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Sábado 20 de Abril de 2024

ENTREVISTA DE PERFIL "Libres Noticias"

PADRE JORGE LUIS ESPINDOLA: “Quiero poner valor y resaltar la familia”
(Martes 10 de Julio) Para esta ocasión elegimos presentar el perfil de un hombre muy querido por la comunidad por su importantísima función. Un hombre de fe, que con sus vivencias nos va a dejar muchas enseñanzas de vida. Es difícil definir una entrevista como esta. Frente a frente con un tipo que inspira respeto pero que abre las puertas de la confianza. Sabedor de eso, no atajó mucho los preámbulos y arrancó, porque sabía lo que quería, conocer su vida y presentarlo ante la sociedad.
-Nací un 13 de Diciembre del año 1966, mis padres, Antonio y Florencia. Somos diecisiete hermanos, soy el número diecisiete. Mis padres, con una conciencia muy profunda de lo que es el matrimonio y lo que es la familia, criaron a todos sus hijos con una conciencia muy clara de los valores cristianos, y de los valores éticos espirituales, especialmente en orden a la educación y en orden al trabajo. Mis padres son de la zona de San Luis del Palmar. Vivían una realidad muy pobre, sin un trabajo seguro, mi papá iba, cuando era la época de los algodonales, a cosechar algodón en el Chaco, trabajó en la zona de los quebrachos, un trabajo muy duro, muy difícil, y sin embargo supieron salir adelante.

En ese lugar, en la zona de San Luis del Palmar nacieron quince de mis hermanos – comenta. Unos amigos que había en la zona de Virasoro le anoticiaron que existía “Las Marías”, que tenía trabajo por el tema de la yerba, por el tema del té, entonces tomó la decisión de venir a probar con un hermano mayor, y conocer la zona, ver las expectativas para traer a toda su familia. Vinieron y se dieron cuenta que más o menos reunía las condiciones para traerlos, habló con el patrón, don Víctor Navaja, le comentó esta realidad que vivía, y él le dio el ok para que los traiga y fue así como trajeron a todos mis hermanos y en “Las Marías” nació el número dieciséis y el número diecisiete, así es que yo soy de la zona de “Las Marías” de Virasoro.

Ahí tuvimos la oportunidad de estudiar – siguió relatando – también al poco tiempo, yo tenía cinco años, cuando mi papá decidió cambiarse a Virasoro. Él había comprado una casa, un terreno en la zona de Virasoro, y como ya mis hermanos tenían que seguir estudiando nos trasladamos todos allí. Hice entonces mi primaria siempre en un clima muy fuerte de familia, quiero rescatar eso, de valores, de respeto, de crear siempre estos climas muy de compartir entre nosotros, por eso también nos criamos muy unidos a pesar de la cantidad y a pesar de la diferencia de edades, sin embargo aún hoy seguimos muy unidos.

Cuando estaba en Virasoro, desde muy chiquito participaba de la Iglesia, estábamos a dos cuadras y media, entonces iba a Catequesis, de ahí ayudaba al Sacerdote, que era Monseñor Ricardo Better, y estábamos muy ligados a la Iglesia, y fue ahí como podría decir que nació mi vocación, el deseo de llegar a ser un día como el Padre Ricardo, y sin embargo una vez que uno comienza a estudiar en un clima preparatorio para ir madurando la vocación, yo tuve que irme a los doce años ya de mi casa al Seminario Menor en la ciudad de Corrientes, allí hice hasta el tercer año ciclo básico y cuarto quinto y todo el terciario lo hice en Rosario, en Capitán Bermúdez donde está el Seminario Mayor.

El contacto con mi familia y el contacto con el Seminario ayudó mucho – continuó el Padre Jorge – porque dentro del mismo Seminario uno va descubriendo las distintas facetas de la vocación sacerdotal, y uno se va dando cuenta que tiene mucho de humanidad, por eso hay toda una formación humana, una formación intelectual, la importancia del estudio, la formación espiritual que es lo que sostiene nuestro ser hombre de fe para poder conducir y guiar al Pueblo de Dios y nuestra formación pastoral, que justamente es el perfil propio de ser sacerdote.

