EL CREADOR DE "PULSERAS ROJAS" EN LA FERIA DEL LIBRO
“Hay que seguir jugando”
El escritor catalán Albert Espinosa, quien adaptó su novela "El mundo amarillo" para la serie "Pulseras rojas", conmovió a la Feria del Libro con sus relatos y experiencias. Nadie pensó que un autor tan sencillo y simple, cuya serie fue transmitida por Telefe en 2013, pudiera conmocionar a tanto público y montar un escenario más propio de un concierto que de una feria literaria.
Buenos Aires > Nadie esperaba que su sencillez y su calma provocaran tanto furor. Nadie pensó que la sala quedaría chica y que habría que inventar algo para que la gente, que esperaba hacía horas, no dejara de escucharlo, de verlo o tocarlo. Él, Albert Espinosa, recién aterrizado, corrió a la Feria del Libro y se encontró con más de 150 personas que corearon: ¡Albert, Albert! Y gritaron un “¡ahhhhhhhhh!” tan agudo, como las fans le gritan a Justin Bieber.
El sábado pasado, con su campera amarilla con capucha y su renguera típica, llegó al país este best seller español que es el creador y guionista de la famosa serie “Pulseras rojas”, basada en su libro autobiográfico "El mundo amarillo".
Nadie pensó que un autor tan sencillo y simple, cuya serie fue transmitida por Telefe en 2013, pudiera conmocionar a tanto público y montar un escenario más propio de un concierto que de una feria literaria. Ni la presencia de Andy Kustnezzof, que fue el encargado de entrevistarlo públicamente, provocó tanta desesperación.
La sala Adolfo Bioy Casares agotó su capacidad y mucha gente tuvo que quedar afuera, e incluso muchos admiradores improvisaron asientos en el piso.
Al coro de los que afuera ya estaban fastidiados y con todo el personal a disposición de la situación, la promesa de Albert fue contundente: “No me iré hasta no firmar el último libro y hablar con el último de la fila”. Y así fue. Para evitar problemas, la charla se dio mitad adentro de la sala y mitad afuera, con Albert y Andy parados, haciendo reír a la gente que tanto había esperado. Y también, un aplauso del público a pedido de Albert para una niña en silla de ruedas, a la que le faltaba la pierna derecha. “Le vi los ojos y vi su lucha. El momento en el que todo el auditorio la aplaudió y ella rompió a llorar, creo que le dio mil millones de energía que, sentí, ella estaba a punto de perder. Al final, eso es lo bonito”.
Espinosa es un escritor, guionista, actor y director español que, antes de ser todo esto, fue un joven que estudiaba Ingeniería Industrial y que mucho antes fue un adolescente que durmió 10 años de su vida en un hospital para atravesar tres cánceres. Un chico que perdió la pierna izquierda, un pulmón y parte del hígado y que jugaba con su silla de rueda y sus amigos, una troupe autobautizada “los pelones”, que gustaba del sol y de las carreras.
Con ese chico dentro, luego de pasar por el teatro, Espinosa escribió "El mundo amarillo" (Grijalbo, 2008), el libro que es best seller en España y que junto con el resto de su obra ("Si tú me dices ven lo dejo todo... pero dime ven", Grijalbo, 2011; "Todo lo que podríamos haber sido tú y yo si no fuéramos tú y yo", Grijalbo, 2010; y "Brújulas que buscan sonrisas perdidas", Grijalbo, 2013), ya lleva vendidos más de un millón de ejemplares. "El mundo amarillo" se convirtió en la serie “Pulseras rojas”, que Telefe emitió dos veces en el país y que es tan exitosa como sus libros. El aclamado director Steven Spielberg (ver recuadro) la llevará a la pantalla de televisión en Estados Unidos, mientras Espinosa no deja de recorrer países contando su experiencia.
Él y su grupo de amigos del hospital –niños pequeños y adolescentes que batallaban contra el cáncer- veían y vivían su enfermedad y su vida de un modo distinto al convencional, ese modo de ver tan de los adultos y que los lleva a la angustia y a la depresión.
