OBISPO DE SANTO TOME
“Nos duele que Itatí haya sido ensuciada y profanada, porque es un santuario de vida”
Sin nombrarlo, se refirió al narcotráfico y al daño que este genera. Expresó su repudio al flagelo pero ratificó el rol religioso del suelo itateño. Cosechó numeroso aplausos. Luego, pidió cultivar la generosidad para “suturar las grietas que se abren en las comunidades”.
La misa central de la 38º Peregrinación Juvenil del NEA fue celebrada por el arzobispo de Corrientes, Andrés Stanovnik, pero la homilía la brindó el obispo de Santo Tomé, Gustavo Montini, quien se refirió al daño que generó y genera el narcotráfico en Itatí. Luego, se explayó sobre la necesidad de cultivar la generosidad para -entre otras cosas- “suturar las grietas que se abren en las comunidades”.
“Hemos llegado a Itatí después de mucho andar y de mucho sacrificio. Lo hemos hecho porque sabemos que aquí está nuestra Madre, que nos espera y nos abre su corazón para que podamos abrir y apoyar el nuestro. En su corazón encontramos paz y sosiego. Nuestra vida se ve restaurada y nuestro corazón revive. Itatí para nosotros es santuario de vida”, comenzó diciendo el Obispo. Tras lo cual acentuó: “Nos ha dolido y nos duele que este lugar, Itatí, haya sido ensuciado y profanado”.
Sus palabras generaron un intenso aplauso por parte de la multitud peregrina. Es que, aunque en forma tácita, habló sobre un hecho que generó tristeza en la feligresía: la megacausa de narcotráfico registrada meses atrás en la localidad y que derivó que ésta fuera noticia a nivel nacional.
Luego, Montini prosiguió diciendo “a las sombras del Santuario que custodia a la “Tierna Madre”, se iba gestando un subsuelo infame. Este lugar, santuario de vida, se veía ensombrecido por tinieblas de muerte. En la oscuridad de la noche –siendo incluso de día- asestaba silenciosamente el reino de la impunidad, de la muerte y del horror. La vida humana se veía sigilosamente arrinconada y amenazada. Se empoderaba de esta manera un nuevo dios, detestable, a cuyo culto se sacrifican jóvenes vidas humanas”.
“Un dios de impiedad, presente incluso hoy, en tantos lugares de nuestra región y de nuestra Patria”, subrayó.
Cuántas veces
Tras aquellas expresiones, el obispo centró su mensaje en la necesidad de “cultivar la generosidad, sobre todo en los ámbitos del perdón y la reconciliación”.
En este contexto, dijo “María nos abre el corazón y nos pone frente a Jesús que nos ha regalado su Palabra. ¿No sé cómo les ha sonado a ustedes? En mí, ha dejado un eco aquella dramática pregunta de Pedro: “Cuántas veces tendré: cuántas veces tendré que perdonar, pero también podríamos preguntar…, cuántas veces tendré que ayudar, cuántas veces tendré que recomenzar, cuántas veces tendré que portarme bien, cuántas veces tendré que poner la cara, cuántas veces tendré que hacer bien las cosas, cuántas veces tendré que caminar contra corriente, cuantas veces tendré que servir, cuántas veces… ¿hasta cuándo? ¿hay un límite?”.
Sobre lo cual aseveró que “la respuesta de Jesús a Pedro, a los apóstoles y a nosotros hoy, es contundente: “¿cuántas veces tendré?... Siempre”. Siempre debo perdonar, siempre debo ayudar, siempre debo recomenzar, siempre debo portarme bien, siempre debo poner la cara, siempre debo hacer bien las cosas, siempre debo caminar contra corriente… siempre. El límite es… amar sin límites”.
Y en ese sentido, en otro párrafo de su mensaje señaló “debemos amar generosamente -sin límites-, porque es así como fuimos y somos amados. Esta peregrinación y esta Eucaristía nos lo recuerda a los gritos. Una vida así, vivida en clave de generosidad, es una bofetada frente a la cultura imperante marcada por el cálculo, la competencia, la mezquindad, la búsqueda desenfrenada del propio bienestar, en definitiva la cultura o la dictadura del descarte”.
Grietas
En tanto, Montini agregó que “la generosidad o la magnanimidad es ese hilo fino, propio de los grandes corazones y ajeno de los pusilánimes, el único capaz de ligar y de suturar las “grietas” que se abren en las comunidades y pueblos”. Al mismo tiempo en que insistió en el valor de la generosidad señalando que “genera una nueva realidad, es un soplo de aire fresco frente a una realidad tensa y caldeada por la mezquindad, por la división, por la violencia y por la desesperanza”.
Tras lo cual, invitó a todos a ser generosos “especialmente en los ámbitos del perdón y de la reconciliación en el seno de nuestros grupos, comunidades y pueblos”. (El Litoral)
Lunes, 18 de septiembre de 2017