Actividades que enseñan y divierten a tu hijo
Aprovecha el verano para practicar con tu hijo juegos que le ayuden a no olvidar lo que ha aprendido.
Tanto si va a la guardería como si ya está en el cole, seguro que durante este curso tu hijo ha aprendido muchísimas cosas. Pero para memorizarlas e interiorizarlas necesita repetirlas y practicarlas en su día a día. Dejar que pasen los meses de verano sin este tipo de refuerzo aumenta las probabilidades de que olvide aquello que le han enseñado, lo que le obligará a empezar casi de cero cuando comience el nuevo curso.
Si quieres evitarlo, puedes aprovechar estos meses para realizar con él muchas actividades divertidas que le ayudarán a fijar sus conocimientos. Y lo bueno de hacerlas durante las vacaciones es que, como le permiten aprender en otro contexto diferente al escolar, con materiales distintos y contigo como profesora, las percibe como un juego (con lo que está más receptivo a ellas) y ayudan a su cerebro a establecer vínculos entre las actividades y a relacionar conceptos, lo que aporta al niño un conocimiento más amplio.
MEJORES RELACIONES
Pero no es el único beneficio de este tipo de entretenimientos veraniegos. Descubrir que recuerda cosas que le han enseñado y que puede aprender otras nuevas repercute positivamente en su autoestima, hace que se sienta orgulloso de sí mismo y le predispone a aceptar nuevos retos.
Además, al hacerlas juntos reforzáis el vínculo que hay entre vosotros, lo que hace que se sienta más protegido y aumenta su confianza en el mundo. Y si además involucráis al resto de la familia (hermanos, abuelos, tíos?) en estos juegos didácticos, fortaleceréis las relaciones entre todos y generaréis un sentimiento de pertenencia al grupo que también resulta muy positivo para la seguridad del pequeño.
En este artículo podrás encontrar: por qué es bueno que juegue al aire libre y sin agobios, qué actividades puedes hacer con tu hijo si tiene 1 o 2 años y qué juegos o actividades son buenos si ya tiene 3 o 4 años.
AL AIRE LIBRE, ¡GENIAL!
Otra gran ventaja del verano para el aprendizaje del niño es que existen muchas más oportunidades que en el invierno de estar al aire libre, lo que le permite disfrutar de la naturaleza y experimentarla con los cinco sentidos. Y aprender a través del contacto directo con el entorno es más excitante y eficaz que hacerlo entre cuatro paredes, ya que ayuda al niño a situarse dentro del mundo y a comprobar por sí mismo (oliendo, viendo, tocando, escuchando...) lo que antes se le ha explicado a través de dibujos, láminas o palabras. Este aprendizaje es más práctico y dinámico, combate el aburrimiento, favorece la formación de redes neuronales y beneficia la maduración biológica del peque, su motricidad y su imaginación.
SOBRE TODO, SIN AGOBIOS
Como ves, el verano ofrece a tu hijo un enorme abanico de experiencias. Pero esto no quiere decir que deba ser una prolongación del periodo escolar. Los beneficios de los que hemos hablado desaparecen si ponemos el acento más en lo didáctico que en lo lúdico. En otras palabras: no obligues al niño a jugar a algo que no le apetece, ni insistas con ejercicios de repaso que no son necesarios.
Aprovecha su predisposición para realizar aquellas actividades que más le gustan y, si consideras conveniente alguna por la que no tiene el menor interés, intenta adornársela de algún modo para animarle.
Tampoco olvides que el verano está para descansar: no seas estricto con horarios y ejercicios o el peque desarrollará resistencia hacia ellos. Ahora que conoces los beneficios que tienen las actividades estivales y estás prevenido para evitar sus pequeños riesgos, te proponemos diferentes juegos para ?no olvidar? este verano. Seguro que lo pasáis genial.
Si tu niño tiene 1 ó 2 años...
Al elegir las actividades estivales más adecuadas para tu hijo, necesitas saber qué aprende en la escuela infantil a estas edades. Con niños de 1 y 2 años se hace hincapié en el desarrollo de la motricidad, tanto la gruesa (ejercicios que implican los músculos largos del cuerpo y están relacionados con andar, correr, saltar, mantener el equilibrio?) como la fina (actividades manuales que ejercitan la pinza y la coordinación ojo-mano). También se enseñan hábitos sencillos (lavarse las manos, ponerse los zapatos?) y se realizan actividades que amplían el vocabulario (colores, animales...) y enseñan conceptos nuevos (hoy, mañana...).
¿DÓNDE ESTÁ EL COLOR....?
Pide al bebé que elija un color, acompáñale a buscarlo en el entorno y anímale a que toque o nombre aquello que lo contiene. Por ejemplo, si estáis en el campo se lo pasará genial encontrando el color marrón en un árbol, un puñadito de arena, un palo, un insecto... Así amplía vocabulario y mejora su motricidad y su capacidad de relación palabra-concepto/objeto.
