POR DANIEL CARAM
RENZO ANTONELLI- CONMOVEDOR
Pasó la semana y no hay dudas que hay un tema que nos conmovió hasta el alma y que nos unió en la súplica y en la emoción: la partida de Renzo. Y se habrán dicho muchas cosas, y se seguirán diciendo. Podrá hasta sonar cursi volver a referirse al tema, pero tengo una obligación moral de hacerlo, teniendo en cuenta el papel de preponderancia que tuvieron los medios en ésta pelea, con tan doloroso desenlace.Habrá sí que volver a repetir hasta el hartazgo el ejemplo que nos deja éste pequeño león, que superó una y miles vicisitudes. Pero dejó su sello. Con fortaleza, a pesar de ser tan pequeño, y de no tener siquiera la posibilidad de decirnos las cosas.
Nos sumó a todos, más allá de nuestras diferencias mundanas, en la oración diaria, en el pedido constante, y hasta por ese milagro que sus propios familiares esperaron hasta el último de los instantes.
Sin meterme en el análisis directo de conceptos religiosos o de pensamientos eruditos, está claro que Renzo vino a cumplir su misión. Y lo hizo con creces, y en muy poco tiempo.
Ahora deberemos ser nosotros los continuadores
de su lucha. Acompañando a sus padres y abuelos que conformaron un verdadero ejército en defensa de la donación de órganos, continuando con las campañas de difusión para los cientos de Renzo que aún esperan por el gesto solidario de donar, e insistiendo con la necesidad de que el estado se involucre en serio en la cuestión.
No hay un drama con la partida del leoncito. O no debería haberla. La dimensión de su ser traspone los límites de la sensibilidad humana, porque su lucha debe ser una imagen de lo que queremos y esperamos de cada ser.
Tampoco debemos olvidarnos de aquella humilde familia que donó el corazón que recibió Renzo. Es otro ángel. Con esa misma paz, que nos deja cientos de enseñanzas.
Nuestro respeto y acompañamiento. Y el compromiso de no cesar la lucha.
Lunes, 5 de agosto de 2013