FUTBOL
Los goles son de Benedetto y los desbordes de Pavón, pero el juego de Boca lo dicta Gago
Estrenó el título con una goleada muy convincente; el capitán, con su manejo y control, marcó los tiempos de un equipo que despertó buenas sensaciones en la Bombonera
Boca es un campeón en ejercicio, dispuesto a ratificarlo ya desde la primera fecha. Nada de pereza ni de dormirse en los laureles. Mucho menos relajamiento ni exceso de confianza. La obtención del título, lejos de subirle los humos, le trajo a su juego y proyecto de equipo algo muy necesario: tranquilidad, aplomo y criterio para saber manejar los tiempos y que el partido nunca escapara a su control. Si los 90 minutos se hicieron largos fue porque Boca desplegó un monólogo que le quitó incertidumbre al desarrollo y al resultado.
Fue un encuentro que abona la teoría de que la competencia interna corre el riesgo de españolizarse, con una brecha cada más acentuada entre unos pocos grandes cada vez más poderosos y una mayoría que anda menos que justa de recursos. Olimpo venía de salvarse del descenso en la última fecha. Estrenaba una zaga central con Nasuti y Cahais, dos defensores que hace mucho tiempo surgieron en River y Boca y el fútbol los fue llevando hacia equipos que se arreglan con lo que pueden. Las carencias del conjunto de Bahía Blanca se hacen más evidentes cuando no puede contar con el lesionado Cabalucci, el delantero que fue uno de los mejores en la anterior temporada.
Boca no subestimó nunca a un rival decididamente inferior. Volviendo a la analogía de la Liga de España, la falta de equivalencias fue similar a la que se suele ver, por citar un ejemplo, en un Real Madrid-Levante. Fue 3-0, pero podría haber terminado en una goleada mucho más holgada.
En la Bombonera se cantó y se festejo a lo grande por las buenas sensaciones que transmite el equipo. Ni siquiera hubo curiosidad o interés por divisar la presencia de Tevez en uno de los palcos. El Apache habrá tomado nota que este Boca, sin su presencia, no es para nada inferior al que él dejó a principios de año, tentado por los millones de China, que al final nunca fueron suficientes para motivarlo futbolísticamente.
Tevez, mientras tomaba mate con Rolando Schiavi acodado en uno de los ventanales, también confirmó que Fernando Gago, que había sido uno de sus principales socios en su último muy buen bimestre antes de hacer las valijas, quedó como el jerarca, el dueño del equipo. Esto no quita que Benedetto siga conservando el título de propiedad de los goles; que ningún otro tenga la aceleración y el desborde de Pavón; que Barrios se mantenga como un abnegado y veloz recuperador de pelotas: que Pérez sea un pistón que ayuda mucho al funcionamiento de la maquinaria.
Nadie les quitará méritos a todos ellos, pero es probable que cada uno estaría un escalón por debajo del nivel que exhiben si en la cancha no estuviera Gago para potenciar el rendimiento general. Basta con citar que los dos primeros goles vinieron por asistencias precisas y al claro del N° 5 para los desbordes y el centro de Pavón. El tanto de Pérez nació en un estupendo pase de 40 metros, desde atrás de mitad de cancha, de Gago al cordobés de la camiseta número 7.
A Gago se lo nota muy compenetrado en su función. Como si supiera todo lo que representa en este momento, en el que las graves lesiones parecen darle un respiro. A los 31 años, la cinta de capitán no le queda grande ni le pesa. También tiene un valor simbólico muy importante: entre los titulares de ayer era el único formado en las inferiores del club.
Gago es la voz cantante, con la pelota y también con la palabra, dando órdenes, acomodando compañeros y repartiendo varios retos, como los que se llevó el arquero Rossi cuando sacó largo con los pies de manera imprecisa.
Gago pide siempre la pelota, pero eso no significa que se necesite otra para el resto. Porque juega a un toque, recibe, descarga y se vuelve a mostrar como receptor. Combina en corto y en largo, y los años de fútbol le fueron dando una gran visión para encontrar al compañero más destapado y mejor ubicado. No compartió ese papel ni con Cardona, que había mostrado aptitudes de conductor y armador de juego. Recostado sobre la izquierda, el colombiano se vio obligado a enganchar casi siempre hacia adentro, para su pierna derecha. En su presentación en la Bombonera, no se lo vio tan suelto como en encuentros anteriores, aunque entregó destellos de su calidad.
Con el colombiano Barrios de volante central, el punto de partida de Gago fue de interior derecho, ubicación que le permite soltarse un poco más en ataque. El partido le quedó muy cómodo para eso, ya que Olimpo cortó muy poco en el medio. Ni siquiera apeló a las brusquedades para interrumpir el fluido circuito local. Como el cotejo tuvo un sentido único hacia el arco de Gabbarini, a Gago se lo vio con más disposición para llegar al área que para retroceder.
Según las estadísticas de Opta, Gago fue el que más pases dio (117), con una precisión del 86,3 por ciento. Le siguieron Pérez (96), Barrios (72) y Cardona (60). Supo sacar la pelota desde el medio y también pisó el área. Pitana le negó la posibilidad de festejar un gol al cobrarle un off-side inexistente. En vez de soltarle su conocido mal genio, al árbitro le dedicó una sonrisa de incredulidad. Volante históricamente con poco gol, últimamente sintió una atracción por los penales para compensar ese déficit. No los ejecutó muy bien. El de ayer se lo dejó a Benedetto, tras conversarlo con el delantero. "Le tocaba a él", dijo Gago con tono de ironía, como si no hubiera tomado la enésima decisión de la noche.
Lunes, 28 de agosto de 2017