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Domingo 24 de Noviembre de 2024

VIVIANA CANOSA

"Le preguntaría al Presidente para qué quiere ser reelecto"
"Necesitaba reinventarme, el periodismo de espectáculos me aburría un montón” confiesa la conductora que vuelve el lunes a la televisión totalmente renovada con un programa de actualidad política. Analiza el presente del país, critica el ego y el protagonismo de los periodistas
Confiesa la clave para recuperar su matrimonio: “Vivir en casas separadas es lo mejor que nos pudo pasar".-

"Necesitaba reinventarme: el periodismo de espectáculos me aburría un montón. Iba al canal todos los días y no me tomaba ya casi nada en serio. Todo me causaba gracia", recuerda Viviana Canosa, que supo parar, decir no, y elegir el camino que quería recorrer. Ahora vuelve a Canal 9 con el programa que soñaba hacer.

"No reniego de nada de lo que hice, aprendí un montón. Pero sí, fue un reinventarme, fue un tener tiempo para mí. A veces a uno lo embrutece estar siempre en el mismo lugar", advierte Canosa, que comenzó a los 18 años en Radio Mitre y Radio 10, y se convirtió en una de las conductoras más importantes de la televisión que desde el próximo lunes estará al frente de un programa de actualidad política de lunes a viernes, a las 23 hs por canal 9.

¿Se parecen las vedettes y los políticos? "Sí, es el mismo puterío -asegura Canosa-. Lo que pasa es que si una vedette se pelea con otra, no te cambia la vida ni a vos, ni a tu mamá, ni a tu hija. En cambio, que los políticos hagan desastres nos complica la vida, y a nuestros hijos, el futuro".

"Extraño pocas cosas en la vida, y en general son mis afectos", advierte Viviana, que no añoró la pantalla chica durante su alejamiento. Mientras realizaba un profundo trabajo introspectivo, se acercaba a sus orígenes en el periodismo de actualidad con la radio y con sus entrevistas en Infobae.

"Cuando no trabajo me encanta no trabajar: me gusta el ocio, lo disfruto, leo. No pensaba ni siquiera volver a la tele; pensaba que con la radio y con un diario digital estaba bien, me empecé a priorizar e iba a hacer solo lo que me gusta". Sin embargo, encontró esta faceta que la apasiona. Y ya está lista para su regreso.

—Volvés con un programa político en un año intenso.

—Un año divino. Yo no pienso, como Felipe Solá, que es un año de mierda. Para mí es un año donde estamos todos desencantados, angustiados, sin saber qué va a pasar, pero no de mierda, sino para hacer patriada, para ponernos a trabajar juntos y pensar qué Argentina queremos. Ojalá que la podamos tener.

—¿Cómo fue la vuelta a Canal 9? No imaginábamos este regreso por cómo había terminado ese vínculo.

—Me tomé un tiempo para sanar muchas cosas, no solo para estudiar, para informarme de otras cosas. Claramente no fue la mejor partida pero, como en la vida, al principio me enojo, después reflexiono, después me vuelvo a enojar, después me da ira, después me da bronca, y después digo: "La que más pierde si sigue enojada soy yo". Y automáticamente empiezo a trabajar para sanar. Lo hago con todos mis vínculos, y lo hice con el canal. Muchas veces mucha gente me decía: "Si querés hacer tal cosa podrías hacerlo en el 9". "En cualquier canal menos en el 9, no me van a llamar nunca más", respondía. Algo que me gustó de lo que me pasó en estos años fue que dije que no a muchísimas cosas. Me volví muy intuitiva y rechacé, no te voy a decir un millón de cosas, pero la verdad que otro en mi lugar, sin trabajo, viviendo de sus ahorros… Para mí fue muy duro todo. "El cambio tiene que ser rotundo y me la voy a bancar como una lady, yo esto no lo quiero hacer más, quiero ir por acá y voy a hacer esto". Le perdí el miedo a la muerte, le perdí el miedo a las enfermedades, le perdí el miedo a todo. En todos estos años yo trabajé mucho en mis emociones, y crecí.

—¿Te tentó que tu marido, Alejandro Borensztein, estuviera vinculado al periodismo político, que escribiera sobre esto?

—No, para nada. Porque además nosotros somos una pareja muy relajada, corremos el trabajo. Sí se habla mucho de política en mi casa, es imposible no hacerlo. Además, nos conocimos justamente hablando de política.

—¿Piensan parecido?

