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¡Messi es argentino! El mejor jugador del mundo ya es Capo en la Selección e ingresó en el corazón de la hinchada
Con un promedio de gol espectacular, letal, líder, capitán, referente y más cómodo que nunca en el esquema de juego que plantea Alejandro Sabella, por fin durante 2012 la “Pulga” demostró las mismas condiciones que lo convirtieron en el mejor jugador del planeta con la camiseta del Barcelona y condujo a la “Albiceleste” a resultados positivos que volvieron a ilusionar al pueblo futbolero. Con 12 gritos en nueve partidos, se consagró como el conductor, recuperó el amor de los fanáticos y llegó a igualar al gran Gabriel Batistuta
El debut de Lionel Messi con la camiseta de la Selección fue el 17 de agosto de 2005 en Budapest, en un amistoso con Hungría, donde se fue expulsado a los pocos instantes de haber ingresado al campo de juego. Si bien tardó muy poco en transformarse en uno de los grandiosos futbolistas de la historia del Barcelona, debió adaptarse durante siete años a las exigencias del combinado “albiceleste” para protagonizar rendimientos similares, defendiendo los colores de su país.
Fue en este 2012 que se cierra, el año en el que la “Pulga” empezó a ser el "famoso" Messi del Barcelona, ese que tanto se pedía a gritos y que puso punto final a los innumerables cuestionamientos de diversos sectores. A gusto con el esquema y la ideología futbolística de Alejandro Sabella, el hombre que lo rodeó a la perfección y le dio responsabilidades vitales que el rosarino supo cumplir, el crack más admirado del planeta se despachó con 12 goles en nueve presentaciones (de a uno, con "dobletes" y hasta con hattricks), rendimientos superlativos, siendo figura en cada presentación, clave para ganarle a Brasil, fundamental para conducir al equipo a la punta de las Eliminatorias y fortaleciendo la estructura de un equipo que, aunque todavía tenga aspectos para pulir, sueña con ser campeón mundial si tiene al mejor de todos en su esplendor. Como si fuera poco, niveló la marca de 12 anotaciones en un año de Gabriel Batistuta, que lo había conseguido en 1998.
Siempre perfil bajo, cómodo con el grupo que conformó “Pachorra” y con la humildad que lo caracteriza a flor de piel (rechazó en cada citación los tratos preferenciales), hizo goles en 7 de los 9 juegos que afrontó y comenzó el año de la misma manera que lo culminó: de manera brillante. La primera presentación fue el 29 de febrero en la ciudad de Berna, contra Suiza, en un amistoso que abrió la competencia FIFA con un triunfo 3-1. ¿Lo mejor? Messi fue el gran responsable y hacedor del éxito nacional con tres conversiones, avisando que algo bueno se estaba gestando.
Para el siguiente compromiso de la Selección hubo que esperar hasta el 2 de junio, cuando el Monumental estaba totalmente a la expectativa de lo que pudiera hacer el equipo y, obviamente, su MVP. Por la quinta jornada del camino rumbo a la Copa del Mundo 2014, Argentina fue un concierto de fútbol, situaciones de peligro y goles: ganó 4-0, Messi se anotó con uno en la goleada y además fue importante en la conducción porque un par de veces se vistió de asistidor (una vez a Agüero y otra a Higuaín).
Su desempeño más descollante de la temporada se dio el 9 de junio, en Nueva Jersey, en una prueba amistosa contra Brasil. Allí, en un cotejo con resultado cambiante y para el infarto, la “Pulga” se cargó el equipo al hombro en el peor momento y clavó tres goles, siendo el último el del triunfo con un movimiento espectacular y un remate que se coló en el ángulo más lejano del arquero para el 4-3 definitivo y muy celebrado. Una vez más, fue el verdugo del clásico sudamericano sobre la hora, como en aquel encuentro de noviembre de 2010 en Qatar (1-0).