Sus amarillos
“Tardé diez años en escribir la historia, además de lo que viví. Todo está basado en mi vida. Evolucioné yo y evolucionó mi vida”, empezó contando en la charla.
“Escribo otras cosas, pero siempre regresó ahí, resulta”, agregó.
Con “Pulseras rojas” se redefinió la representación del cáncer y hasta el significado de esa palabras que, dicen algunos expertos, será una enfermedad muy común en el futuro.
Cuando le preguntaron al pequeño Albert, en uno de esos hospitales, qué pasaría si la palabra dolor no existiera, Espinosa se quedó meditando y decidió experimentar la dosis de quimioterapia tomando el pinchazo como una caricia. ¡Nunca sintió tantas caricias juntas!
“Para mí, esos cambios significarían mucho en la vida porque te ayudarían a ver las palabras de otra manera”, dice el autor. En este y aquel tono versa "El mundo amarillo", que es una autobiografía de aquellos años y un homenaje a todas las personas que conoció. Pero también una nueva puerta para que los niños y adultos que tienen cáncer o que atraviesan situaciones difíciles en la vida puedan vivir su situación de otra manera. “La serie la escribí para ayudar a los niños a tener héroes en su vida real, como pueden ser los personajes. Pero sobre todo para que aumentaran las visitas hospitalarias, para que la gente no viera a los chicos con cáncer como chicos enfermos”, contó.
Para Albert y sus amigos, el cáncer no era doloroso, no era una enfermedad terrible y la muerte no era algo trágico ni a lo que temer. “No es tan importante vivir o morir. Lo precioso es que la muerte llega cuando menos te la esperas. Para nosotros, cuando alguien luchaba contra el cáncer y, teóricamente, perdía su batalla, lo que hacían era distraer a la enfermedad para que nos curáramos dos o tres, con lo cuál, yo me curé porque hubo amigos que distrajeron el cáncer un rato y yo pude pasar”, explicó el escritor.
Aprender de la enfermedad
En el "El mundo amarillo" hay anécdotas que parecen recetas, situaciones contadas desde la mirada de un joven inocente y que se vuelven a uno con un listado para poner en práctica lo aprendido que deja en nocaut a cualquiera. Pero “no es un libro de autoayuda. Es un libro del cáncer aplicado a la vida”. Por eso, en sus charlas y firmas, entre sus lectores, se cuentan jóvenes y adultos, que atravesaron o no una situación difícil y que ven este libro, un vector para correr la mirada hacia nuevas posibilidades. “Creo que es una cuestión de mentalidad. El mundo se ha creado una concepción excesivamente extraña, en la que equivocarse o estar enfermo o fracasar o no seguir los cánones que se esperan te sitúa en un punto extraño de la sociedad. Contra eso hay que luchar. Aún creo en mi mundo amarillo. Siempre habrá gente que te diga que no tiene sentido, pero al final creo en la ternura...”, aseguró
Todo cobra un nuevo sentido. El dolor es una caricia, la enfermedad una estrella que te hace especial, una silla de ruedas un vehículo para correr carreras, los pisos de un hospital, una discoteca, una pérdida en ganancia.
“Cuando me curé, con 24 años, hice un pacto conmigo mismo: tener siempre 14 años junto con la edad que cumpliera”. Entonces, según relata, Espinosa siempre lleva consigo a ese adolescente de 14 años que enfermó y debió enfrentarse a un hospital, agujas, pinchazos, rechazos y también un profundo amor; ese niño que fue a una escuela distinta, las de adultos que contaban historias y transmitían experiencia y que vivió la pérdida de su pierna con una gran fiesta.
Juego sin fronteras
A veces, se cansa de las entrevistas y prefiere quedarse firmando en un sitio, escuchando a la gente, abrazándolos, tocándolos y dándoles ánimo. Se cansa cuando no se divierte porque, para él, el trabajo también tiene que ser una diversión. Y no piensa todo el tiempo en el opinarán. Simplemente, habla, calla, sonríe y te explica incansablemente lo que aprendió, lo que piensa de tal o cual o cosa sin tratar de convencer. “Si no puedes entenderte a ti mismo que, en un día, haces siete cosas diferentes, no entiendo por qué la gente se empeña en conocer a los demás”, fue uno de los consejos de su “madre hospitalaria”, la que le enseñó a no preguntarse el porqué.