Todo eso se da en un conjunto de vivencias, de compartir con jóvenes de la misma edad y con los mismos ideales, y donde se va como purificando porque en el camino también muchos fueron dejando el Seminario para buscar otros rumbos, otros caminos, y el Seminario te brinda de cierta manera Sacerdotes, formadores que te van guiando y conduciendo en las distintas etapas de tu vida.

-No es un proceso para nada corto…
-No, no… es toda una vida, aún ahora hay que seguir. Es todo un proceso en estas cuatro dimensiones que te dije, porque creo que van muy ligados a lo que uno es después. Por eso también el Seminario brinda las garantías hasta cierto punto. Después el compromiso es personal, y es comunitario en cuanto a que uno se inserta dentro de una comunidad de sacerdotes.

En todo este proceso tuve siempre el apoyo, primero de mis padres, mi papá yo tenía catorce años y falleció, así es que no pudo ver nada de esto. Mi mamá si me vio Sacerdote, ella falleció en el año 2000 y compartió muchas de mis vivencias sacerdotales cuando estuve de Párroco en La Cruz. Dentro de ese ámbito familiar, mis hermanos siempre estuvieron muy cerca, yo sigo estando muy cerca de ellos, de compartir celebraciones familiares, bautismos, casamientos, hasta incluso hemos tenido la dolorosa separación de hermanos que fallecieron, son dos hermanos que Dios ya los llamó y también tener que estar juntos en esos momentos difíciles fueron como templando de alguna manera el carácter sacerdotal y nos ayuda mucho para nuestra misión con la comunidad cristiana.

-Sin dudas que una palabra clave en todo esto es la integridad…
-Efectivamente. Yo creo que ahí está el hecho de que haya esa armonía interior, esa armonía de la formación, por eso hoy también se perfila con ese título de la formación permanente, porque sabemos que la exigencia del mundo sigue siendo muy fuerte, y si uno está muy endeble también se resiente en su propia formación, por eso todos los días es como un desafío nuevo que tenemos para formarnos. Pero sigo un poquito; terminé de estudiar en el año 1991. A mitad del año fui ordenado Diácono, que es el paso previo al sacerdocio, y me ordené en Paso de los Libres, el 13 de Julio. En ese momento yo tenía dos hermanos sacerdotes, uno de ellos estaba acá, por eso me ordené acá. Eso también fue muy importante, porque ellos eran mayores que yo, pero debo decir que, si bien a los mejor Dios se valió de que ellos estaban en el Seminario para llamarme a mí, mi vocación directamente no dependió de eso, sino que después uno en el camino se va dando cuenta, y eso creo que es muy importante también, que uno pueda ser lo que uno quiere ser, eso es muy importante.

Durante ese tiempo estuve como Diácono en Santo Tomé, muy poco tiempo, desde diciembre hasta mayo del año 1992, allí me ordené de Sacerdote. Me ordenó Monseñor Alfonso Delgado, y me quedé en Santo Tomé ayudando al párroco de ahí. Estuve un año y medio, todo el 92 y todo el 93, y ahí, el hecho de estar ayudando tanto en la ciudad como también me ha tocado atender Garruchos, Garaví, la zona rural, entrar en contacto con la gente, me sirvió muchísimo porque al año y medio ya el Obispo me pidió que sea Párroco en La Cruz. Yo tenía veintisiete años y ya estaba de Párroco en La Cruz. Eso también me marcó mucho, porque sentía por un lado que era muy joven, muy nuevo en todo esto, y la exigencia de una ciudad grande, La Cruz es un pueblo jesuítico, tiene toda una historia, tiene toda una trayectoria. Reemplazar a un Sacerdote mayor y también muy querido como era el Padre Mansilla significó un gran desafío.

Gracias a Dios estuve ahí – dijo siguiendo el concepto – ahí valoro, si al principio de mi vocación valoro la familia, en esta etapa valoro la comunidad como otra gran familia. En La Cruz aprendí a ser cura en el sentido de brindarme a la gente, de saber estar, con mis caídas y con volver a empezar en muchas cosas, equivocándome porque a veces el ímpetu del joven hace que uno quiera llevar el mundo por delante y te das cuenta que hay que ir paso a paso, que hoy a lo mejor uno ya se frena en muchas cosas para pensar dos veces, pero gracias a Dios la comunidad entendió y fue madurando junto conmigo, porque ellos venían de un Párroco mayor; tuvieron que hacer todo un proceso para adaptarse así es que fue como mutuo el crecimiento. En La Cruz viví cosas maravillosas como Iglesia, como celebraciones, el hecho de estar con la gente, de compartir con las familias que hoy estoy muy ligado a ellos, nos seguimos manteniendo en contacto, me siguen pidiendo a veces para una Misa de Quince, para una Casamiento, y en la medida de lo posible trato de participar, sino ellos también entienden el por que uno a veces no puede.

