Nicolás Vázquez:
"El momento que vivo arriba de un escenario, con una obra que hace reír y que modifica a la gente, me hace sentir pleno"
Armó "Una semana nada mas" a gusto y piacere. "Quería que fuera mi obra, en todo sentido", dice sobre la comedia que se monta en el Teatro Nacional. Y que junto a Benjamín Rojas y Flor Vigna ya convirtió en éxito.-
Tras el éxito arrasador de El otro lado de la cama, Nico Vázquez vuelve al teatro con Una semana nada más. Repite la exitosa dupla con Benjamín Rojas, y suma a Flor Vigna: "Estoy feliz, fue un arranque explosivo", cuenta en su doble rol de actor y productor de la obra.
"Siempre me gustó la producción artística y el trabajo en equipo. Tengo muchas ideas, pero si vos no las bajás con el equipo correspondiente la podés tirar afuera. Si bien yo venía trabajando con El otro lado de la cama desde las sombras, en esta quería que fuera mi obra, en todo sentido. Mi equipo, poder armarlo con la gente que quiero, que admiro y que es muy talentosa, pero sobre todo buenas personas", cuenta el marido de Gimena Accardi.
Eso, en el teatro. ¿Y como productor de televisión? "Estoy con algunas cosas, pero no para la televisión local porque es muy difícil ingresar. Lamentablemente, tenemos pocos canales que puedan tener una ficción".
—Al final de la obra le hablás a la gente y pasa algo muy lindo en ese ida y vuelta con el público.
—Sí. Lo empecé a hacer desde muy chico en un unipersonal que se llamaba Mutando. Lo recibía muy bien el público, pero también lo hago para mí: soy un poco egoísta porque a mí me hace bien. Si no me lo prohíben mis socios no puedo dejar de hacerlo. Es una una energía que me llega, me hace bien; no te la podría explicar, la tenés que vivir.
—Hay algo de eso en lo que decís: disfrutar del día a día, ser feliz, poder quedarse con lo chiquito que a uno lo llena.
—La vida es un instante, no tengo dudas de eso. La felicidad también son momentos. Hoy, más maduro, lo puedo entender. Cuando era más chico pensaba que la felicidad se podía tener todo el tiempo, vivir con exceso de felicidad, y hoy me doy cuenta de que no, que son momentitos que está bueno disfrutarlos. El momento que yo vivo arriba de un escenario y en este estilo de obras que hacen reír, reír, reír y que modifican a la gente, no te lo puedo explicar. A mí también me pasa algo.
—Quienes tenemos la fortuna de trabajar en lo que nos gusta contamos con un privilegio enorme. Es un momento muy difícil, tener trabajo y en lo que a uno le gusta es tener un montón.
—Cien por ciento. Y está bueno lo que vos dijiste, porque dijiste en un momento difícil, y no debemos tener que esperar un momento: hay que disfrutar siempre porque somos realmente bendecidos.
—¿Lo supiste siempre o tiene que ver con los cachetazos que te fue poniendo la vida?
—Te juro que siempre. La diferencia es que a mí me tocaba estar del otro lado, escuchar al que le pasaba algo, ser el coaching, porque amo eso, soy un estudioso de eso. Acompañante terapéutico era lo único que me gustó y que fui a estudiar a la UBA. Cuando me pasó, me encontré que no es lo mismo la teoría que la práctica. Yo decía: "Pensaste que la tenías clara cuando le dabas el consejo al otro, ahora que te pasa a vos, tenés que saber utilizarlo, y ahí cambia". Pero bueno, al tener la posibilidad de saber y creer en lo que vos le dabas al otro te resulta un poquito más llevadero.
—Y en todo hay un aprendizaje.
—Siempre. Lamentablemente, siempre.
—La obra habla de la convivencia y ciertos problemas que empiezan a aparecer. Si le pregunto a Gimena, ¿en qué momento sos insoportable?
—Nosotros tenemos una muy buena convivencia, nunca tuvimos un problema en la pareja como convivencia. Problemas hemos tenido como cualquier pareja, me gusta aclararlo, porque llevar tanto tiempo, amarnos tanto y respetarnos…
—¿Cuánto llevan ya?
—Más de 11 años.
—Es un montón.
—Es un montón. Pero también es raro decir "es un montón". A veces lo hablo con ella y digo: "¿Por qué le damos tanta validez al tiempo? Si nosotros no lo sentimos". Obviamente que la pasión va pasando, como en cualquier pareja. Ya no es lo mismo, no hacés el amor siete veces por semana. Quiero decirles que no soy Sting. No sé cómo hace Sting (con el sexo tántrico), que me cuente porque es increíble. Sobre lo que me preguntaste, yo soy bastante ordenado, no me tiene que seguir atrás. Mi ropa la meto yo al lavarropas, yo te levanto un plato, todo. Pero hay muchas cosas que hago muy mal; por ejemplo, lavo muy mal.
