Sigaut Gravina: "El impacto de la suba del dólar en los precios comienza a ser más significativo" Lorenzo Sigaut Gravina alertó respecto a la suba dólar que "existe el riesgo de que el Central vuelva a comprar un argumento teórico" que luego no se verifica en la práctica. En dialogo con ámbito.com advirtió acerca de la dificultad de recortar el gasto público al tiempo que estima que la reforma impositiva tendrá un efecto neutro.
El economista de la consultora Ecolatina recordó que cuando se levantó el cepo el pensamiento oficial era que esta medida no iba a generar inflación porque los precios internos estaban valuados al valor del dólar "blue", cosa que "fue refutado en la práctica".
P: ¿Estima que la suba reciente del dólar tendrá un traspaso a precios? ¿De qué magnitud? Lorenzo Sigaut Gravina: Hasta mayo el dólar venía planchado, y lo que preocupaba era el creciente atraso cambiario y su impacto sobre el aparato productivo. Luego comenzó a trepar alcanzando niveles récord a mediados de junio. Hasta allí el traslado a precios era muy acotado. Sin embargo, en las últimas semanas la tendencia alcista se profundizó y el tipo de cambio viene rompiendo récords día tras día, por lo que el impacto en la formación de precios comienza a ser más significativo. De todas formas, en un contexto en que todos los precios de la economía suben, no debería llamar la atención que el tipo de cambio oficial también lo haga para no perderle pisada a las demás variables nominales de la economía. Lo llamativo de la suba del tipo de cambio oficial es el timming, ya que todo gobierno necesita tranquilidad en la previa electoral y desde el cierre de listas ocurre lo contrario. Entre fines de 2016 y el 23 de junio de 2017 el dólar mayorista acumuló un alza de sólo 1,8%, mientras que entre el cierre de listas y la actualidad (5 de julio de 2017) trepó 5,4%. El BCRA apuesta a un esquema de libre flotación en que los precios dejen de ser influidos por la cotización del dólar. Esto es deseable pero como no se logra de un día para el otro (se necesitan años para cambiar nuestra idiosincrasia), existe el riesgo de que el Central vuelva a comprar un argumento "teórico" que en la práctica no se verifica. Esto sucedió con el levantamiento del cepo/sinceramiento cambiario: según la visión oficial este no iba a generar inflación porque los precios internos estaban valuados al "blue", lo cual fue refutado en la práctica.
P: ¿En cuánto estima el PBI para este año y la inflación? LSG: Estimamos un crecimiento promedio del PBI de 2,5% para 2017 y una inflación en torno al 24%.
P: El jefe de Gabinete, Marcos Peña, aseguró que luego de los comicios de octubre "no viene el ajuste" en el país En función de esta declaración ¿es posible que la Argentina crezca de manera sostenida sin efectuar un ajuste al gasto público? LSG: A pocos meses de los comicios legislativos, las declaraciones (del oficialismo o la oposición) son en modo "electoral", por lo que es mejor escuchar a los números. La meta oficial de déficit primario del Sector Público Nacional para 2018 es de 3,2% del PBI. Este año cerraremos con un rojo primario cercano al objetivo oficial (-4,2% del PBI) por lo que la reducción planteada para el año que viene es ambiciosa (casi 1 p.p. en términos del producto). El esfuerzo necesario para cumplir la meta fiscal de 2018 es aún mayor, porque el año que viene no contaremos con recursos excepcionales del blanqueo (salvo el impacto positivo sobre la recaudación del aumento de la base imponible), se profundizará la devolución de fondos a las provincias (15% de masa coparticipada que recibía Anses) y habrá que cubrir gastos adicionales por la continua incorporación de jubilados a la reparación histórica. Para lograr dicha meta se necesitan combinar tres elementos: i) crecimiento de la actividad; ii) no resignar recursos fiscales: la reforma tributaria sólo podrá enfocarse en mejorar la eficiencia del esquema impositivo; y iii) aplicar un recorte significativo del gasto primario, donde subsidios y obra pública son candidatos al ajuste.
P. Según las declaraciones de Marcos Peña entonces ¿la reforma tributaria en principio no tendría una baja sustancial de la presión impositiva sobre el aparato productivo? LSG: La existencia de un déficit primario del sector público (nacional y provincial) elevado y una creciente carga de pago de intereses de la deuda pública (por mayor endeudamiento y menos emisión), imposibilitan una reducción significativa de la presión tributaria. Las metas ambiciosas de reducción del déficit trazadas por el gobierno para 2018 y 2019 muestran que la prioridad será reducir el bache fiscal. Es por ello, que el Ministerio de Hacienda ha enfatizado en el hecho de que el impacto fiscal del proyecto de la reforma impositiva a enviar al Congreso (tras las elecciones) será neutro. Morigerando las expectativas de los empresarios sobre una reducción considerable de la presión tributaria en el corto plazo.
P: ¿Usted considera que es necesario un recorte al gasto público? LSG: El primer punto a destacar es que hay un descalce entre los recursos que Argentina destina al gasto público (que supera 45% del PBI) y la prestación de bienes/servicios públicos que los ciudadanos reciben. No es negocio para la sociedad tener una presión tributaria similar a la de economías desarrolladas (es incluso mayor para el sector formal) y tener servicios públicos de baja calidad, que terminan redundando en gastos adicionales para los agentes económicos (seguridad, educación y salud privada). Gastar mejor es clave. En segundo lugar, podemos discutir el tamaño del gasto público. Los subsidios a la oferta (de gas, luz, agua y transporte público) no tienen sentido ya que se subsidia a todos indiscriminadamente. El gobierno de Cambiemos ha avanzado en la dirección correcta: pese a que siguen siendo elevados, los subsidios están mejor focalizados: benefician más a los que menos tienen (tarifa social) y se han recortado para la clase media y alta que pueden pagar el costo de producir dichos bienes y servicios. Asimismo, si se gasta mucho en obra pública porque hay sobreprecios claramente debemos eliminarlos ya sea para hacer más obra con los mismos recursos o realizar los proyectos establecidos en el presupuesto gastando menos dinero (ni más ni menos de lo que corresponde). Por último, si bien sería deseable una menor presión impositiva hay que encuadrarla con los gastos del Estado. No podemos pretender tener un estado de bienestar que provea abundantes bienes y servicios públicos (de calidad) y simultáneamente pagar bajos impuestos. Sería deseable establecer por consenso políticas públicas y que nivel de Estado (gasto y recaudación) queremos como sociedad, para evitar el péndulo político que nos lleva de la privatización a la estatización y viceversa. Viernes, 7 de julio de 2017
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