-Fueron varios años en La Cruz…
-Estuve quince años y medio, por eso digo, toda mi vida sacerdotal, tengo veinte años de cura. Prácticamente ahí fue mi experiencia más grande, que tuve La Cruz, Yapeyú y toda la zona rural del Departamente San Martín. Fueron muchos años muy ricos en la parte Eclesial, porque aprendí a querer mucho la devoción de la gente, de cada paraje con su Santito con su Virgen, con su imagen, que lo terminábamos siempre el 15 de Agosto que era la fiesta más grande del pueblo.
-Y que quedó como un sello del “Padre Jorge”
-La verdad que quedó como algo que se armó en comunidad y nos sirve de estímulo. Yo siempre les digo “no dejen que se muera porque ahí está el corazón de la vida de La Cruz”. Tener la imagen jesuítica es toda una reliquia de fe, reliquia de amor, de devoción, de toda la herencia de los guaraníes, que es muy importante.

-Siguiendo con su vida sacerdotal le tocó venir de La Cruz a Paso de los Libres, cambio importante…
-En el año 2009, el Obispo, Monseñor Santiago, me llamó, me planteó la realidad, la situación, que acá quedaba vacante la Parroquia, entonces me pidió si yo podía venir. Era todo un desafío, porque Paso de los Libres es una ciudad mucho más grande, con otras problemáticas como con otras virtudes, y a la vez era a mitad de año, las actividades ya estaban todas empezadas, tal es así que cuando los de La Cruz se enteraron que yo en julio me venía y en agosto era su fiesta, también se armó todo un revuelo porque era como que los dejaba a mitad de camino. Pero gracias a Dios se fueron dando las cosas. Vine a asumir la Parroquia en el mes de julio, el 18, con el Padre Héctor Aguirre que a la vez es mi sobrino. Juntos asumimos ese día y a partir de ahí empezar a conducir, a trabajar la vida parroquial acá en Libres, que gracias a Dios venía con una experiencia y en muchas cosas tuvimos que saber manejar la situación, la gente también estaba dispuesta al cambio, se trabajó mucho con los jóvenes, se les dio apertura, se buscó el modo de que ellos participen, darle entrada a otros grupos, a otros movimientos, eso significó un desafío y creo que hoy por hoy, a tres años, puedo decir que estamos poniendo las bases de una proyección de una comunidad viva, que quiere salir adelante.
Es claro que hemos recibido el fruto del trabajo de otros sacerdotes que estuvieron antes y la Iglesia es así… mañana me iré yo, vendrá otro, y el mundo continúa, no termina ni empieza en nosotros, entonces nosotros sabemos que venimos con un espíritu de servicio, como aquel que viene sumarse y a entregar lo mejor de si…

-A sumar para que después otros utilicen todo lo bueno que se deja…

-Efectivamente, y es una cadena, por eso creo que en líneas generales en estos veinte años de sacerdocio, hay una gran riqueza afectiva con la gente, de volver a valorar mucho el tema de las familias, de trabajar con los colegios, de saber entender que la problemática que vive hoy la familia es la problemática que tenemos en la vida parroquial y que tenemos que saber darle una palabra de aliento, saber el modo de poner paño frío ante las situaciones difíciles, pero esa es nuestra misión, no tenemos que asustarnos sino confiar en aquel que nos llamó, que es Jesús, y Él es el que nos anima y nos alienta en esta misión.

La entrevista fue más de lo que hubiera pretendido. El “Padre Jorge” es el tipazo que aparenta ser con su imagen simple y de hombre como uno.

Entrevista: Salvador Hassan / LIBRES Noticias - TODOLIBRES


Martes, 10 de julio de 2012
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