JORGE TAIANA
"Si gana Cristina el gobierno de Macri no va a poder seguir con este plan económico"
"No es que nosotros seamos tan buenos, sino que los demás son peores", repite la frase de Juan Domingo Perón imitando a la perfección la voz del general.
Hasta abre sus brazos -aquí en estas bellísimas oficinas de la sede de la Universidad de San Martín- como si estuviera en el balcón frente a una multitud en la Plaza de Mayo.
"Sólo imita a Perón delante de sus íntimos", se sorprenden sus asesores. Por un instante se saca la rigidez, muy diplomática, que lo aleja definitivamente de los políticos tribuneros, y estalla en una carcajada. Jorge Enrique Taiana (67), el compañero de fórmula de Cristina Kirchner por el frente Unidad Ciudadana, se define como un peronista de pura cepa.
"Viví el peronismo desde muy chico. Mis primeros recuerdos son tristes: los bombardeos del 16 de junio del 55, la época del 56 cuando fue el intento de levantamiento del general Valle y luego los fusilamientos. Era un momento de mucha tensión y mucho dolor", dice.
Habla de su infancia con cierta nostalgia: "En ése entonces tenía 5 años, yo soy del 50, la misma edad de Néstor Kirchner. Y no me aceptaron en el colegio Champagnat para comenzar primer grado porque mi papá era peronista. Después lo echaron de la universidad y de su cargo como director del Instituto de Cirugía Torácica. Así que desde muy temprano sentí lo que era el antiperonismo".
Taiana cuenta que sentía que "el pueblo era peronista", pero que en la clase social -media y profesional- donde se movían sus padres "eso estaba mal visto". ¿Por qué? "Por las mismas cosas que dicen ahora: que a los negros si les daban una casa levantaban el parquet del piso para hacer el asado, que no querían trabajar, que Perón se había robado todo…".
Ex militante de Montoneros, perseguido por la Triple A, detenido por la dictadura en el Penal de Rawson, hijo del médico de Perón y Evita -Jorge Alberto Taiana, quien firmó los certificados de defunción de los fundadores del peronismo en 1952 y 1974-, canciller del gobierno kirchnerista desde 2005 a 2010, diputado del Parlasur, le dedicó su vida al PJ pero tuvo sus rispideces con la primera mandataria.
"¿Qué pasa que con vos no se mete nadie, que a vos te tratan todos tan bien?", lo habría increpado CFK sintiendo que los medios tenían una sospechosa y excelente relación con su canciller. Enojada, dicen, le habría recriminado no tener "la lealtad de Amado Boudou". El desenlace fue simple: ése 18 de junio de 2010 fue su último día como ministro.
Siete años después y al filo del cierre de las listas de las PASO, su nombre apareció acompañando a la ex presidenta como precandidato a senador. "Me llamó y discutimos un poco de política", sintetiza el ofrecimiento el ex hombre fuerte del Movimiento Evita.
—¿Cristina lo escucha? Porque es una dupla, viéndola desde afuera, muy despareja.
—A ver, yo tengo una buena relación personal y profesional con Cristina y siempre hemos conversado y discutido mucho. Como yo era amigo de su marido tenemos una cuestión generacional. Hay una pequeña diferencia -yo soy más grande-, pero hemos compartido muchas cosas: desde la música, los Beatles hasta… o sea que en eso tenemos afinidad.
—¿Usted siempre le dice lo que piensa?
—Yo siempre he hablado con franqueza porque creo que el deber, en el caso de un colaborador y mucho más de un ministro, es decir lo que piensa. Y creo que en eso he sido valorado y escuchado, cosa que también lógicamente lleva a diferencias. Pero tengo buen diálogo con ella…
Con Cristina siempre hablé con franqueza y le dije lo que pensaba. Eso, lógicamente, lleva a diferencias y a discusiones. Pero tengo un buen diálogo con ella
—¿Pero usted se fue del gobierno o lo echaron?