—¿Los platos o la ropa?
—Todo. De hecho hay una situación que robé y metí en la obra. En un momento le digo a Flor: "Te quiero ayudar". Y me dice: "No, mi amor, lavás muy mal". Se ve que muchas se sienten identificadas. Y yo decía: "Gorda, pero si lavé todo…". Entonces un día me dice: "Vení, mi amor, vení un segundo, ¿cuánto usaste de detergente?"; "No, usé mucho"; "No está bien pasado, mira esto, todo esto es grasa". Y tenía razón. Desde cosas como que no toco la cocina, no cocino, entonces por ahí: "Mi amor, ¿dónde está el plato?"; "Mi vida, no van ahí abajo, allá. ¡Cómo se nota que vos por acá no pasás nunca!". Con esas cosas se divierte mucho, y ella tiene algunas cosas que he robado para meter. No es maniática pero cuando tiene un día malo pasa por la limpieza y el orden. ¿Y sabés qué? ¡Lo voy a contar, Gimena! Le gusta mucho la sobremesa, pero apenas terminamos de comer le gusta levantar el plato y ya que se vaya de la mesa, y por ahí estamos todavía picando y arrancó la charla y ella… "¡Gorda"; "No, pero estoy levantando"; "Es que estamos en el mejor momento de la charla, esperá que terminemos"; "Es que yo necesito hacerlo porque…".
—¿Qué pasa si viene hoy después de 11 años y te dice: "Mi vida, probemos el poliamor"?
—Creo que yo no me lo bancaría. No soy celoso del día a día, a mí me encanta, soy de potenciarla: "Amor, ponete esa pollera, ponete esto". Me encanta todo eso, soy lo contrario a muchos hombres: a mí me gusta que ella se muestre, que salga.
—¿Te gusta que ella guste?
—Me encanta. Que ella tenga su vida, como tiene que ser. Parece que estoy hablando de algo que no tendría que ser normal, pero a muchas parejas no les pasa.
—Hay algo de la admiración por el otro que es muy importante, y que enamora.
—Me tiene que parar a mí. Le saco fotos en la playa o le hago cámaras ocultas muy famosas en Instagram. Y me dice: "Amor, no, no, no, no me subas de atrás porque se ve mi cola". Le digo: "Sos hermosa". Pero con el tema de eso soy… No podría aguantar saber que está con alguien o compartir la mujer que tanto amo con alguien. Lo hemos hablado y a ella le pasa lo mismo. Me es difícil y no porque sea un pacato, no puedo imaginármelo. Hoy estoy bien; si mañana siento que no me pasa lo mismo prefiero dar un paso al costado. Es buenísimo que nos sigamos eligiendo, no es un contrato para toda la vida. Hoy nos amamos con locura, nos elegimos y está todo bien. Mañana podría ser de un día para el otro que ya no, y no sería raro; un día pasa que se te apaga y se te apaga. Hay que saber entenderlo y aceptarlo.
—No pareciera que vaya a suceder pronto porque se te escucha enamoradísimo.
—Sí, la verdad que sí. Y desde otro lugar, uno al principio se enamora de la admiración, pero hay una cosa física que también te atrae mucho. Después empieza a aparecer fuerte el humor, el compañerismo, sobre todo cuando pasás las buenas pero también las malas. Eso a mí, por lo menos, me enamora. Además de estar buenísima, ¿no? El boludo está diciendo todo esto pero la mina es una bomba y es una actriz de la puta madre.
—¿Hay un capítulo que va a llegar en algún momento con la paternidad?
—Seguramente sí, no tengo dudas. No lo apuramos. Estuvimos en un momento y fue muy lindo y muy importante; después, nos quedamos ahí. Hoy lo empezamos a hablar de vuelta. Es algo que otra vez empieza como a… Pero no desde el lugar ya, nos entregamos un poco al destino y al Universo.
—No hay una urgencia, sí el deseo de cuando tenga que ser.
—Hasta hemos hablado el tema de seguir disfrutándonos así: "Che, pará, fijate que Jorge o Tito, van por el segundo y este se separó y este…". Estamos bien así. Nos encantaría, somos los mejores tíos. Es tremenda la conexión que Gimena tiene con los chicos, igual que yo, pero no es algo que sea el deseo de nuestra vida, el deseo de la pareja.
—¿Cómo vivís todo lo que está pasando con las mujeres?