—Yo lo escucho mucho a él, lo admiro, pero no pensamos tan parecido. Es muy gracioso porque los domingos después de la columna de Alejandro, a las 8 de la mañana miro mi teléfono y tengo a tres o cuatro políticos que me llaman para decirme: "Decile que tal cosa, que no es tan así". Y yo les respondo: "Llámenlo a él, arréglense". El otro día le dije, riéndonos: "Che, voy a arrancar el programa, te pido por favor ojo con lo que vas a escribir. No me compliques la vida".

—¿Ya sabés a quién vas a votar este año, o creés que algo de lo que pase en el programa te puede cambiar la mirada?

—El programa va a ser súper plural, van a estar todos. Ya en la primera semana se verá claramente porque estarán todos los colores políticos. Voy a tratar de no juzgar y de escuchar, que es algo que últimamente en el periodismo se ha perdido porque el periodista quiere ser más protagonista que el político, que el actor, que el artista, que el mundo; quiere ser el título, y el ego está insoportable. Me gustaría tener la humildad de poder guardarme un poquito mis opiniones. Las voy a plasmar, por supuesto, pero no todo el tiempo. Quiero escuchar a todos.

—Si después de unos meses de programa llegás a casa y decís: "Mirá, mi amor, voy a votar a Cristina", ¿no peligrará tu matrimonio?

—No. Si mi matrimonio peligrara por eso estamos en un problema, y nos tendríamos tenemos que divorciar otra vez ahora, hoy, antes de empezar (risas).

—¿Se volvieron a casar?

—No, no.

—Se juntaron.

—Duramos muy poco divorciados porque fui muy mala como mujer divorciada. Mala en el sentido de que no me la banqué. No soy tan moderna ni soy tan canchera. Era algo que necesitábamos. En mi caso particular, lo conozco a Alejandro; al poco tiempo me pide tener a Martina. Me quedo sin trabajo, mi vida empieza a cambiar: me convertí en una mujer de su casa porque amo ese rol, es el que más me gusta de todos, ser mujer, esposa, madre. No lo podrías creer. Me gusta lo que construí. Pero no encontraba lo otro. En un momento sentí que colapsé, no era la vida que yo quería llevar, y tomamos la decisión, que fue muy impactante porque yo nunca me había divorciado. Estuvimos cinco meses separados pero no dejamos de vernos nunca, ni de estar juntos nunca. No es que nos habíamos separado por falta de amor, era básicamente que somos dos neuróticos. Él tiene 40 mil TOCs; yo debo tener otros tantos, o más. Ahora vivimos en casas separadas y somos muy felices.

—No sabía que vivían en casas separadas.

—Sí, es lo mejor que nos pudo pasar. A mí sobre todo, porque aunque él va a decir todo lo contrario, él era muy… Es un hombre de 60 años al que yo no puedo cambiar, y tiene muchas mañas.

—¿Nunca vivieron juntos?

—Sí, en un período corto, ensamblados. Yo vivía en un lugar, me embaracé de Martina, tuve a Martina; Martina vivió un año y pico conmigo y después nos casamos e hicimos este chino de vivir todos juntos. Un día nos miramos y dijimos: "Bueno, esto es como mucha neurosis junta". Yo soy muy relajada.

—¿No se van a volver a casar?

—A mí me encantaría. Sí, sí, a mí me encantaría. No sabía lo que se sufría en un divorcio. Lo que más me irritaba era que me llamaba 68 veces por día. A propósito, obviamente. Cuando le abría la puerta, era como una cosa que se me notaba en la cara que lo amaba, y él me miraba y yo decía: "Este tipo no puede más de amor". Hasta que un día fue muy genial porque estábamos en la puerta del colegio de Martina, no me acordaba si le tocaba ir a buscarla a él, y para no llamarlo fui igual; si le tocaba a él, me iba. De repente me dice una mamá: "No te des vuelta pero te está mirando, se está por desmayar". Me dijo una frase muy guaranga. Yo ya me había dado cuenta igual que el corazón me empezaba a latir más fuerte. Ese día fue muy genial: nos fuimos a casa, Martina se fue a merendar a la casa de una amiga, y nos reconciliamos para siempre. La persona que trabajaba en casa se dio cuenta que la puerta de mi cuarto se cerró y no salíamos nunca más. Yo igual te soy una remadora en la vida; solo me detengo cuando siento que ya hice todo. Sentía que el amor no estaba terminado pero que de esa manera se iba a desgastar.

—¿Te puedo volver a ver embarazada?

—No, eso no. Me empecé a cuidar cuando nos reconciliamos. Me hubiera encantado cuando Martina tenía unos dos años, pero no me animé por los miedos que aparecen. Hasta hace dos años en mi cabeza todavía era un tema en terapia, que no terminaba de cerrar. Sí, hubiera tenido un montón de hijos más si todos fueran como Martina, que es un sol, es una cosa increíble.