—Yo me fui del gobierno… No nací para ser ministro ni para hacer eso siempre. Era un gran honor, pero un ministro tiene que saber que si en algún momento no es el mejor colaborador llegó la hora de apartarse. Eso no es un drama ni una tragedia.
—¿Y ahora por qué volvió?
—Porque honestamente creo en la necesidad de la unidad, que la fuerza opositora tenía que unirse. Tenemos que adaptarnos a esta nueva realidad y no es un dato minúsculo la derrota del 2015…
—¿Dolió mucho?
—Obviamente, pero son cosas que hay que procesarlas. Algunos las procesan de distintas maneras, unos más vocales otros más reflexivos. Pero está claro que lo estamos haciendo.
—¿Aceptan las cosas que hicieron mal mientras fueron gobierno?
—Ciertamente tuvimos problemas en nuestro gobierno, pero el gobierno de Macri los ha profundizado. Lo que está planteando el frente de Unidad es una reflexión, no sólo sobre lo que pasó sino sobre esta nueva Argentina que tenemos. Además, mostrar que hemos cambiado. Hay varios cambios que tienen que ver con lo que criticamos del gobierno.
—¿Qué es lo que más le critica al gobierno de Macri?
—Creo que está a destiempo. Está volviendo a un neoliberalismo de los 90 en un mundo que está en otra cosa. Sin ir más lejos el otro día fue a Hamburgo, él es el próximo presidente del G-20, es una gran oportunidad, estaba sentado a la derecha de Angela Merkel y sin embargo no logró ninguna entrevista importante… Ni siquiera con Teresa May, que se le había pedido y después se la canceló.
Yo creo que el peronismo está unificado. Y el grueso del PJ está detrás de Unidad Ciudadana y acompaña a Cristina
—Macron un ratito le dio.
—Parece que mientras caminaban… Pero no tuvo una posibilidad de hablar en serio sobre lo que le interesaba, que era lo del Mercosur. O sea, creo que él no acierta.
—Vuelvo a la Argentina. ¿Está definitivamente separado el peronismo?
—No, yo creo que el peronismo está bastante unificado. El peronismo no es sólo la provincia de Buenos Aires, tiene una constelación de gobernadores que en un momento tuvieron un rol político muy activo. Pero me parece que buena parte del debate sobre el peronismo se está dando en las elecciones de la Provincia y el grueso de ese peronismo está detrás de Unidad Ciudadana y acompañando a Cristina.
—¿Usted dice que casi todo el peronismo acompaña a Cristina?
—Si, porque casi todo el peronismo cree que lo central es una posición firmemente opositora a Macri, porque políticamente estas son elecciones legislativas que no parecen elecciones de mitad de término.
—¿Son tan claves para el futuro del país?
—Creo que sí. Yo pensaba distinto, en el sentido tradicional donde las elecciones de mitad de término son las elecciones donde sale toda la diversidad, sale el que es medio payaso, sale el defensor de no sé qué, y sale todo el mundo… Es como que florecen cien flores. Ahora, por una cuestión política, que hace al triunfo de Cambiemos y al hecho de que haya dicho en campaña una cosa un poquito distinta respecto de lo que iba a hacer, cambia estas elecciones.
—Amplíeme.
—Porque se asustaron en el ballotage que casi le gana Martín Lousteau a Horacio Rodríguez Larreta ¿Se acuerdan esa noche que sale Macri y dice "vamos a mantener todo lo que está bueno y vamos a mejorar lo que no anda muy bien" y lo silbaron? Yo me acuerdo que los propios que estaban en Costa Salguero, donde ellos festejan sus triunfos, lo abuchearon. Es como que Macri retrocedió y cambió el discurso. Y acuérdese el debate con Scioli, cómo Macri negó que se fueran a hacer una serie de cosas que hoy se están haciendo. Me parece que este gobierno para poder avanzar en lo que quiere hacer -una reforma laboral parecida a la de Brasil, firmar un acuerdo con la Unión Europea, modificar el régimen previsional- sabe que necesita relegitimar su triunfo de 2015. Tiene que ganar electoralmente y tiene que ganar la provincia de Buenos Aires.
