CAYÓ EL TELÓN
El chaqueño Palavecino cerró la última luna chamamecera
El Anfiteatro Cocomarola vivió la última jornada de la 22ª Fiesta del Chamamé y 8ª del Mercosur. La presencia del artista salteño se sumó a las actuaciones de Los Alonsitos, Alfredo Monzón y desde Brasil, Shana Muller, entre otros. Con una marcada expectativa por la presencia del músico salteño Oscar “el Chaqueño” Palavecino, se realizó la última noche de la Fiesta del Chamamé.
Y cayó el telón de la 22ª Fiesta Nacional del Chamamé y 8ª del Mercosur. Y esta vez, fue una fiesta para la sorpresa y la emoción porque todo lo previsto fue superado ampliamente. Durante cada una de las nueve lunas chamameceras, el anfiteatro Mario del Tránsito Cocomarola fue ocupado en más del 90% de sus localidades.
Al cierre de esta edición, las gradas, las tribunas y los pasillos fueron otra vez comándose lentamente, pero todo hacía presuponer que otra vez estaría a pleno.
El gran número convocante fue el Chaqueño Palavecino que, por primera vez, participa del gran evento que reúne a los chamameceros de la región. Pero el otro que prometía levantar polvareda era Simón de Jesús Palacio, un músico casi showman del chamamé que invita a bailar, al igual que Los Alonsitos.
La octava velada
En la penúltima luna también se vivieron numerosos momentos emotivos. Sin duda, el más trascendente fue la presentación de Los de Imaguaré, que, como ya es casi una costumbre, la música y la poesía que interpretan cuenta con más seguidores.
Así, con Avío del alma, Compadre que tiene el vino, Promesero de la Virgen de Itatí, entre otras, volvieron a arrancar aplausos y colmar de emoción cientos de corazones que presenciaban el espectáculo, pero también a aquellos otros miles que miraban por televisión. Otro tanto ocurrió con Adiós ciudad de Mercedes, que no solo es el himno de una ciudad, sino una melodía que emociona a todo chamamecero sin que importe su origen.
Pero si de grandes que pasaron por el escenario Osvaldo Sosa Cordero se trata, quienes también hicieron vibrar el anfiteatro fueron Ramona Galarza y Salvador Miqueri. Ambos volvieron a cosechar el reconocimiento –traducido en aplausos– de un pueblo que los lleva en su py’a (corazón en guaraní). Algo similar ocurrió con Gregorio de la Vega, un baluarte chamamecero que también tuvo su merecido reconocimiento por parte del público y de las autoridades del Instituto de Cultura de la Provincia. Su aporte a la música regional no se le paga con plata, como rezan las estrofas de Musiquero, pero bien corresponde que sea valorado.
Pero hubo muchos más aplausos, sapucay y chamamé coreados a lo largo de la noche. También hubo espacio para el grato asombro y, por qué no, hasta la seguridad de que el chamamé seguirá vivo por mucho tiempo. El niño Juan Ignacio Colman, de tan solo 7 años, logró que, con su actuación, el anfiteatro quedara mudo para escucharlo con atención.
Otro tanto ocurrió con Oscarcito Mambrín, quien junto a Cacho Núñez, demostró una vez más que la sangre manda y no se puede negar su mandato.
Lacho Sena y Hugo Leiva también marcaron la cancha y sumaron su invalorable aporte a la música. También fue el caso del santafesino Enrique Llopis y de la brasileña Delinha, quien sorprendió con su respetuosa y ajustada interpretación del chamamé, además de la jovialidad de sus siete décadas y pico de vida.
Miriam Asuad y Juan y Ernestito Montiel también sumaron sus ladrillos para construir una noche que, como cada una de las anteriores, fue memorable.
Hoy, en el día después, comienza el tiempo de descuento para mejorar –lo que fuere necesario– para superar esta edición y preparar la próxima de esta gran fiesta chamamecera. ¡Hasta el 9 de enero de 2013, chamigo!
Lunes, 23 de enero de 2012