Su presencia lo magnetiza todo y lo abarca, como si tuviera el poder de entrar en el otro y abrir nuevos caminos. “También me enseñó que cuando conoces todas respuestas, llega el universo y te cambia todas las preguntas. Cuando me pasa algo, pienso, el universo me ha visto calmado y me ha cambiado la pregunta, quiere que me enfrente a una nueva parte del videojuego, que es la vida. El mundo es genial porque es un patio, el más grande que existe. Y hay que seguir jugando. Tener un cáncer es parte de una de las pantallas de ese videojuego. Siempre me he tomado todo como un juego porque creo que tomárselo más en serio tiene falta de sentido”, aseveró el catalán.
Volver a la vida
Lo que siguió no fue fácil. En la semana enfrentó entrevistas, largas filas que se extendían más allá de lo imaginable, como figuras fantasmales que aumentaban a escala y rápidamente, con un libro en la mano para que se los firmara. Y el reconocimiento en la calle. Pero Albert, que caminaba con su cojera y respiraba con el único pulmón que tiene, hablaba con calma. No dejó de parar frente a cada pedido de sus lectores. Él escuchaba, respondía, agradecía. Comería pizza con desconocidos y hablaría sin parar.
“¡Gracias, Argentina, por esa firma tan bonita! ¡Graciaaaas! ¡¡Sois únicos!!”, escribió Espinosa en su Facebook. La semana en Argentina recién terminaba.
De la mano de Spielberg
“Cuando Spielberg me llamó y me dijo que quería hacer "Pulseras rojas" en inglés, no entendía. Me parecía genial que llegara a otros países, pero me pidió que no se lo contara a nadie. Yo traté, pero no podía ocultárselo a mis padres que habían vivido todo mi proceso, así que fui y se los dije. Les pedí reserva, pero como en esos días era mi cumpleaños, mi mamá hizo un pastel con un ET. Ella tampoco podía evitarlo”, contó Albert. Steven Spielberg y ABC Studios adquirieron los derechos de la serie y empezaron a trabajar en la adaptación con la famosa Marta Kauffman, que fue una de las creadoras de "Friends". Se llamará "Red band society" y será transmitida por Fox.
Más allá del cine
Detrás de las cámaras, la realidad se vive de otra manera. Si en "Pulseras rojas" muchos adolescentes empezaron a encontrar respuestas y vislumbrar mundos distintos, en los hospitales los que se encargan de esto son voluntarios de carne y hueso que, muchas veces, no tienen recursos.
CHAP (Curar Haciendo Arte con Pequeños) es una organización no gubernamental que trabaja en el Hospital Garrahan y se encarga de facilitar el poder curativo del arte a los niños que estén en situaciones de crisis y a sus familiares.
Otra organización es Alegría Intensiva, que intenta hacer más amena la vida en los hospitales con labores artísticas. Son payasos que hacen reír, y trabajan diariamente con los niños y sus familias. Así como lo hacen los payamédicos, tanto en Buenos Aires como en Santa Fe y otras provincias, porque no se termina todo en Capital Federal.
Pulseras rojas
Es la serie de televisión española que creó Albert Espinosa, para la cual se basó en su libro "El mundo amarillo", y que dirige Pau Freixas. Es una coproducción entre ambos y está pensada para cuatro temporadas. Ya llevan realizadas dos “y la tercera vendrá en dos años, para darle tiempo a los protagonistas a que crezcan. Tiene que ser real, no queremos apurar nada”, afirmó Espinosa. La serie que narra la vida cotidiana de un grupo de adolescentes en un hospital, con amor y ternura, con las problemáticas de sus enfermedades y con sus ganas de vivir, empezó en catalán y en 2011 fue doblada al castellano por el grupo Antena 3. En el país, las dos temporadas se transmitieron por Telefe con éxito de audiencia.
Fuente: lmneuquen
Sábado, 10 de mayo de 2014