Roberto Fontanarrosa
Se cumplieron 5 años sin la prosa inigualable
Ayer se cumplió el quinto aniversario del fallecimiento del escritor. El recuerdo de uno de los grandes escritores argentinos que supo relacionar a la literatura con el fútbol. “Sólo dos veces mi mujer me despertó antes de las diez de la mañana: una fue cuando me dijo: Invadieron las Malvinas. Y la otra: Diego firmó para Newells. Dos catástrofes". La frase pertenece a Roberto Fontanarrosa. Un símbolo del fútbol y la literatura que hace cinco años desapareció físicamente. El contenido de su expresión es un fiel retrato de lo que fue su vida. Fútbol, libros, ironía, humor y el amor por Rosario Central.
El 19 de julio del 2007, a los 62 años, falleció después de sobrellevar durante cuatro años una esclerosis lateral amiotrófica. Hace cinco inviernos ingresaba a un hospital para respirar por última vez en su Rosario natal. Y cuando se fue duplicó el cariño y la admiración de un pueblo que lo siguió a lo largo de sus años como dibujante, escritor y guionista.
“Qué lo parió”, tituló el diario La Capital de Rosario el día después de que el “Negro” se peleó con su corazón y perdió la batalla. Esas tres palabras simbolizan el sentimiento de una ciudad que lo admiró y de miles de seguidores que Fontanarrosa cosechó gracias a sus cuentos de fútbol, novelas y dibujos. Un título para recordar una jornada que pasó de negra a azul y amarilla. Porque los hinchas de Rosario Central lo despidieron con las banderas en alto.
Fontanarrosa se marchó pero dejó una gran cantidad de libros que aún se pueden y se deben disfrutar. El mundo ha vivido equivocado, La mesa de los galanes, Usted no me lo va a creer, El rey de la milonga, Puro fútbol, El mayor de mis defectos y Uno nunca sabe son algunos de los títulos para recordar en esta jornada donde se conmemora la muerte del escritor.
El 20 de noviembre de 2004 Roberto hizo una presentación en el III Congreso de la Lengua Española que se realizó en Rosario. Allí habló sobre las malas palabras y pidió que no se dejaran de usar. En una exposición donde el humor resaltó su mejor perfil, Fontanarrosa demostró por qué merece ser recordado. Una disertación desopilante en la que combinó inteligencia con picardía y humor.
"De mí se dirá posiblemente que soy un escritor cómico, a lo sumo. Y será cierto. No me interesa demasiado la definición que se haga de mí. No aspiro al Nobel de Literatura. Yo me doy por muy bien pagado cuando alguien se me acerca y me dice: «Me cagué de risa con tu libro»", dijo Fontanarrosa alguna vez para definir sus pretensiones en la vida. Así era el “Negro”, un tipo sencillo, que tomaba café en el bar “El Cairo” con sus amigos y discutía de fútbol porque era una materia que lo apasionaba.
En enero del 2007, meses antes de morir, Roberto anunció que ya no dibujaría más porque había perdido el control completo de su mano de derecha a causa de la enfermedad. Y de a poco se fue apagando. Sus movimientos se disminuyeron pero su lucidez siguió intacta. Aún, al día de hoy, la claridad de su prosa sigue presente en la memoria popular, en muchas bibliotecas caseras y en la escritura de otros autores que se vieron influenciados.
Inodoro Pereyra y su perro Mendieta quedarán como los personajes más trascendentes de Fontanarrosa. Esos que fueron dibujados por sus manos y animaron a aquellos que lo disfrutaron en diferentes publicaciones. El viejo Casale es el otro personaje que permanecerá en la memoria. Ese hombre que es parte del cuento 19 de diciembre de 1971 y que fue engañado para ver la final entre Central y Newells.
“¿Qué son malas palabras? ¿Palabras que les pegan a las otras?”. Sencillo, contundente, futbolero, rosarino, simpático, inteligente, “canalla”, escritor, dibujante, humorista, querible y sincero. Y mucho más. Hoy se lo recuerda en sus palabras impresas que retratan el pasado, pero también el presente y el futuro. Porque sus cuentos aún serán leídos por muchos apasionados de la literatura y el fútbol. Porque sus ideas siguen vigentes luchando por ser leídas.
Viernes, 20 de julio de 2012