TENIS : RAFAEL NADAL
Rey del polo, esclavo del pasto
El belga Darcis venció en sets corridos al campeón de 2008 y 2010. El español no puso excusas pero ya había dicho que el césped es la superficie más complicada para su rodilla.
Se lo veía derrumbado como pocas veces. Levantaba la vista para ubicar al interlocutor porque siempre lo hace respetuosamente, pero su mirada transmitía una infinita amargura. Sin embargo, a media hora de haber sido eliminado en su debut en Wimbledon y ante una sala de conferencias repleta, la dignidad de Rafael Nadal no le permitió esgrimir ninguna excusa.
Cuando un periodista español le preguntó cuál era su supuesta nueva lesión y si podía revelarla, él se puso más serio aún y, seguramente, hubiera querido fulminar con sus ojos tristes a quien elevó la consulta. “Yo no tengo que revelar ninguna lesión. He jugado Roland Garros y he jugado Wimbledon. No tengo ninguna lesión extra. No estoy engañando a nadie porque no me gusta que me engañen a mí”, disparó. Y reconoció que “él jugó mejor; yo he jugado al 100 por ciento de lo que tenía para dar, pero no fui capaz de jugar al nivel que quería, no me noté con la fuerza habitual para dar vuelta la situación”.
Lo cierto es que el sorprendente belga Steve Darcis dio ayer, en el primer día de acción en Wimbledon, un batacazo de aquellos que dejan una huella indeleble en el ganador, en el derrotado y en todos aquellos que pudieron asistir al desenlace. Catorce días después de haberse consagrado por octava vez en Roland Garros y de ratificar su condición eterna de rey del polvo, Nadal se transformó ayer en esclavo del césped. Y se fue en la rueda inicial de un Grand Slam por primera vez en su fenomenal carrera. Tras dos horas y 55 minutos, la chapa estableció un 7-6 (7-4), 7-6 (10-8) y 6-4. Encima ¡en tres sets! Ni en sus sueños más dorados y más ambiciosos, Darcis pudo haber imaginado algo así.
Nacido en Lieja hace 29 años, ubicado en el 135° escalón del ranking, con dos títulos ganados y con una derrota en el único enfrentamiento que había tenido con Nadal (Doha 2010), Darcis fue el muchachito de la película en el lunes de Londres. Diestro, incansable en sus desplazamientos y con un drive consistente, se las ingenió para que su rival se sintiera más incómodo aún en el pasto de que lo que el mismo español se sintió apenas la bola amarilla empezó a cruzar el aire de la cancha 1. Darcis fue oportuno para aprovechar sus chances y para quedarse con los tie breaks de los dos primeros sets.
En el último parcial el ganador sacó 5-4 para pegar el gran golpe. Y no le tembló el pulso por más que del otro lado de la red estaba plantada una leyenda moderna del tenis. Arrancó 0-15, pero enseguida ajustó la mira para dirigirse de manera inexorable a la hazaña. Con un drive cruzado se colocó 15-15. Con una pelota que pareció imposible de ganar alcanzó el 30-15. Y con una derecha ancha de Nadal dispuso de dos match points. El primero le alcanzó a Darcis: un ace furibundo a la “T” desató la ovación de la multitud y su euforia, tan lógica como merecida. Nadie lo podía creer. Ni Nadal. Ni la gente. Ni el mismísimo Darcis, quien por segunda vez -en cuatro participaciones- accedió a la segunda vuelta.
¿Por qué le pasó a Nadal lo que le pasó? Había indicios de que la mano no venía bien para él. El sábado, en un encuentro con la prensa, ya había abierto el paraguas. “El césped es quizá la superficie más complicada para mi rodilla. Las posiciones que hay que adoptar en la cancha son muy bajas, de mucha flexión, y ahí es dónde más siento las molestias en la rodilla”, había anunciado. Y nadie le prestó demasiada atención a otra reflexión a partir de su condición de quinto preclasificado y de un potencial duelo con Roger Federer en los cuartos de final. “No quiero hablar del cuadro porque no me gusta referirme a rondas que todavía no he pasado. Ojalá que pueda jugar bien el primer día”, afirmó. No pudo.
Ya con la derrota, agregó que “no llegué preparado del modo que hubiera querido” y que “nunca me adapté a la superficie”. Nadal, ganador de dos títulos en Wimbledon (2008 y 2010), ésta vez quedó como esclavo del césped. Una pena.
Martes, 25 de junio de 2013