ADIÓS GUARDIOLA
La historia del artesano del mejor equipo de la historia
Luego de diez exitosos años como jugador del Barcelona en los cuales integró el Dream Team de Johan Cruyff, Josep Guardiola abandonó su casa lejos del resplandor de las grandes luces en un partido perdido con el Celta de Vigo en la Copa del Rey de 2001.
Tras deambular durante cuatro años en equipos como Brescia, Roma, Dorados de Sinaloa y Al Ahli, tomó la decisión de abandonar el fútbol como jugador y descansar de un mundo en el que había tenido incontables éxitos pero también duros golpes, como el de noviembre de 2001, cuando dio positivo en un control antidoping: “Gracias por estar aquí, soy Pep Guardiola Sala. Soy jugador de fútbol. Una máquina dice que yo he tomado nandrolona. Al lado de esta máquina hay una persona que dice que no ha tomado nandrolona”.
Su carrera estaba en vigencia, pero fue un obstáculo demasiado alto que maduró su decisión de pensar en otras cosas. Recibió una condena de cuatro meses de prohibición de jugar profesionalmente, 2000 euros y siete meses de cárcel, hecho este último que no debió cumplir. Tras ello volvió a pisar los campos de juego pero con el objetivo de demostrar su inocencia. Le tomó siete años pero lo hizo, porque en 2007 el mismo juez de Brescia que lo había declarado culpable lo absolvió en la causa.
Su físico, además, ya no le permitía estar disponible las veces que se lo necesitaba y entonces dedicó sus últimos años de futbolista a preparar su cabeza para ser entrenador.
En su obsesión por adquirir conocimientos mientras realizaba el curso en Madrid, Guardiola viajó a la Argentina en 2005 para charlar con técnicos por los que se sentía representado, entre los cuales estuvieron Marcelo Bielsa y César Luis Menotti. Sobre su encuentro con “Pep”, el ex campeón del mundo con la Selección en 1978 comentó: “Conversamos de fútbol y yo veía en él una idea. Me emocionaba ver a un tipo joven planteándose un desafío de hacer un fútbol que parta de lo conceptual. Se lo dije yo en un momento: sos el técnico ideal. Vas a ser entrenador del Barcelona”.
De regreso a España, Guardiola confirmó oficialmente su retiro como jugador en noviembre de 2006, y siete meses después, en junio de 2007, fue contratado como entrenador del Barcelona B, equipo con el cual logró el ascenso a la Segunda B.
Por esos tiempos, el Barcelona había perdido el rumbo en la Liga tanto como en el plano internacional. Las tapas eran del Real Madrid bicampeón a nivel local y ganador de la Supercopa de Europa. El cilo del holandés Frank Rikjaard tenía destino sellado y era ya tiempo de un cambio: el tiempo de Pep había llegado. Se convirtió en entrenador del equipo culé en mayo de 2008 y, a partir de allí, lo conocido.
El triplete histórico en su primer año (Liga, Champions y Copa del Rey), algo que ningún equipo en la historia del fútbol español había podido conseguir y, como recuerdos imborrables de aquella primera temporada, el legendario 6-2 en casa del Real Madrid.
El año siguiente concretó incluso lo impensado, porque se alzó con la Supercopa de España, la Supercopa de Europa y el Mundial de Clubes, la única corona que el club nunca había podido ganar. A esos títulos le agregó luego otra Supercopa de España, una Champions League y dos Ligas de España. La vitrina, en tanto, guarda incluso un lugar más, porque el Barcelona de Guardiola disputará el próximo 25 de mayo la final de la Copa del Rey ante el Athletic Bilbao de Marcelo Bielsa.
Su filosofía era una sola, sumamente difícil de aplicar, pero una sola: un equipo que hiciera culto de la posesión de la pelota y que llegara al arco rival como resultado del juego colectivo: “Si tenemos el balón, podemos hacer lo que queremos”, era la ideología que marcó su paso por Barcelona. Y, dentro de este esquema, había un pilar: la promoción de juveniles de La Masía, la escuelita de fútbol del club catalán.
Jugadores como Lionel Messi, Pedro Rodríguez o Sergio Busquets son sólo algunos de los que allí se formaron y luego se consagraron en primera de la mano de “Pep”. El caso de “La Pulga” es simbólico: con él como entrenador el argentino fue elegido durante tres años consecutivos como el mejor jugador del mundo y logró, entre decenas de récords, convertirse en el máximo goleador en la historia del Barcelona y es actualmente el máximo anotador histórico en una sola temporada, con 68 goles y tres partidos por disputar.
La temporada 2011/12 le puso fin al ciclo de Guardiola. Sin Liga y eliminado de la Champions League en semifinales, el entrenador anunció la conclusión de su primera estadía en Barcelona. Los impactantes números y estadísticas de sus más de tres años al frente del equipo quedarán registrados en los libros y serán por muchísimos años material de consulta. Pero lo más importante es lo que el entrenador dejó registrado en la memoria colectiva de todo el planeta: un fútbol de una calidad estética nunca antes vista con el que transformó al Barcelona de los últimos tiempos en el mejor equipo de la historia.
Sábado, 5 de mayo de 2012