POR DANIEL CARAM
Los libros que separan
Uno pensó, ilusamente, que los tiempos post-electorales pudieron haber templado los ánimos y entonces las inexplicables diferencias irían a quedar atrás. Inexplicables, se aclara, porque algunas están en la matriz misma de la ideología política, entonces hasta es positivo para el normal debate institucional que se defienda con ahínco ciertos posicionamientos.
Otros temas, en cambio, entran en la total sinrazón.
Por caso, la reiterada doble feria del libro es algo inaudito y hasta caprichoso.
Ya se habló de esto en otras oportunidades, con otros protagonistas, pero vale reiterar el concepto que nos inspira a tener que volver a referirnos a un tema que en otras culturas directamente no se aceptaría.
Otra vez caemos en la ilusión de pensar en ciertas posturas que admitan diferencias pero consoliden políticas de estado, sobre todo en cuestiones tan sensibles a la cultura, a la historia, a nuestra idiosincrasia.
Pero no. Las diferencias inútiles siguen marcando surcos, y es más: los profundizan.
Este año volverá a haber dos ferias, una Provincial en el Colegio San Martín y otra Municipal en el Boca Unidos, que irán a ser disímiles pensamientos reflejados en hechos concretos que, rompiendo los esquemas formales, no dejan de ser un instrumento de propaganda política para una y otra administración.
Hasta los objetivos más positivos quedan oscurecidos ante la real pretensión de ambas muestras.
Entonces debemos acostumbrarnos a escuchar o leer a quienes –con todo el derecho que les place- defienden y militan para cierto proyecto político. Así, la cultura, el desarrollo, la educación, la promoción de la lectura, pasan a ser meros instrumentos temporales –se insiste- de un aparato propagandístico.
Por eso estamos como estamos. Hasta los libros nos desunen, rompiendo con cualquier idea casi indiscutida de la enorme importancia que la lectura tiene en la unión de los pueblos, en la aceptación del otro, en la consolidación del debate como tal.
Pero no. Una vez más damos muestras de egoísmo.
Digo ‘damos’, porque todos terminamos por aceptar un esquema deplorable, donde los objetivos principales quedan desparramados por el piso.
Martes, 15 de julio de 2014