—Hablemos de política. ¿Esperabas más de este Gobierno?

—Creo que todos esperábamos un poco más. Lo que más me angustia de este momento de la Argentina es que nadie sabe qué va a pasar. Le preguntaría al Presidente, entre otras cosas, para qué quiere ser reelecto. Ojalá lo consiga, me encantaría.

—¿Ojalá consigas preguntárselo, u ojalá consiga Macri ser reelecto?

—Todo. Qué sé yo. Supongo que él quiere ser reelecto. No sé, me contará por qué…

—No entendía si estabas diciendo que ojalá Macri sea reelecto o que ojalá puedas hacerle la pregunta…

—No, no, yo quiero tenerlo a Mauricio Macri en mi programa como quiero tener a (Axel) Kicillof, como quiero tener a (Roberto) Lavagna, a Cristina, a (Sergio) Massa y como quiero tener a todos. Ahora se viene un paro general, desde que soy chica recuerdo que el paro general siempre me llenaba de angustia, y me sigue llenando de angustia hoy. Todo el mundo tiene derecho a hacer paro, pero te angustia que las cosas no sigan saliendo.

—Así y todo, es el primer gobierno no peronista en muchísimos años que va a terminar su mandato en tiempo. Es un logro de la democracia.

—Los argentinos entendimos la democracia a fuerza de muchos errores y muchas cosas. El otro día estaba en el Centro Cultural Kirchner, en un homenaje a Raúl Alfonsín, y cuando ves a semejante estadista decís: "¡Ay, Dios mío! Que aparezca uno así…".

—Que poco lo valoramos en su momento.

—Que poco lo valoramos. Lo escuchaba, escuchaba sus discursos, y es para llorar a mares. Los argentinos estamos mucho más democráticos. Aunque hay una grieta insoportable, aburrida, apagada.

—¿A quién le sirve?

—A esta altura se tienen que dar cuenta de que no le sirve a nadie porque además hay mucho descontento, hay mucho indignado. A la mañana voy caminando a dejar a mi hija en el colegio, va la gente con el perro y una cara de amargura… No sabemos para dónde vamos: el que tiene trabajo tiene miedo de perderlo, el que no lo tiene no sabe cómo recuperarlo. Se supone que las tarifas eran regaladas, entre comillas, pero hoy no las podés pagar. La situación es muy angustiante.

—Nosotros en este espacio charlamos con mucha gente gente que defiende o que ha defendido mucho a este gobierno, como por ejemplo tu concuñado, Oscar Martínez.

—Los domingos en la casa de Berta (Szpindler, su suegra), con Oscar es una cosa que yo a veces digo: "Vamos a un corte". Oscar se nos deprimió, Oscar está apretado…

—En la última oportunidad que tuve de entrevistarlo, Oscar Martínez decía que de cara a las elecciones, había cierta desesperanza.

—No, bueno. Pero si lo nuevo es Tinelli yo también te digo: "Bueno…". ¿Entendés? Está mal una cosa, está mal la otra, no nos sale nada. Pero si aparece Tinelli como el futuro presidente, estamos en el horno. Lo respeto como profesional, pero estamos perdidos.

—A Tinelli como candidato a presidente, ¿qué le preguntarías?

—No me lo tomaría en serio a Tinelli candidato a presidente así que tendría que pensar la entrevista, tendría que armarla. Lo que sí le preguntaría es por qué presidente, por qué no intendente de Bolívar. Todo el mundo quiere ser presidente, debería haber una escuela de presidentes. Estudien, prepárense. No es que "yo quiero ser presidente". ¿Y qué sabés vos para ser presidente? Igual, yo tengo el récord: los voté a todos los que dejaron el país como está. Voté como la mayoría de la gente, y no me equivoqué: yo tengo que pensar que la gente quiere hacer las cosas bien. Ahora, que aparezca alguien de la nada y te diga: "Quiero ser presidente". Ahí es cuando decís: "¿Cómo? Esto es oportunismo puro, ¿por qué presidente?". No lo digo solo por Tinelli: todos quieren ser presidente. Esta Argentina de inmigrantes, de abuelos que venían en el barco, que dejaban a las esposas en Europa con los cuatro pibes y venían acá a trabajar un año, a comprar el terreno, armar la casa, la pensión y qué sé yo, y que después iban forjando la cultura del trabajo y del esfuerzo… Hoy todo es YouTube, todo es rápido. No, flaco, hay que laburar. La cultura del trabajo se va perdiendo. Para conseguir cosas hay que esforzarse.