Si Cristina gana el Gobierno va a tener que modificar su política económica, no va a poder continuar con la bicicleta financiera
—¿Y qué pasa si pierde en la provincia de Buenos Aires y gana Cristina Fernández?
—El Gobierno va a tener que modificar su política económica, no va a poder continuar con este plan. No va a poder continuar con la bicicleta financiera que Federico Sturzenegger desde el Banco Central ha llevado a niveles sorprendentes. No va a poder continuar con el nivel de endeudamiento, y va a tener que aplicar una política un poco más equilibrada respecto al sector del trabajo.
—¿Qué cree que hubiera hecho el candidato de ustedes, Daniel Scioli, como presidente? ¿Le gustaba ese candidato?
—Lo apoyé, consideré que era el candidato. Pero yo fui precandidato, así que evidentemente pensaba que podía hacerlo un poco distinto.
—Usted es quien lleva a Florencio Randazzo al departamento de Cristina Kirchner en Recoleta para que hablen esa noche en que cerraban las listas, ¿qué pasó ahí?
—Cuando hablamos ahí yo dije que me parecía que había que hacer un esfuerzo útil, un esfuerzo adicional. Creo que la unidad es importante. Porque es fundamental que el gobierno reciba un mensaje claro de que debe cambiar el rumbo. Y para eso son las elecciones.
—Yo lo escucho hablar y pienso que el asesor ecuatoriano funciona sólo para Cristina, porque usted no se bancaría de ninguna manera que un ecuatoriano le venga a decir cómo tiene que comportarse, ¿me equivoco?
—Mire, yo no creo que a Cristina le cambie mucho eso.
—Pero dicen que bajó cuatro cambios por consejo de Vinicio Alvarado, ¿usted lo conoce?
—No, al único que conozco es a Durán Barba que lo he visto una vez….
—Muchos dicen que Durán Barba polarizó pensando que Cristina no volvía y que eso los terminó ayudando a ustedes.
—No sé, desconfío de que Durán Barba nos ayude.
—No, pero vio que Durán Barba le dice a Cambiemos que gobiernan pero que todavía no tienen poder. Que tanto hablaron de Cristina, pensando que estaba medio muerta políticamente, que la terminaron levantando. Y ahora tienen miedo de que gane las elecciones.
—Eso decía Perón: "No es que nosotros seamos tan buenos, sino que los demás son peores".
—¡Lo está imitando a Perón!
—(Risas) Uno se reía con esas cosas… Y a la vuelta de la historia descubre que, en un hombre que no era humilde, eran muestras de humildad. Sabía que parte del mérito no era que él había hecho muy bien las cosas sino que los otros las habían hecho muy mal.
—Estaba recordando eso que decía Marx: que la historia se repite en drama y en comedia. Y pensaba en los dirigentes de antes y en los de ahora. ¿Antes era drama y ahora es comedia? ¿Antes era Perón y ahora es Boudou? ¿Qué nos pasó?
—Usted me compara figuras de hace 50 años con las de hoy, y eso es es complicado y a la vez consecuencia de muchas cosas. Creo que todavía estamos padeciendo el genocidio que realizó la dictadura militar. Porque ellos no sólo mataron personas sino que también evitaron el surgimiento de una nueva generación de talentos argentinos. Y que eso ha sido una terrible pérdida no sólo en vidas sino también en recursos humanos. Tenemos mucho déficit todavía que enfrentar como sociedad.
Creo que Cristina siente una gran admiración por Perón y su mirada de estadista. Pero como mujer es lógico que sienta más simpatía por Eva
—Usted conoció a Cámpora, fue funcionario. Quiero que me lo defina. Y que me diga cuál es la diferencia entre ese dirigente político y los jóvenes de La Cámpora.
—Héctor Cámpora era un político al viejo estilo, tradicional. Enormemente educado, muy atento, gran conversador y noctámbulo, como muchos de la política en ese entonces. Cámpora tenía una cualidad muy importante: la lealtad a Perón. Y por eso lo han elogiado y se han burlado de él también.
