ELECCIONES 2017
Vidal, entre la tentación y los riesgos de enfrentar a Cristina
La gobernadora cree que sería bueno y alimentaría la polarización saldar la discusión con la ex presidenta. Pero teme por el día después de la elección. Busca sumar a Carrió a la campaña.
Es de plástico, muy pequeña, tan pequeña que decenas de funcionarios que han pasado por ese despacho se han ido sin registrarla. Está parada sobre una repisa repleta de fotos, en el piso 19 del Banco Provincia, en el microcentro porteño, donde María Eugenia Vidal aparece retratada con sus hijos, con el Papa Francisco y con Mauricio Macri. La conserva como un símbolo de la campaña que la llevó a la gobernación bonaerense. Es una risueña muñeca de cinco centímetros: una réplica de Heidi.
Heidi está parada al lado de otro muñeco en miniatura, el de El Abuelo, el otro personaje de la novela infantil. Los que descubren los muñecos hacen todo tipo de chistes. Claro: ya nadie llama Heidi a la gobernadora en tono burlón ni subestiman su rol electoral, aunque en las puertas de una nueva campaña a ella no le molestaría que sus rivales lo hicieran porque -al igual que Macri- le gusta correr de atrás. La mandataria sueña con un proceso similar al de 2015, donde su lista iba de punto. Pero ahora todo cambió: ya no le alcanza a ella -y mucho menos al Presidente- con hacer una buena o una gran elección. “En Provincia solo sirve ganar, más si Cristina es la candidata. Una derrota sería un cataclismo”, asumen en la Casa Rosada.
La posible irrupción de la expresidenta en el tablero del distrito más grande del país no genera lecturas homogéneas en el macrismo. A diferencia de lo que piensan otros actores centrales del espacio, Vidal considera que la postulación de Cristina podría convertirse en una gran posibilidad para reforzar la polarización y saldar un debate pendiente: si la Argentina le dice adiós para siempre al kirchnerismo o si le abre algún crédito con vistas a 2019.
“En el peronismo nadie se hizo cargo de la derrota. Y sería bueno saber si la sociedad dice kirchnerismo sí o kirchnerismo no. Desde ese lugar sería genial competir contra ella, aunque lo preocupante vendría el día después de la elección”, les ha dicho Vidal en las últimas horas a quienes pasaron por su despacho y le preguntaron por su reaparición pública. Les dijo eso y les dio su visión sobre la performance de la expresidenta en C5N: “Estuvo muy bien, estuvo muy Cristina”.
La gobernadora se pregunta cómo sería convivir en la Legislatura bonaerense con legisladores que eventualmente puedan ganar bancas de la mano de Cristina. Y advierte que lo mismo podría pasar en el Congreso nacional. Una cosa es Cristina digitando desde su casa y otra sentada en una banca. Un importante funcionario bonaerense marca la distancia que podría separarla de Sergio Massa: “Dirán lo que dirán de Sergio, pero a nosotros nos acompañó en las principales leyes”. Por eso con el diputado el diálogo siempre está abierto.
El que dejó de hablar con Massa es el Presidente, pese a que no pone reparos en la relación que Vidal construyó con él. Macri y la gobernadora se vieron a solas el sábado para hablar centralmente de la campaña que viene. En la charla se coló Odebrecht y sus eventuales derivaciones en el período electoral. El Presidente le dijo que lo mejor que le podría pasar al Gobierno es que se filtre “todo” lo antes posible. Vidal se mostró alineada: le confió que ella no tiene sospechas sobre el rol de Gustavo Arribas, el jefe de la AFI, y desplegó un manto de dudas sobre el accionar de la procurador Alejandra Gils Carbó.
Cuando se sumergieron en el armado electoral de Cambiemos a la reunión se sumaron Peña y Horacio Rodríguez Larreta. Los cuatro conforman el grupo duro del poder. Ninguno, sin embargo, deja de consultar a Jaime Durán Barba.
Los cinco coinciden, como publicó Clarín el domingo, en que hay que enfriar el debate interno y tomarse al menos 15 días para deliberar sobre la conveniencia de elegir a tal o cual candidato para dejar que el desgaste lo haga la oposición. Aunque día a día comienzan a verse caras de ansiedad tanto en la Rosada como en La Plata, no hay que esperar sorpresas. “Los candidatos son los que están dando vueltas”, dicen los que tienen acceso al entorno presidencial.
A Vidal le gusta hablar de “un pool de candidatos” que representen los valores de Cambiemos y que tengan un perfil lo más lejano posible “al sistema político tradicional”. Al debate final parecen haber llegado el ministro de Educación, Esteban Bullrich y la titular del Acumar, Gladys González. A quienes les quedó el sabor amargo de que esa pelea la encabezará Elisa Carrió, Vidal les prepara un premio consuelo: seducirá a la diputada para que forme parte de las bajadas al Conurbano, el sector más reacio al macrismo y donde -según mediciones oficialistas- más se padecen las medidas económicas que se tomaron en el inicio de la gestión.
En esos sectores la gente está preocupada por cómo sobrevivir en el día a día. La elección está demasiado lejos para ellos. Se lo dijo un vecino de Quilmes a Vidal en una de las últimas recorridas: “Mire, yo no soy macrista ni kirchnerista. Soy betista. Porque si a Beto no lo defiendo yo no lo defiende nadie”. A la gobernadora le pareció una anécdota tan gráfica que se la contó al Presidente.
Jueves, 1 de junio de 2017
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