo sacar el chiste, cómo marcar la pausa, cómo me entrego. Es muy interesante el trabajo que se puede seguir haciendo desde el humor si el equipo funciona bien. Y en una comedia como la de Woody, más todavía.
-¿POR QUÉ CREÉS QUE UNA PUESTA QUE ESTÁ TAN VINCULADA CON MANHATTAN PUEDE TENER ÉXITO EN NUESTRO PAÍS?
-Porque muestra cómo todos asumen personalidades falsas que luego se vienen abajo y queda la verdad al descubierto. Es una gran comedia donde está reflejada la vida y la hipocresía de los seres humanos. Y eso es universal, no tiene que ver con un país o una ciudad.
-Y AL FINAL EL TEXTO ARRIESGA UNA MORALEJA…
-Y sí, ella tiene un ego enorme, es mordaz, muy bien hablada desde el lugar de la finura, de nivel alto, que vive en su mundo y que quiere tener al hombre como si fuera una planta, un adorno. Pero en una escena él lo dice clarito: “Soy un castrado, un disminuido al lado tuyo”. Y un hombre disminuido siempre te va a meter los cuernos.
Lunes, 7 de enero de 2013