¿CUESTIÓN DE ESTILO? ¿PREJUICIO?
Por qué los argentinos no usan sunga, ni cuando van a Brasil
Algunos testimonios para dilucidar el enigma de negarse al uso del tan famoso traje de baño brasileño. "Los argentinos no usamos sunga porque tenemos sentido del ridículo", apunta Federico Manzullo, de 22 años, que estudia profesorado del educación física
Antes de cerrar el bolso, se la probó. Se miró al espejo. De frente y de perfil. Improvisó una pose de forzudo. Trabó los pectorales. Y después desistió. Tampoco este verano la usaría. De todas maneras, la metió en el bolso por las dudas. Cuando llegó a esta playa paradisíaca de Brasil, junto con su grupo de cinco amigos, supo que no. Que no se animaría a ponérsela. Los cuerpos esculturales de los bahianos tenían todo para pasearla con orgullo. Pero él. mejor se limitaba a ponerse un short de baño a media pierna, bien hippster. Eso era lo que usaban todos los argentinos para ir a la playa. Y él no podía ser la excepción.
Así resume Gaspar Enriquez, 23 años, estudiante de arquitectura, la razón por la cual los argentinos que pasan sus vacaciones en Brasil no se animan a la sunga, ni siquiera en la tierra de la sunga. "Para no pasar vergüenza".
"Mentira que la traje. Vos te pensás que tengo una sunga", contesta Lisandro Trompini, de 22 años, estudiante de Ingeniería Industrial, cuando se les pregunta a él y a sus 11 amigos de La Plata la pregunta del millón: ¿Por qué los argentinos no usan sunga? Entonces los demás, como en parte de una chanza entre hombres lo señalaron como el posible portador de sunga del grupo.
"Los argentinos no usamos sunga porque tenemos sentido del ridículo", apunta Federico Manzullo, de 22 años, que estudia profesorado del educación física. Sus amigos asienten. Son compañeros desde hace años, juegan al rugby juntos en el club San Luis de La Plata. Y la cofradía señala que ese no es un grupo de hombres en sungas. Algunos apuntan a la necesidad de depilarse para ponerse una. Otros, argumentan que se sentirían muy expuestos a las miradas de los otros, con todas sus proezas y sus falencias a la vista de todos. También aparece el argumento de que los brasileños y sobre todo los bahianos tienen un cuerpo al que naturalmente la sunga les hace justicia. En cambio, los argentinos prefieren la amplitud y la holgadez a la hora de pasear sus torsos desnudos por la playa.
"Creo que al argentino le importa mucho la opinión de los otros sobre él", dice Yosí Moraes, vendedora del local de sungas "Estrelas das praias", sobre la playa Dos de Morro. "Aquí vienen argentinos y compran sungas. Pero no sé si después las usan. Muchos las usan debajo de la malla. Algunos, piden probárselas y se miran en el espejo tanto o más que las mujeres que vienen a comprar bikinis. Eso sí, casi todos los argentinos que vienen me piden sungas negras. Eso quiere decir, para mí, que tienen prejuicios y que no se animarían a usar otra cosa que llame mucho la atención", dice.
Yosí cuenta una anécdota de su cuñado, que es brasileño y que se fue a vivir a Argentina. "Cuando volvió, ya no volvió a usar nunca más sunga", agrega.
"A mí me encanta que los hombres usen sunga. Me parece que debe ser más cómodo, más fresco. Pero sé que hay mucho prejuicio. Tuve un novio que tenía una y que sólo la usó una vez que fuimos al Caribe. Donde todos usaban y nadie lo conocía. Es como si necesitara ser uno más. O si la mirada de los otros hombres lo condicionara", apunta Joana Ramirez, una jujeña de 27 años que pasa sus vacaciones en Morro con dos amigas.
La conclusión de unos y otros es clara. Los argentinos no usan sunga porque les importa y mucho lo que otros hombres opinen de ellos. Y si la mayoría opina que no se usa sunga, los demás, aceptan esas reglas de juego.
Miércoles, 6 de enero de 2016