—Me pone feliz y me llena de orgullo ver la fuerza que tienen, la lucha, cómo empieza a cambiar la mirada, no solo de las mujeres en este caso que son las que tienen la fuerza y son las que llevan adelante esta lucha. Me pone muy feliz que estén logrando tantas cosas y que de a poquito vayamos entendiendo nosotros, como sociedad. Gracias a Dios, en Argentina la mujer tiene mucha más fuerza. En muchos lugares del mundo están diciendo: "¡Guau! Qué fuerza…". El hombre tiene que saber acompañar. Me gusta escuchar a la mujer, me gusta aprender; tenemos que desaprender un montón de cosas. Hace poco le dije algo a Gime: "Mierda, todo lo que están logrando las mujeres, y nosotros, los hombres, no podemos ni siquiera arreglar un partido de fútbol y tenemos que ir a jugarlo allá, a Madrid". Hay que empezar a entender también que esto no es una guerra entre hombres y mujeres, feministas y no feministas, machistas. No, no, esto es algo que nos tiene que unir a todos. Y empezar a entender que lo que todos queremos es un mundo mejor. Sin muertes, con igualdad, con los mismos derechos.
—¿Qué te pasa cuando salís del teatro y ves gente durmiendo en la calle?
—Parece que me hubieras leído la mente. Entré recién y había un señor en la puerta durmiendo. Qué diferencia, ¿no? Yo entrando a un teatro lleno a hacer lo que me gusta, tener mi techo, mi plato de comida, venir recién de estar tomando un mate con mi hermana, con mi mujer, con un amigo, mi sobrina, y este tipo está acá. No sé qué historia tiene, no sé qué familia tiene, pero está durmiendo en la puerta del teatro donde hoy van a entrar 950 personas. ¿Por qué? Es inexplicable. No es nuevo. Si te digo que es nuevo te estaría mintiendo, lo he visto siempre. No me animaría a hablar de estadísticas porque no entiendo mucho de política, pero sí trato de querer un país mejor, siempre. Y veo que esto sigue pasando. Y si me preguntás a mí si veo salida, no lo sé, lo veo difícil… Creo que todos queremos lo mismo, queremos una Argentina mejor, sí, pero hasta que no veamos un cambio realmente grande y empecemos a ver que todo el mundo está mejor, no nos vamos a sentir bien. Yo por lo menos lo sufro y sé que a todos nos pasa, no sé qué más se puede hacer. Me gusta ayudar, ayudo mucho, en silencio. Trato de que a ese tipo que estaba hoy le llegue todas las veces que pueda un plato de comida. Hasta hemos tratado, y también está bueno decir esto, de ayudar a mucha gente a salir de la calle y a veces no quieren, porque hay que entender que tienen una historia por ahí… "No, refugio no. Yo estoy bien acá, ¿por qué me vienen a buscar?". Yo he visto que lo han venido a buscar.
—La problemática de la calle tiene un montón de variables que se ponen en juego.
—Entonces estás en una disyuntiva muy difícil. Lo que quiero es que la gente cada vez esté mejor y que todos seamos felices. Tener un espectáculo diciendo más humor y más amor, tiene que ver con eso. Está bueno como ser humano no subir los vidrios polarizados, sino estar atento, en la mínima ayuda, poder escuchar a la persona qué necesita. Pasa todo el tiempo. Cuando conectás, es de lo mejor que te puede llegar a pasar, porque a lo mejor ese tipo lo único que está necesitando es que vos lo escuches…
—Que lo mires.
—Primero que lo mires, y después, si lo podés escuchar… El otro día, que hicimos algo ahí con un amigo con un negocio que pusieron en Nordelta, un café, me dice: "Pibe, yo soy bachero". Entonces ayudarlo a poder llegar a ese tipo que por ahí lo mira desde otro lugar, le da miedo, vive en la calle. "Vení, te voy a contar, a este tipo le pasó esto, esto, esto y esto, quiere pum, pum, pum". Bueno, ya presentó un currículum, lleva una bolsa de ropa, cada vez que podemos lo invitamos a desayunar con nosotros. Parece una boludez, pero para ellos es muy importante. Ahora te lo conté porque salió acá, pero hacerlo en silencio. Algunas veces hacemos cosas nosotros, los conocidos o los famosos, porque nos llaman de Fundaleu. A mí me costaba hacer eso y un día entendí que eso contagiaba al otro y había que hacerlo. Pero también hay que hacer del otro, que es en silencio. Hay fundaciones que trabajan increíble, la Fundación Sí, lo que hace Manuel Lozano. Ese sí que ayuda: parece que el Señor bajó, y es él.
—Si hablamos en cinco años y salió todo genial, ¿cómo te encuentro?
—Lo único que quiero es que me encuentres más fuerte, que me encuentres con felicidad, con mis seres queridos que más amo, que podamos seguir hablando de teatro, que podamos seguir hablando de que sigue viniendo la gente a pasarla bien y a modificar su día, que es lo más importante. Y ojalá también hablemos un poco de lo que hablamos recién, que esté un poco mejor todo. Que el señor no esté acá en la puerta. Por más equilibrio, pero sobre todo eso, ojalá que me sigas encontrando haciendo lo que más me gusta, que es hacer reír. Ni siquiera actuar; hacer reír.
Sábado, 26 de enero de 2019