Vaticano
Jesús nos llama a la conversión con dulzura y confianza de padre
“Cuaresma es un tiempo que nos ayuda en la conversión, en el acercamiento a Dios, en el cambio de nuestra vida. Y ésta es una gracia que hay que pedir al Señor”, expresó el papa Francisco esta mañana en la homilía de la misa que celebró en la Capilla de la Casa Santa Marta.
El pontífice explicó que “el Señor no se cansa de llamar a cada uno para que cambiemos nuestra vida, para que demos un paso hacia Él a fin de convertirnos. Y lo hace con la dulzura y la confianza de un Padre”.
“Cuaresma es un tiempo que nos ayuda en la conversión, en el acercamiento a Dios, en el cambio de nuestra vida. Y ésta es una gracia que hay que pedir al Señor”, expresó el papa Francisco esta mañana en la homilía de la misa celebra en la Capilla de la Casa Santa Marta.
Inspirándose en la lectura tomada del primer libro del profeta Isaías que ofrece una verdadera “llamada a la conversión”, el papa Francisco se refirió a la “actitud especial” de Jesús ante nuestros pecados.
“No amenaza, sino que llama con dulzura, dando confianza. “Vengan y discutamos” son las palabras del Señor a los jefes de Sodoma y al pueblo de Gomorra, al que tal como explicó el Papa– ya ha indicado el “mal” que hay que evitar y el “bien” que hay que seguir. Y así también lo hace con nosotros:
“El Señor dice: ‘Ven, vamos. Ven y discutamos. Hablemos un poco’. No nos asusta. Es como el papá del hijo adolescente que ha hecho una travesura y debe reprenderlo. Y sabe que si va con el bastón la cosa no irá bien, debe entrar con la confianza. El Señor en este pasaje nos llama así: ‘Vamos, vengan. Tomemos un café juntos. Hablemos, discutamos. No tengan miedo, no quiero aporrearlos’. Y dado que sabe que el hijo piensa: ‘Pero yo he hecho algunas cosas’… Inmediatamente: ‘Incluso si tus pecados fueran como la escarlata, se volverían blancos como la nieve. Si fueran rojos como la púrpura, llegarían a ser como lana”.
De modo que Jesús, como el padre con respecto a un hijo adolescente, con un “gesto de confianza acerca al perdón y cambia el corazón”. Así lo hizo –recordó el Papa–al llamar a Zaqueo o a Mateo, y así en nuestra vida, nos hace ver “cómo dar un paso adelante en el camino de la conversión”.
“Demos gracias al Señor por su bondad. Él no quiere aporrearnos ni condenarnos. Ha dado su vida por nosotros y ésta es su bondad. Y siempre busca la manera de llegar al corazón. Y cuando nosotros los sacerdotes, en el lugar del Señor, debemos sentir las conversiones, también nosotros debemos tener esta actitud de bondad, como dice el Señor: ‘Vengan, discutamos, no hay problema, el perdón está’, y no la amenaza desde el inicio”.
El Papa relató a este propósito la experiencia de un cardenal confesor que precisamente ante el pecado que intuye que es “grueso”, no se detiene demasiado y va adelante, continúa el diálogo: “Y esto abre el corazón” –subrayó Francisco– “y la otra persona se siente en paz”. Así hace el Señor con nosotros, nos dice: “Vengan, discutamos, hablemos. Toma el recibo del perdón, el perdón está”.
“A mí me ayuda ver esta actitud del Señor: el papá con el hijo que se cree grande, que se cree crecido y aún está a mitad de camino. Y el Señor sabe que todos nosotros estamos a mitad de camino y muchas veces tenemos necesidad de esto, de escuchar esta palabra: ‘Pero ven, no te asustes, ven. El perdón está’. Y esto nos anima. Ir hacia el Señor con el corazón abierto: es el Padre que nos espera”.
Martes, 27 de febrero de 2018