—¿Y los jóvenes de La Cámpora?
—Él creía en la juventud, y yo creo que los chicos de La Cámpora hoy toman su nombre porque él era un hombre que siendo grande veía que el dinamismo de la juventud era un elemento fundamental, no sólo para el triunfo del peronismo en esas elecciones del 73 sino para dinamizar todo un proceso.
—¿Siente que los chicos de La Cámpora lo representan a Cámpora?
—Es una época distinta, todo es distinto. Es decir, me parece que las comparaciones hay que hacerlas con mucho cuidado, ¿no?
—¿Y Perón?
—Perón era una figura extraordinaria. Yo tuve la oportunidad de estar con él un par de veces. Tengo desde el sesenta y pico una foto dedicada de Perón, pero a mí, no a mi papá. Así que de eso me siento muy orgulloso. Muchas cosas de las que dijo Perón tienen una gran actualidad. Él hablaba de la falta de patriotismo de la élite económica de la Argentina. Y uno siente que podría haberlo escrito hace un par de días.
—Cristina no lo quiere a Perón, ¿no?
—No, yo creo que lo quiere.
—Nunca la escuché hablar de Perón.
—Sí, yo sí, yo sí la escuché. Y fíjese que su gobierno ha sido bastante peronista en virtudes y en defectos.
—¿Pero habla de Perón? Porque de Evita siempre, pero de Perón me parece que no.
—Pero ella es mujer, es lógico que tenga más simpatía con la figura de Eva, ¿no? Eva nunca tuvo cargo público y ella es la mujer que llegó a ser Presidente.
—¿Qué le dijo Cristina de Perón?
—Yo creo que siente una gran admiración por Perón, porque seguramente Perón sí tuvo esa visión de estadista, más allá de los errores que pudo haber cometido.
—Ya que estamos con el pasado, cuénteme algo de Evita.
—De Evita le voy a contar una anécdota de mi padre, que era decano de la Facultad de Medicina de la UBA y la veía. Eva tenía un cáncer de matriz y una vez lo manda a llamar a la residencia presidencial. Ella estaba mal, pesaba treinta y tantos kilos, estaba con muy poca energía, pero lo recibió y lo tuvo como 40 minutos hablándole de la importancia de las enfermeras y de la carrera de Enfermería Universitaria. "Usted me tiene que prometer que la va a mantener porque es el oficio para las mujeres", le insistió. Le dejó la cabeza agotada. Papá llegó a casa, y mamá después me contó: "Tu padre vino y estaba realmente impresionado, me dijo: Ésta mujer tiene algo extraordinario, se está muriendo y sólo está pensando en los demás".
—Ahora lo hago pasar de una historia conmovedora como la de Evita al horror de Isabelita y José López Rega. ¿Se hace cargo como peronista?
—Es una historia trágica y no voy a evadir las responsabilidades del peronismo. Pero también quiero recordar que el poder que adquirió López Rega, y que tenía después de la muerte de Perón, no es sólo responsabilidad del peronismo. Fíjese que hubo algunos hombres, entre ellos mi padre, que intentaron sacarlo y fracasaron.
López Rega para el peronismo es una mancha, un pecado, una cosa muy fea, y tenemos que hacernos cargo
—¿De quién más, además del peronismo, fue la responsabilidad del poder que tuvo López Rega?
—Yo he visto a editoriales elogiando a López Rega como un verdadero hombre probo. Para el peronismo es una mancha, un pecado, una cosa muy fea, y tenemos que hacernos cargo. Pero no sólo tuvo el apoyo y la complicidad del peronismo, tuvo también sectores externos que aprovecharon esa inflexión, esa enfermedad del PJ, para ayudar a desestabilizar una situación que llevó al golpe de 1976.
La autocrítica no pasa sólo por decir qué se hizo mal sino por mostrar que se ha cambiado y que existe una nueva realidad
—Volvamos a Cristina, ¿no debería hacer una autocrítica antes de hablarnos del presente y del futuro?
