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Raúl Barboza: una celebración de la tradición litoraleña
El músico se presentó el jueves en el Centro Cultural Torcuato Tasso, donde continuó la celebración de sus 80 años sólo acompañado por el guitarrista Nardo González.Al modo de un orfebre, Raúl Barboza modela la música y el tiempo, si es que fueran asuntos diferentes: puede entregar velocidad, pero nunca vértigo, construye climas, entrega matices y conquista por acumulación.
Con esa dinámica se presentó anoche en el Centro Cultural Torquato Tasso del barrio de San Telmo, en la continuidad de su gira de celebración por sus 80 años (que ya son 81) y que lo refrendan como una de las referencias mejor establecidas de la música popular argentina.
En la música de Barboza hay un culto a la evolución. El abordaje intuitivo al acordeón cromático, la recuperación de aquella tradición musical que sintetizó el Cuarteto Santa Ana, la expansión sonora de la mano izquierda bajo la luz de Ildo Patriarca, el despliegue técnico y el aprendizaje formal de los años de Francia… Cada etapa arrojó un sedimento.
Mi música se basa en un espíritu de espontaneidad general, ya que nunca interpreto igual cuando estoy en el escenario”
RAÚL BARBOZA
"Soy –en un punto- un improvisador. Es decir que mi música se basa en un espíritu de espontaneidad general, ya que nunca interpreto igual cuando estoy en el escenario", confesó el músico bonaerense que -sin embargo- se convirtió en una referencia de la canción del litoral.
La aparición en el Centro Cultural Torquato Tasso no estuvo desprovista de sorpresa: sólo acompañado por el guitarrista Nardo González, sin el esquema más tradicional de Barboza que suele sumar a esos timbres percusión y contrabajo. El resultado es un sonido más despojado y de diálogo directo con las fuentes de la tradición.
"Se trata, simplemente, la guitarra y el acordeón (o podría ser el bandoneón, aclara) de dos instrumentos que se necesitan", justificó antes de tocar. Y, enseguida, para la apertura, en la misma línea de despliegue argumental, eligió "Con alma guaraní", un chamamé que constituye una cita al bandoneonista rosarino Dalmasio Esquivel.
Dentro de misma sociedad de sonora, que encontró en el tango más desarrollo que en el folclore, se invocó –ya con el concierto avanzado- con "La Calandria", aquella canción que conseguía un sonido impar en el bandoneón de Isaco Abitbol.
Si de eso se trata justamente la vocación del músico, la de encontrar sonidos únicos a partir de una escritura idéntica en el pentagrama, Barboza entregó dos versiones siempre reclamadas por la platea ("Merceditas", "Tren Expreso"), y que otros acordeonistas han identificado como distintivas de la belleza sonora de Barboza, sin que nadie se atreva a intentar copiarlas.
"Mi trabajo -repite- es la improvisación. La iniciativa espontánea del momento. Lo mismo hacían Beethoven o Chopin, que improvisaban en el piano. Mi música expresa esa misma intención", sintetiza.
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Viernes, 27 de diciembre de 2019