Claudio María Domínguez
QUE LA RUTINA NO TE ALEJE DEL SER
Manos atadas: Cuenta la historia, que había una vez un hombre normal, como todos los demás. Un hombre con cualidades, virtudes y defectos. Un hombre no demasiado distinto a nosotros.
Una noche, repentinamente llamaron a su puerta y cuando abrió, se encontró con un grupo de personas que habían venido a verle. Eran sus enemigos. Enseguida le ataron las manos y le dijeron que lo hacían porque así no podría hacer nada mal. «Se olvidaron de decirle que tampoco podría hacer nada bueno» A continuación se fueron dejando a un guardián en la puerta, para que nadie pudiera desatarle.
Al principio el hombre se desesperó y trató de romper las ataduras, pero al final se convenció de lo inútil de sus esfuerzos e intentó poco a poco acomodarse a su nueva situación.
Con el tiempo fue aprendiendo como subsistir con las manos atadas. Inicialmente le costaba hasta quitarse los zapatos, pero con la práctica llegó incluso hasta alimentarse.
Se acostumbró tanto a su nueva situación que empezó a olvidarse de que antes tenía las manos libres.
Mientras tanto, su guardián le comunicaba día tras día todas las cosas malas que hacían en el exterior los hombres que tenían las manos libres. «Se le olvidaba decirle las cosas buenas que hacían esos mismos hombres con las manos libres»
Y pasaron los años y el hombre llegó a acostumbrarse a sus manos atadas. Y poco a poco llegó a pensar que gracias a aquella noche en que entraron a atarle, él no podía hacer nada malo, «aunque no pensaba que tampoco podía hacer nada bueno» y así empezó a creer que era mejor vivir con las manos atadas.
Pasaron muchos años… y un día, unos amigos del hombre, atacaron por sorpresa al guardián y rompieron las ligaduras que ataban sus manos.
«Ya eres libre», le dijeron. Pero habían llegado demasiado tarde. Las manos del hombre estaban totalmente atrofiadas.
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¿Y vos? ¿A qué te estás acostumbrado? El mayor beneficio para el ser humano es no caer en la mecanicidad de la vida y olvidarse de su esencia vital, nueva y cambiante.
Sábado, 20 de octubre de 2012