—Habría que preguntárselo a ella. Pero me parece que la autocrítica no pasa sólo por decir qué se hizo mal sino por mostrar que se ha cambiado y que existe una nueva realidad. Eso es lo que plantea Cristina en Unidad Ciudadana.
—¿Qué plantea?
—La primera pregunta es ¿por qué Unidad Ciudadana? Bueno, porque acá no hay que convocar sólo a los peronistas o a los que han apoyado al Frente para la Victoria, acá hay que convocar a todos aquellos que sientan que están afectados por las políticas que lleva adelante este Gobierno.
—¿Y dónde quedaron las diferencias que usted tenía cuando decía que Cristina había pasado del 54% a perder apoyo al pelearse con la clase media y parte del movimiento obrero?
—Más allá de las diferencias del pasado, tenemos la convicción de que sólo la unidad va a permitir que el gobierno de Macri no siga avasallando.
—¿Cuál es el voto que van a buscar?
—Vamos a buscar todos los votos. En las elecciones hay que ser ambiciosos. (Risas)
El timbreo es una cuestión de clase media. En la barriada más humilde hay que meter la mano o aplaudir donde no hay timbre que tocar
—¿Cómo van a buscar los votos? Porque hay gente que está enojada con el kirchnerismo, hay gente que votó a Cambiemos…
—Primero tenemos que escuchar lo que dice la gente.
—¿Y qué dice? ¿Ustedes hacen timbreos?
—El timbreo es una cuestión de clase media. En la barriada más humilde hay que meter la mano o aplaudir donde no hay timbre que tocar, así que empecemos por ahí.
El club de los señores de la obra pública y del contrato con el Estado no es una cosa de hoy y del último gobierno, es una cosa de muchas décadas y todos lo sabemos
—¿Pero eso no es responsabilidad también de ustedes que la gente no tenga todavía cloacas, asfalto… ¡y timbre!?
—¿Pero cómo nos van a echar la culpa de todo a nosotros? Un país que hemos gobernado con poderes limitados y enfrentando muchísimas dificultades… y esta es la única vez que perdimos sin que nos echaran a patadas, bueno no a patadas, de manera violenta. Me parece que es injusto. Nosotros tomamos el país después de una crisis fenomenal, que fue luego de dos años de gobierno de la Alianza, y lo dejamos bastante mejor. El gobierno insiste en la pesada herencia pero…
—La herencia fue pesada…
—Es cierto que había dificultades, yo no voy a negar las dificultades… pero centrar el tema en el pasado es esconder el presente.
—¿Cree que lo peor fue la corrupción, Taiana?
—Mire, yo creo que lo peor es no haber logrado modificar una matriz productiva que es excluyente y que es estructuralmente corrupta. El club de los señores de la obra pública y del contrato con el Estado no es una cosa de hoy y del último gobierno, es una cosa de muchas décadas y todos lo sabemos. Entonces ahí tenemos un problema. Y el financiamiento de la política es otro problema que no está resuelto y que nadie se ha ocupado seriamente.
—¿Qué hacemos con los corruptos?
—Con los corruptos hay que tener tolerancia cero.
—¿Cree que Cristina va a ganar? ¿Por cuánto?
—No, números no sé. Pero siento que vamos a ganar. Honestamente creo que el Gobierno tiene mucho poder y blindaje de los medios que lo protegen, mete la pata y nadie dice nada, pero que hay un creciente sector de la población que se está viendo afectado y que va comprendiendo que nada es como le que dijeron. Mucha gente la está pasando mal. Hay una frase de Menem de la que todo el mundo se reía, que era cínica pero tenía sentido: "Estamos mal pero vamos bien".
—¿El optimismo versión menemista?
—Eso es poner optimismo en el rumbo. Ese era un mensaje de esperanza en contra de la realidad inmediata. Yo creo hoy el mensaje que hoy tenemos, y lo va tomando un sector cada vez más amplio de la población, es: "Estamos mal pero no vamos a ir mejor porque no estamos en un buen camino".
—¿"Síganme, no los voy a defraudar"?
—Ja, ja, ja. Esa frase….
Sábado, 15 de julio de 2017