ABORTO NO PUNIBLE
Los anti-mujeres
La negación de un hospital público de realizar un aborto no punible a una niña de 13 años embarazada producto de una violación vuelve a poner en escena una discusión: quién tiene el poder de decidir sobre los cuerpos de las mujeres.
Los argumentos de aquellos en contra del aborto son pocos e inconsistentes, pero los anti-abortistas, o los anti-mujeres, como los llamaba el ícono del humor norteamericando George Carlin, utilizan la repetición para darle consistencia a esas incoherencias que ellos disfrazan de razones.
“El bebé no tiene la culpa” es la frase que más les gusta a los anti-mujeres. La repiten hasta el cansancio, como robots programados. No importan las cientos de miles de mujeres muertas en abortos clandestinos todos los años, no importan las consecuencias físicas ni mentales que una nena violada y embarazada deberá soportar, no importa la vida que ya existe. Porque los anti-mujeres ya tienen su respuesta en la punta de la lengua, como un escudo que los protege de cualquier peligro de tener que pensar, de cualquier riesgo de tener que ponerse en el lugar de esa mujer.
“El bebé no tiene la culpa”, y ya no hay nada que decir, para ellos la fe en un Dios que ha decidido crear una vida es lo único a lo que pueden aferrarse, para no caerse en la realidad de la mujer violada. No miran a los costados, como caballos en un desfile, como fanáticos sin voluntad. “El bebe no tiene la culpa”, dicen como hipnotizados, como quien recita un hechizo perverso. Utilizan maliciosamente al lenguaje, manipulando con la palabra “bebé” y la palabra “culpa”, que no están ahí aleatoriamente, están ahí en la forma de dos golpes bajos, en el estómago, para dejar sin aire, para hacer sentir mal, para convencer a los temerosos de ese Dios que castiga.
“El bebé no tiene la culpa” da entender entonces que alguien sí tiene la culpa: el violador, claramente, y pareciera que también la mujer. Si no ¿cómo se explica que deba ser castigada cargando durante nueve meses en su cuerpo la evidencia de esa violación, reviviendo en cada cambio de su cuerpo el hecho más traumático y violento que una mujer pueda sufrir? ¿Por qué ese embrión es un ser humano, pero la mujer que lo lleva no es un ser humano? ¿Por qué la mujer se convierte sólo en una vasija, en un contenedor cuyos sentimientos, cuyos traumas dejan de importar?
Muchos anti-mujeres terminan explicando que ese embrión es un “angelito” que viene a traer “amor” a una casa llena de violencia. Los anti-mujeres viven en un mundo de fantasías en el que una familia, en la que un padre o padrastro, tío, abuelo, hermano o primo violador, puede, a pesar de esto, lograr un final feliz con la llegada de ese bebé. Los anti-mujeres no tienen vergüenza en pronunciar que algo positivo puede salir de una violación, y nunca podremos defender realmente a las mujeres si seguimos creyendo que la violación puede tener resultados beneficiosos.
En un hospital de Moreno se negaron a realizar un aborto no punible a una nena de 13 años violada por su padrastro. La niña fue internada producto de un deterioro en su salud, pero Mariana Dunayevich, directora asociada del hospital, se negó a realizar la práctica, práctica que está avalada por el Código Penal argentino que no sanciona los abortos en los casos en que corra riesgo la vida o salud de la mujer gestante o que el embarazo sea producto de una violación (artículo 86, incisos 1 y 2).
Gracias a la gestión del movimiento de mujeres y feminista y NO por el Ministerio de Salud –debería ser una de sus funciones- el viernes 2 de mayo, la nena de 13 años fue dada de alta tras acceder a la interrupción legal del embarazo con medicamentos de manera privada, la cual fue concluida en un hospital público, fuera del ámbito de la Provincia de Buenos Aires, sin haberse detectado complicación alguna durante la práctica.
Yo soy de quienes creen que una mujer embarazada que no quiere estar embarazada es razón suficiente para abortar. Esto no está en el código penal y por eso debe seguir en debate, pero los casos que ya están amparados por la ley no deberían debatirse más. Mariana Dunayevich infringió la ley y debe ser condenada. Y creo fervientemente que lo traumático para la mujer no se encuentra en la práctica del aborto. Debemos dejar de hablar del aborto en esos términos.
Lo traumático es no poder decidir sobre nuestros propios cuerpos, no ser dueñas de nuestra propia vida, eso es traumático. Que un tercero se apropie de nuestra integridad y nos prive de nuestra voluntad, nos prive de nuestra libertad de elegir lo que queremos que pase en nuestro cuerpo. Eso es traumático. Y por esto una violación es traumática. Y que nos obliguen a continuar durante 9 meses un embarazo y parir es traumático también.
Martes, 6 de mayo de 2014