¡MIRA QUÉ LEJOS, MAMI!
En la playa, busca con él un puñadito de conchas o piedrecitas (ojo, vigila que no se las lleve a la boca). Cuando tengáis bastantes poneos a la orilla del mar y jugad a tirarlas lo más adentro del agua posible. Este juego favorece su concentración y su destreza manual.
BUSCANDO UN BARQUITO
Si estáis en un puente sobre un río, jugad a tirar una corteza de árbol o un palo por un lado y a intentar verlo cuando salga por el otro lado. Aprenderá que lo que deja de ver sigue existiendo y mejorará su imaginación y capacidad de prever lo que va a pasar con algo de antelación.
UN PEQUEÑO ARTISTA
Aprovecha las horas de la tarde, en las que hace mucho calor, para jugar a colorear o a pegar pegatinas en un lugar más fresco. Estas actividades le hacen más hábil e incentivan su concentración. También es un entretenimiento ideal para desplazamientos en tren y avión.
¡A CANTAR Y A BAILAR!
En el coche, en casa mientras hacéis alguna tarea... Con las canciones va aprendiendo el ritmo y las rimas, algo importante para adquirir vocabulario y para desarrollar, con el tiempo, la capacidad matemática. Y si unís a las canciones bailes sencillos y repetitivos, mejoraréis su equilibrio, su motricidad gruesa...
CORRE, CORRE, QUE TE PILLO...
Jugar a perseguiros para haceros cosquillas, además de divertirle muchísimo, le ayuda a mejorar su coordinación y ejercita también su motricidad gruesa.
AHORA ESTOY... ¡AHORA NO!
Tápate con la toalla o el flotador y sal de golpe. Tu hijo se partirá de risa y a través del juego irá descubriendo que no desapareces cuando deja de verte, algo que con el tiempo le ayudará a separarse de ti sin traumas.
VAMOS A CONTAR UN CUENTO
Nárraselo incluyendo en la historia elementos y personas del entorno y haciéndole preguntas para que participe. Así estimulas su memoria y su concentración, le ayudas a ampliar su vocabulario y le calmas antes de dormir.
Y si ya tiene 3 ó 4...
Las habilidades a nivel motor e intelectual que va adquiriendo en estos cursos preparan a tu hijo para actividades más complejas. Con 3 años su nivel de concentración es mucho más alto; su vocabulario es bastante amplio y seguramente habla por los codos, se sale menos al colorear y empieza a saber cortar con tijeras y a utilizar el punzón para recortar figuras.
A los 4 años es capaz de realizar frases complejas y secuenciadas a través de las que describe lo que hace, lo que ve? Ya es más capaz de jugar en grupo y socializar con sus iguales, aceptando turnos y reglas. Practica con él los juegos anteriores (complícalos un poco para que sean más estimulantes) y prueba además los siguientes:
¡SOY UN ARTISTA!
En la playa, haz que se sienta un gran arquitecto construyendo castillos, o un escultor haciendo figuras de arena... También puedes pedirle que dibuje en la arena un muñeco, o que escriba letras... Desarrolla su motricidad y su creatividad y recuerda sus nociones de escritura.
IGUALES... DIFERENTES
Anima a tu hijo a recoger distintas cosas del entorno y a agruparlas u ordenarlas por formas y colores o por conceptos (plantas, cosas pequeñas...). Pídele que te explique por qué las ha juntado así. Este ejercicio le permite distinguir conceptos (rugoso/liso, redondo/cuadrado?).
¿QUÉ HUELE O SUENA ASÍ?
Un buen juego para el campo: pídele que cierre los ojos, pon algo a su alcance (una flor, un fruto) y dile que averigüe de qué se trata mediante el olfato o el tacto. Puedes hacer lo mismo con el oído: tendrá que averiguar qué hace el sonido que escucha (un pájaro, dos piedras al chocar...). Estas actividades estimulan sus sentidos y aumentan su concentración.
AL ESCONDITE
Con niños tan pequeños no hace falta mucho espacio, un árbol o una sombrilla son escondites estupendos. Se lo pasará genial buscándote o escondiéndose a la vez que mejoran su imaginación, su capacidad de competir y de seguir unas reglas de juego, su sociabilidad...
HACIENDO FRASES
Cuando viajéis en coche, juega a decirle frases incompletas para que él las continúe (con los ojos veo..., con las manos hago...) o diga el efecto (cuando llueve...). Mejora la lógica y el vocabulario.
ADIVINA QUÉ SOY...
Incítale a adoptar diferentes posturas o a interactuar con elementos del entorno para imitar (o interpretar) distintos personajes u objetos: un animal, una estatua, un cocinero, el viento... A ti te toca tratar de averiguar qué está representando. Y luego, hacedlo al revés. Esta actividad potencia su imaginación y coordinación.
Lunes, 29 de julio de 2013