Descontrol en las delegaciones
Aseguran que el 75% de los atletas tienen sexo en la Villa Olímpica
A 12 días de los Juegos Olímpicos de Londres 2012, comienza la acción. La Villa Olímpica está esperando por los deportistas y además de ser el alebergue de los miles de atletas que competirán, será también una especie de club exclusivo que tendrá mucha fiesta... y sexo.
En Estados Unidos, ESPN acaba de publicar un reportaje en el que se asegura que la Villa Olímpica es un lugar de sexo desenfrenado. "Entre el 70 y 75 por ciento de los deportistas lo hacen", afirmó una atleta.
Al menos, eso afirma el periodista Sam Alipour, de ESPN Estados Unidos, en un artículo que acaba de publicar en su país.
Josh Lakatos se enfrentó a un dilema. A mediados de los Juegos Olímpicos de Sydney 2000, él y sus compañeros (tiradores) habían terminado con sus eventos y el Comité Olímpico de Estados Unidos y los directivos del equipo les habían ordenado entregar las llaves de su casa, de tres pisos, y regresar a su país.
Pero Lakatos no quería irse. Sabía, por su experiencia en Atlanta 1996 (hacía cuatro años), adonde había ganado una medalla de plata, que la Villa Olímpica estaba a punto de estallar en una fiesta estridente y no había manera de perdérsela. Así que le preguntó a la empleada, encargada de la vivienda vacía, si ella podía mirar para otro lado mientras él abría la cerradura. "No me importa lo que hagas", le dijo ella.
En cuestión de horas, la noticia de la propiedad casi vacía se había extendido por toda la Villa.
La villa
Cada dos años, la Villa Olímpica es una ciudad bulliciosa dentro de una ciudad, repleta de edificios y casas, cafés, peluquerías, discotecas y salas de televisión. Lo único que falta es la privacidad (casi todo el mundo comparte la habitación con un compañero).
Aquella vez, mientras Lakatos se quedaba con una habitación del primer piso para él, los cuartos restantes estaban listos para que los tomaran. Y los primeros que reclamar espacio aquella noche fueron los del equipo de atletismo de EE.UU., y otros compañeros.
"A la mañana siguiente - dice Lakatos - lo juro por Dios, todas las mujeres del equipo de relevos 4x100 de algún país escandinavo salían de la casa, seguidas por los chicos de nuestro equipo. ¡Y yo había visto a esas niñas corriendo la noche anterior!".
Y así siguió durante ocho días.
Decenas de atletas olímpicos, hombres y mujeres, fueron llegando a "la Casa del Tirador" (así le decía todo el mundo) a toda hora. Sólo paraban frente a una bolsa de lona llena de condones Oakley, adquiridos en la clínica de la Villa. Después de un rato, me di cuenta de lo que decía Lakatos: "Estaba manejando un prostíbulo en la Villa Olímpica. Nunca he visto tanto libertinaje tanto en toda mi vida!".
Un hogar
Hogar de más de 10.000 atletas en los Juegos de Verano, y de 2700 en los Invierno, la Villa Olímpica es uno de los "clubes" más exclusivos del mundo. Para participar, sus futuros miembros sólo necesitan tener un talento espectacular y - asumimos, durante mucho tiempo - pura devoción para la competencia más intensa de sus vidas.
La imagen de los Juegos célibes comenzó a perderse en 1992 cuando se informó que los organizadores habían ordenado profilaxis como si fuera pizza. Luego, en los Juegos de Sydney 2000, no fueron suficientes los 70.000 preservativos pedidos, lo que provocó una segunda orden de 20.000 y otra de reposición de 100.000.
Muchos atletas olímpicos, del pasado y del presente, cumplen con lo que Summer Sanders, un nadador que ganó dos medallas de oro, una plata y un bronce en Barcelona, llama el "segundo lema olímpico": "Lo que sucede en la Villa se queda en la Villa.
Sin embargo, si le preguntás a atletas activos o retirados reiteradas veces para que cuenten sus secretos, las puertas de la Villa se abren de repente. Pronto queda claro que, en verano o invierno, los Juegos continuan por mucho tiempo más después de las ceremonias de premiación.
"Hay un montón de sexo", dice la arquero de fútbol femenino Hope Solo, medallista de oro en 2008. ¿Cuánto sexo? "Yo diría que lo hacen entre un 70 y 75 por ciento de los atletas olímpicos", estima el nadador Ryan Lochte, quien estará en Londres para sus terceros Juegos. "A veces tienes que hacer lo que tienes que hacer."
Cuándo
Los Juegos comienza tan pronto como los equipos llegan, una semana o antes de la ceremonia de inauguración. "Es como el primer día de la universidad", dice el capitán de waterpolo de EE.UU., Tony Azevedo, un veterano de Beijing, Atenas y Sydney, y que volverá en Londres. "Estás nervioso, súper exitado. Todo el mundo está encontrándose y tratando de conocer a alguien".
Lo cual es perfectamente comprensible, casi que esperable. Los deportistas olímpicos son jóvenes, sumamente saludables, y se han estado entrenando desde años con la intensidad de tropas de combate. Y de repente son lanzados en un lugar donde los periodistas, los curiosos y los padres sobreprotectores no están permitidos.
En la pre-competición, la testosterona es muy abundante. Pero para muchos atletas olímpicos, aquello está disminuyendo. Están llenos de exceso de energía, ya que mantienen una dieta de entrenamiento de hasta 9.000 calorías por día, pero ya no se están entrenando tan duro.
Entonces, la Villa se convierte en "algo bastante salvaje, en la mezcla más rara en la que ha estado", dice Eric Shanteau, un estadounidense que nadó en Beijing y participará en Londres.
Lunes, 16 de julio de 2012