—Hablaste recién de la cultura de inmigrantes, y uno de los temas que va a aparecer en campaña tiene que ver con la política migratoria. ¿Cómo te impactan esas discusiones?

—Me encanta ir a un bar y ver mozos colombianos, venezolanos. Me emociona. Me da orgullo que esa gente venga a estudiar acá. Lo que se debate es si es un chorro, un asesino, pero eso me da lo mismo un argentino que un venezolano que un chino. Ese es un delincuente, que se vaya.

—No te agarra esa cosa de"¿Por qué con mis impuestos…?".

—No, no me da ni un poco eso. Al contrario, me da bronca cuando un argentino se queda varado en un país, tiene un problema de salud y le cobran 500.000 dólares porque lo tienen internado dos semanas. Este país no tiene que perder eso. Este país recibió a mis abuelos: yo soy ciudadana española. Ayudemos a que los que la están pasando mal vengan acá, abrámosles las puertas. Lo que pasa es que en el medio de todo el despelote nacional, la gente opina cosas que a veces son muy crueles.

—¿Cuáles son los temas que te duelen?

—Ver chicos que no tiene para comer y que no pueden ir al colegio me fractura igual que mi hija. Te juro: me parte. Martina tiene una edad en la cual yo tengo que explicarle cuando vamos a comer y entra un chico a pedirnos plata o pedirnos comida en una mesa. No hay nada para un padre más doloroso, ni quiero pensar para ese padre, que tu hijo no tenga para comer. Y no poder educarlo, que ese chico no tenga el mismo derecho que tu hija, que mi hija… La Argentina fue otra cosa. "Mi hijo, el doctor". La Argentina fue otra cosa.

—Movimiento social.

—Sí, la educación pública era algo maravilloso. Todos los chicos eran iguales. Entonces tu primaria, tu secundaria, tu universidad era pública. Se mezclaba el hijo del encargado del edificio con el hijo del médico, con el hijo del abogado, con el hijo de Tato Bores.

—Te falta decirme qué le preguntarías a Cristina.

—A Cristina le haría una entrevista profunda, no le diría nada acerca de la política, hablaría de ella como mujer. Me intriga profundamente saber quién es.

—Más allá de que estás bien económicamente, podés ver la realidad que se está viviendo.

—Durante seis años viví de mis ahorros. Es imposible no ver la realidad para cualquier ciudadano normal. Y además, me gusta la solidaridad: es una cosa que también le inculco a mi hija porque vos tenés, pero tenés que compartir siempre. Lo que pasa es que antes uno sentía que eso estaba más lejano; ahora lo ves todo el tiempo, en todos lados. La gente está mal, está angustiada, nos decimos cosas feas. No llevar un plato de comida a tu casa debe ser lo peor del mundo porque no es: "Ah, qué vago, no quiere trabajar". No debe haber nada peor que tu hijo te diga: "Tengo hambre", y vos le digas: "No tengo para darte". Pensar que hoy hay un 35% de pobres y de eso no sé cuántos niños son que no comen, es para morirse… Cuando a la noche vuelvo a mi casa y veo a veces familias en la calle, pienso que uno a veces tiene un día de locos dice: "Tengo hambre". ¿Qué hambre? No tenés hambre, eso no es hambre.

—Hay una tranquilidad en llegar a casa y verla dormida, calentita, segura y con la panza llena a Martina

—Sí. Yo se lo deseo a todo el mundo eso, sí. Me parece que tenemos que desearnos eso, los políticos tienen que querer eso. Si tu familia no está bien, nada está bien.


—¿No me vas a contar quién va a estar el lunes?

—Es el presidente de la Nación, Mauricio Macri. Te lo estoy dando como primicia. Mauricio Macri es el primer invitado. Pero te compenso al día siguiente. Va a ser un yin y un yan todo el tiempo. Arranco en un mano a mano con el Presidente. Es por categoría le toca a él: que nos expliqué dónde estamos, por qué estamos así, para los que lo votaron, para los que están desilusionados, para los que lo quieren votar, para los que no lo van a votar, para los que dicen "lo voté a él y ahora quiero votar a Cristina". Claramente algo pasó que si en el 2015 pensamos que votando a Macri, Cristina se iba a su casa y se dormía una siesta, todavía no dijo que es candidata, pero si el debate presidencial va a ser Cristina y Macri, Macri y Cristina, es que algo pasó en el medio que se complicó.


Sábado, 20 de abril de 2019
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