FUTBOL LOCAL
Llegó el momento clave para Guillermo en Boca
El mazazo que le propinó River a Boca en la Bombonera presagiaba una semana complicada para el entrenador Guillermo Barros Schelotto, con movidas intensas dentro y fuera de los límites del mundo "xeneize".
Pero la desestabilización emocional que sacude al DT y sus colaboradores parece más fuerte de lo imaginado.
Las críticas por la pésima planificación del superclásico (que habían comenzado a escucharse y leerse antes del lapidario 1-3) parecen llevar al ex exitoso delantero de Boca a un pantano del que no sabe cómo salir. Y de acuerdo con el equipo que pondría mañana en la cancha, confunde los tiempos y los equipos a enfrentar.
Así, un mediocampo sin marca, sin sacrificio y sin la menor idea de cómo frenar la superioridad táctica y estratégica del equipo que dirige Marcelo Gallardo, dejó ante su público en la Bombonera una imagen pobre y desteñida, al igual que todo el equipo.
Era contra el creciente poderío millonario, un equipo sólido, veloz y contundente, cuando había que poner marca, quite, recuperación y temple, eso que aporta Wilmar Barrios, más el despliegue y buen pie que Jara mostraba en Estudiantes. Ese día había que mostrar un trabajo previo que indicara seriedad y compromiso.
No fue así. El desamparo de Gago, la confusión posicional de Pablo Pérez y el enigma de juego que representó Bentancur cada vez que fue titular, fueron la puerta de entrada abierta de par en par que River aprovechó como pocas veces se vio en el superclásico.
La tarde del desastre que puede costarle a Boca un campeonato que punteaba con comodidad seis fechas atrás, sin embargo, parece que ha dejado todo tan desordenado que el Mellizo propone los cambios a destiempo y cuando el rival a enfrentar es bien distinto a River: Newell's carece de la vocación ofensiva "millonaria", tiene jugadores menos hábiles y no requiere a priori de un medio batallador como el que el DT pondría mañana.
Jara, Barrios, Gago y Pérez eran los que deberían haber jugado contra River, y eso no es algo que se diga con el diario del lunes. Columnas de opinión escritas y dichas en diversos medios, más esa especie de café virtual permanente que son las redes sociales, así lo testimoniaron en la previa. Todo el mundo Boca tenía las alarmas encendidas antes de ese partido crucial. Todos menos Guillermo Barros Schelotto.
El DT xeneize insiste puertas adentro que su esquema 4-3-3 no se negocia y que Boca es un equipo de ataque y ofensiva contundentes. Los números no dicen eso: desde la inesperada derrota como local ante Talleres, Boca ganó siempre por escasa diferencia y no le pudo ganar a Patronato en su cancha ni a Rafaela (uno de los candidatos a descender) de visitante, y tampoco le pudo hacer un gol a Estudiantes, el partido en el cual sacó del equipo a Barrios, el más parejo y destacado en lo que va del semestre.
Es decir que Boca no tiene una ofensiva contundente como para que su cuerpo técnico piense en que no importa que le hagan goles por su propio equipo hará uno o dos más que el rival. Sólo en lo últimos partidos de Carlos Tevez en el equipo, cuando su liderazgo y temperamento contagioso llevaron a Boca a ganarle en fila a San Lorenzo, Racing, River y Colón, se vio ese poderío. Sin Tevez, Boca es un barco a la deriva en lo relacionado con un liderazgo que sume.
Si Guillermo quiso transmitir la idea de que es capaz de cambiar en un momento crítico, lo que está mostrando hoy es que peligra un campeonato que pocos dudaban sería para el equipo de la Ribera. Y cuando tiene que crecer en ofensiva, para enfrentar a un conjunto como el rosarino que es menos poderoso que River, en lugar de jugarse con el pibe Gonzalo Maroni para generar fútbol y recuperar confianza, pone un mediocampo de marca que habla más de los temores que de un optimismo muchas veces infundado.
Sábado, 20 de mayo de 2017
.jpeg)
