Se descuenta que, en los encuentros sexuales, el hombre conduce
Pero, ¿qué pasa si ella toma el control?
La princesa de la torre espera a que su rey suba. Mientras, teje, borda, cepilla su cabello. Pero, ¿qué pasaría si un día la bella dejara sus pasatiempos y bajara ella misma a buscar al de la corona?. Las mujeres que toman la iniciativa en el sexo tiran por la borda siglos de costumbres sexuales en las que el hombre marcaba el ritmo y la forma de los encuentros.
Aunque todavía queda la impronta del hombre conquistador y la mujer conquistada, para Victoria Alfaro, sexóloga clínica integrante de la Sociedad Argentina de Sexología Humana (SASH), las cosas “afortunadamente” van cambiando.
“Nuestra cultura occidental es la que ha impuesto que sea el hombre el que pida, solicite y avance en la cama, pero la práctica de que sean ellos los que manden en el sexo no es totalmente aceptable”, asegura y señala: “Esto, para las nuevas generaciones, de a poco se va modificando y regulando”.
Mujeres con actitud
Que el sexo sea más igualitario hace bien. ¿A quién no le gusta ser deseado? Por lo tanto, ¿quién no desea que el otro manifieste ese deseo tomando la iniciativa? Pero ¿cómo se ve a la mujer que “avanza”? Alfaro dice: “Ni ‘atorrantas’ ni adictas al sexo, sino mujeres con actitud. Son una especie de geishas modernas, más cultivadas en el arte de amar y con más inquietudes que sus compañeros en cuanto a posiciones, juegos sexuales y caricias”.
En la vida real no todo es tan abierto y la decisión de avanzar, a veces, concita miradas reprobatorias. Muchos no admiten perder el rol del macho dominante. Los problemas que genera enfrentar a una mujer que avance atraviesan edades, estratos sociales, y están más relacionados con la inseguridad y el miedo antes que con las pautas culturales o familiares.
“El hombre generalmente se siente más seguro cuando es el que determina y quién inicia el juego sexual y espera que sea la mujer la que acepte o rechace esa propuesta. Muchas veces, cuando se invierte ese orden el final es un encuentro frustrado”, describe el sexólogo Martín Ruiz.
Es atendible. En lugar de mayor excitación, una mujer avasallante puede inhibir. “Si el avance es muy explícito, sobre todo en los primeros encuentros, el varón puede incomodarse”. Y la situación tiene un correlato químico, “el cuadro de estrés hace que el cuerpo produzca más adrenalina y lleve más sangre a brazos y piernas en lugar de a los órganos sexuales y al hombre le cueste más cumplir”. Para evitar repliegues o huidas inesperadas, lo recomendable es que el avance femenino suceda de manera sutil, haciendo sentir que ellos participan.
“Democratizar” el sexo
Tomar la iniciativa no es fácil. “Muchas veces las mujeres también nos sentimos intimidadas porque le tememos a qué pensarán si nos ven activas”, dice Alfaro.
El problema no es quién toma la iniciativa, sino que sea siempre el mismo. “La salud sexual tiene que ver con la capacidad de adaptarse a los diferentes tiempos de la pareja”, advierte el sexólogo Patricio Gómez Di Leva. “Es probable que la mujer que no pueda decidir cuándo tener relaciones sexuales tampoco pueda decir, por ejemplo, dónde ir de vacaciones. Esa relación cosifica a la mujer, le quita libertad y deriva en falta de deseo”, agrega.
Los especialistas coinciden en que la rutina es lo peor que le puede pasar al sexo. Y las princesas aburridas son difíciles de conformar.
La democratización del sexo, está comprobado, da buenos resultados. Y a veces un príncipe encerrado en su alcoba esperando a una doncella Alfa puede ser un final mucho más feliz que el que nos cuentan desde chiquitas.
Sábado, 18 de agosto de 2012