Polémica: SEXUALIDAD Y GÉNERO
¿Hay abuso y sometimiento en las fantasías sexuales populares?
Lo que, muchas veces, la imaginación popular propone como estímulo sexual ubica a la mujer en un lugar degradado y abusivo. La psicóloga y sexóloga Adriana Arias invita a reflexionar sobre un "formato" que, para colmo, cuenta con una histórica complicidad femenina. ¿Lo pensamos? ¿Lo cuestionamos? ¿Lo validamos? Te convocamos a opinar y a debatir.
El tema de las fantasías sexuales populares más aceptadas social y culturalmente, tiene una particularidad (inquietante e intrigante) que vale la pena desarrollar.
Aunque todos y todas las conocemos, vale enumerarlas:
* La mucamita
* La nena (en lo posible colegiala, con guardapolvos o uniforme)
* La enfermera
* La prostituta
* La secretaria
* La viuda
En principio, dos aspectos que conjugan a todas ellas, resaltan contundentemente. Se trata en todos los casos de mujeres que por su condición suponen una relación de dependencia y sometimiento con diferentes argumentos. Partiendo de esta base, es sencillo derivar que el "partenaire" de las mismas se trata de un sujeto varón y que, además, es dueño del poder en el intercambio.
En síntesis, lo que la imaginación popular propone como estímulo sexual es ubicar a la mujer en un lugar degradado y abusivo, algo que, obviamente, no nos gusta nada como bastión erótico en la sociedad.
Por supuesto, es sencillo asociar las características de las fantasías populares con el lugar que históricamente las mujeres hemos ocupado en todas las áreas, no solamente en la sexual. Y es inexorable asociarlo con el sostenido formato patriarcal y machista que supimos construir y sostener.
En éste punto, y sin irnos demasiado lejos del tema que nos convoca, podríamos desplegar cientos de argumentos proyectados sobre el varón y su tendencia abusiva hacia nosotras, el placer falocéntrico de someternos y su adueñamiento del formato sexual clásico, esperable y aceptado.
Pero... ¿Y qué de nosotras en el asunto? Indiscutiblemente, bastante tenemos para preguntarnos sobre nuestra posición respecto a la estructura erótica que compartimos. Si al varón lo excita instalar el poder en la sexualidad, ¿qué nos atrae a nosotras de esa escena?
Una hipótesis construida tras decenas de años de trabajar sobre el erotismo femenino me permite denunciar nuestra complicidad sobre la base del típico argumento feminoide que dice que la sexualidad exitosa es aquella en la que nosotras, las mujeres, conseguimos ser objeto de la satisfacción del sujeto varón. Nos encanta sentir que lo poseemos entregándonos a su deseo, no nos atrevemos a poner nuestras pautas, nos cuesta cambiar los códigos, nos sentimos más seguras en el lugar adjudicado.
Y en eso estamos. Intentando reconocernos como seres sexuales autónomos, con necesidades y deseos propios, con derechos adquiridos, con un mundo de fantasías y creatividad aún no dispuesto, con la sensibilidad como bandera a media asta.
Y lo que es más, el erotismo nos espera, nos necesita, reclama nuestra presencia. Para lograr una sexualidad más rica e integrada, para expandirla, para recrearla.
Definitivamente, el destino del amor entre los cuerpos está básicamente en nuestras manos. La sexualidad estereotipada se viene a pique, está claramente en decadencia y, por lo tanto, es nuestro compromiso y derecho refundarla.
Adriana Arias, psicóloga, psicodramatista, sexóloga y autora del libro Locas y Fuertes y Bichos y Bichas del Cortejo.
Miércoles, 29 de agosto de 2012