Enaltecido por su brillante realidad personal, colectiva y familiar, siguió regando las canchas del mundo con sus gambetas, desfachatez y fútbol el 15 de agosto, más precisamente en Frankfurt, donde también volvió a ser determinante su labor para tomarse una especie de revancha contra Alemania, en un triunfo 3-1 que logró alivar un poco la dolorosa eliminación del Mundial Sudáfrica 2010. Más allá de su buen papel a lo largo de los 90 minutos, también se dio el gustazo de anotar en la red rival.
Sería el 8 de septiembre la segunda aparición en suelo argentino, en el estadio Mario Alberto Kempes de Córdoba, lugar en el que el seleccionado nacional se sacó la mufa de los compromisos anteriores contra Paraguay, se afianzó en la tabla de posiciones y cosechó una victoria 3-1 que incluyó un exquisito tiro libre del más futbolista más desequilibrante, mediante su prodigiosa zurda. El público, que esperaba algo así después de una Copa América fallida, le regaló una ovación inolvidable.
Apenas tres días después, Messi dejó en claro que es humano y, algunas veces, las cosas no pueden salir de forma excelente. En el que fue el peor rendimiento de la Selección en el año, por Eliminatorias, el empate 1-1 como visitante frente a Perú se terminó festejando porque el equipo lució desconectado, apagado y falto de lucidez. El 10 no estuvo ajeno a esta situación y además fue muy golpeado por los locales. Fue el primer partido con la “albiceleste” que lo cerró sin convertir goles.
Como para no dejar dudas sobre su grandeza y notable trabajo en 2012, fue el ideólogo de un triunfo más que relevante frente a Uruguay por 3-0 el 12 de octubre en el estadio Malvinas Argentinas de Mendoza. Con un típico gol de “pescador” abrió las acciones en los minutos más caliente del clásico rioplatense, ejecutó un tiro libre con maestría para liquidar el partido y no se achicó jamás ante un rival que intentó frenarlo con violencia. Nuevamente volvió a ser aplaudido de pie por los simpatizantes que llenaron las tribunas, aunque este reconocimiento fue uno de los más recordados de su carrera.
Y su última gran función, para brindarle una reverencia sin final, fue el 16 de octubre pasado en el estadio Nacional de Santiago de Chile, país en que la Argentina sufrió al principio en la zona defensiva pero después sacó ventaja por la calidad y jerarquía de su jugador-franquicia: frialdad, pisada y alucinante definición para silenciar a la multitud trasandina. Ese día, el equipo se impuso 2-1 y se acomodó bien para empezar a sacar los boletos rumbo a la máxima cita de 2014.
Igualmente, su despido oficial fue en la ciudad de Ryad, en un pobre amistoso 0-0 contra Arabia Saudita que arrojó pocas conclusiones al técnico nacional y que realmente llevó a muchos replantearse la organización de estos exámenes sin demasiadas utilidades. Pero más allá de su sobresaliente presente con la 10 de Argentina y la cinta en su brazo izquierdo más reluciente que nunca, se pudo ver una vez finalizado el encuentro a un “nuevo” Messi: enojado, disgustado y molesto por un empate que empeñó un poquito la buena producción anterior. “Esto no puede volver a pasar”, disparó en su nuevo rol de líder y voz cantante del grupo.
Así cierra el año Lionel Messi, con la satisfacción del deber cumplido, la alegría de su cercanía afianzada con la gente y la tranquilidad a cuestas de que empezó a pagar con goles y buenas actuaciones tras las mil dudas que se montaron sobre su persona. Dominante, maduro, ilusionado y con un sólo sueño por cumplir: dar la vuelta olímpica en el Maracaná con la remera celeste y blanca. Pero antes, alzará bien alto la copa para agradecer y despedir estos 365 días en los que se notó su mejor versión jugando para “todos nosotros”. Mientras tanto, pedirá por un 2013 similar o más destacado aún para encarar el 2014 con todas las luces.
Lunes, 24 de diciembre de 2012