Despedida / Murió a los 70 años
Gian Franco Pagliaro fue el italiano más porteño
Gian Franco Pagliaro tenía 70 años y una vida entera transcurrida en permanente y silenciosa batalla contra las etiquetas y la comodidad del éxito. En las primeras horas de ayer, un paro cardíaco puso fin a la existencia de un hombre que había aprendido a convivir con la discordancia.
"Soy contradictorio a pesar de ser coherente con lo que digo", solía argumentar con el mismo ánimo provocador que caracterizaba a algunos creadores (Brel, Brassens, Moustaki) de los que tomaba sus mejores palabras para hacerlas suyas.Pagliaro llegó con su familia a Buenos Aires a los 16 años.
Su fortaleza artística estaba dividida en dos. Por un lado, las canciones de amor, despojadas -eso sí- de cualquier dulcificación. Por el otro, el repertorio testimonial, pero alejado -según propia confesión- de quienes "creen que con una guitarra y un par de temas van a cambiar el mundo".
Esa actitud incomodaba a muchos de sus interlocutores, que no entendían cómo Pagliaro podía matizar cada aparición en escena o en los medios jugando entre el impulso humorístico y el gesto de rebeldía. Con esa coraza, que lo alejaba de cualquier actitud complaciente, supo vivir y enfrentar sin estridencias las mieles del éxito y los dolores del fracaso.
A lo largo de esos vaivenes construyó una identidad que también se alimentaba de contradicciones. Era el inmigrante italiano que como ninguno en su condición había logrado aporteñarse y atrapar en sus canciones el latido de esta ciudad. Pero a la vez -y sobre todo en los últimos tramos de su carrera- elegía fortalecer ese perfil de la mano de una afirmación de ese acento italiano que jamás abandonó y que toda la vida fue uno de sus signos identificatorios.
Había nacido en Nápoles como Carlo Pagliaro el 26 de julio de 1941, y llegó a la Argentina junto a su familia en 1957 buscando nuevos horizontes. Fue Miguel Angel Merellano quien le encontró un nombre artístico y una primera identidad en materia de repertorio: lo alentó a grabar uno de los éxitos de Luigi Tenco ("Ciao amore ciao") tras el suicidio del cantante en el Festival de San Remo.
UN ESTILO ÚNICO
Allí ya se insinuaban las características únicas de su estilo, que asomaba detrás de la frondosa cabellera y la barba tupida, siempre elegante: el timbre claro, la entonación perfecta, el porte viril, el sugestivo acento mediterráneo. Con el tiempo fue explotando los matices de su seducción: decía cada vez más sus canciones y recurría al recitado para acentuar el matiz romántico en el lado A de sus discos (grabó casi 40 entre 1967 y 2007). El lado B incluía su costado testimonial, ese "decir lo que pasa" con el aporte de grandes poetas (con Neruda a la cabeza) y canciones testimoniales que en su caso llegaron a forzar el exilio en tiempos de la última dictadura militar. El golpe de 1976 coincidió, para su desgracia, con el estreno de Soñar soñar , el gran film maldito de Leonardo Favio, en el que Pagliaro y Carlos Monzón interpretaban a dos artistas trashumantes. Ese notable debut -y despedida- como actor se perdió en el silencio, aunque reivindicado con el tiempo como film de culto.
"Otra vez en el mismo bar", ganadora del Festival Buenos Aires de la Canción en 1970, fue su primer éxito masivo. Un año después cayó en el escándalo al no aceptar la derrota en el mismo certamen con un tema ("Yo te nombro") al que recurrió como bandera para mostrar su opción por el inconformismo. Después llegaron otros triunfos ("Vendrás con el mar, las uvas y el sol"; "Amigos míos me enamoré"; "La balada del boludo", con versos de Isidoro Blaisten; "Todos los barcos"; "No te vayas entonces", y "El extranjero") y numerosas antologías, muestras permanentes de esa lucha contra los rótulos que culminó ayer. Sus restos fueron sepultados en el panteón de Sadaic del cementerio de la Chacarita.
Jueves, 29 de marzo de 2012