Néstor Acuña entrevistado por sitio de la capital correntina
Momarandu entrevistó al pianista Néstor Acuña uno de los
artistas del festival del Chamamé. Néstor Acuña es uno de los pianistas que en la primera noche de esta nueva edición de la Fiesta Nacional del Chamamé tuvo su espacio para realizar un encuentro a solas con el piano.
(Por María Laura Riba, momarandu.com)
Su música de raíz chamamecera se entrelaza con sonidos que tienen “otro vuelo”, como le contará a momarandu.com en una entrevista Criado en un ambiente musical, fue inevitable que la música se le anidara en el alma. Pero a él, específicamente, las alas le nacieron en las manos y se hizo pianista y luego acordeonista, porque el chamamé es la raíz más fuerte de sus composiciones.
Nació en Paso de los Libres pero vivió muchos años en Buenos Aires, cuando Teresa Parodi lo instó a iniciarse en el acordeón para que tocara con ella; estuvo acompañándola durante cinco años. Pero además, ha compartido escenario con Mercedes Sosa, con Cuty y Roberto Carabajal, con Horacio Guarany, Suna Rocha, Ramona Galarza, entre tantos otros músicos. También ha recorrido Uruguay, Paraguay, Brasil y ha llegado a Austria. .
Momarandu.com dialogó con él en medio de los preparativos que lo tendrían como uno de los protagonistas de la primera noche de la 26 edición de la Fiesta nacional del Chamamé.
MOMARANDU.COM: Cuando se te escucha tocar el piano, si bien se escucha chamamé, también se perciben sonidos distintos, otras cadencias...
NÉSTOR ACUÑA: Yo siempre fui un investigador, un curioso, siempre investigué otros ritmos, otros estilos. Fue durante mi infancia que tuve contacto con la música chamamecera. Y como en ese momento tocaba el piano, yo tenía otro vuelo interpretativo en cuanto a otras músicas, entonces comencé a estudiar y ya me metí en la música clásica, en el neoclasicismo, en un montón de música que creo que me formaron con las características que tengo hoy, pero siempre tuve la influencia de mi padre en el sentido de amar la música de Corrientes (Acuña es hijo de Ramón ‘El Montaraz’ Acuña y hermano del cantante Ariel Acuña). Desde los 12 años fui convocado para tocar en un grupo de un tío mío en Paso de los Libres y hacíamos música para baile, para fiestas, bien comercial...tocábamos de todo, mucha música brasileña, y a la par estudiaba mi música clásica, así que tenía un encuentro y una formación impresionante porque tocábamos folclore y a la vez estaba con la música de fiestas y seguía con Ariel –hermano- que tocábamos lo que ya tocamos ahora más toda la música latinoamericana. Después de eso me fui a vivir a Buenos Aires y volví al chamamé. Repito: siempre fui un curioso de otras músicas, pero siempre aplicado a mi música.
M.: ¿Leés música o es tu oído absoluto el que te guía? N.A.: Soy músico autodidacta y arranqué tocando de oído. Cuando empecé a tocar música yo ya tocaba de oído cosas muy complejas, tal es así que me costó leer música porque la mente memoriza. Yo tenía que empezar a leer cosas fáciles, pero ya desde la primera leída me acordaba lo que seguía, entonces terminaba por no leer. Al comienzo se me complicó leer música.
M.: Pero sos un músico improvisador, así que imagino que debe costarte ceñirte a una partitura... N.A.: No, no, no...es que se da en estos últimos tiempos que estoy tocando la música que yo escribo, y entonces yo ya escribo lo que se me ocurrió con el vuelo mío, con la impronta mía. Pero obviamente que cuando hay una música pautada es como que hay que limitarse a hacer eso y un músico improvisador como yo, constantemente está cambiando: una versión no es igual a la otra. Por ejemplo, las músicas que yo hago en mi disco, arrancaron siendo cosas escritas, pero al momento de la grabación improvisé algo, entonces luego copié de lo que yo había dejado grabado en el disco. Por ejemplo, ‘Luna Correntina’ que es un solo piano y es toda improvisada.
M.: ¿Cómo hacés para tocar con otros músicos? ¿Cómo hacés para que toquen una composición tuya que nunca es la misma? N.A.: Bueno, yo armo el arreglo de lo que cada instrumento va a tocar, entonces el bajista sabe que tiene que leer lo que yo le escribo. y así voy armando una instrumentación para este grupo.
M.: ¿Cómo creés que es tomada la música que hacés por los chamameceros? N.A.: Obviamente que a la gente muy de campo no le gusta, pero entonces yo le muestro las dos cosas, le muestro lo que le gusta y lo que hago actualmente.
M.: Pero no solo tocás el piano sino el acordeón también, ¿cuándo llega este instrumento a formar parte de tu música? N.A.: El acordeón vino mucho después, cuando yo ya tenía 22 años. Y fue una locura de Teresa Parodi que me dijo: “Vos tenés que tocar el acordeón y quiero que toques conmigo.” Y así me decidí: en tres días tuve que aprenderme cuatro temas y ahí me largué al ruedo...un poco intrépido, pero estoy muy contento de tocar este instrumento, no me puedo quejar.
M.: Incluso tenés una peculiaridad al interpretar: vos tocás el piano y en muchas piezas, te enganchás el acordeón y tocás ambos instrumentos prácticamente juntos, ¿cómo es el paso del piano al acordeón y viceversa, en segundos? N.A. Hasta yo me pregunto cómo el cerebro humano funciona, porque el acordeón tiene las teclas mucho más chicas y yo en segundos paso del piano al acordeón y al revés. Puedo tocar sin mirar el acordeón y puedo tocar sin mirar el piano. Y cómo es la mente, ¿no?, que en cuestión de segundos adapta esa distancia de las teclas.
M.: ¿Cómo surgió la idea de tocar de esta manera en tus actuaciones? N.A.: Tocar el acordeón de esta manera surgió por enriquecer los grupos que yo estaba tocando. Cuando somos tanta gente en un grupo a veces resulta muy costoso tocar, entonces cierta vez faltaba el pianista así que dije: “Y bueno, lo toco yo todo, a ver qué pasa.” Así empecé a practicar mis propios temas, incluso algunos grabé con esa intención: donde toco el acordeón, no está el piano; donde está el piano, no toco el acordeón. En vivo toco los dos instrumentos juntos.
M.: ¿De ese mismo modo tocás en tus giras por el exterior? N.A.: La mayoría de mis giras las hice con piano y acordeón, por ejemplo en Viena (Austria) gustó mucho...está bien que allí no toqué chamamé, fui a tocar otro tipo de música, pero cuando estábamos con músicos locales nos poníamos a tocar chamamé; yo más o menos les pautaba lo que tenían que tocar y quedaban fascinados, les encantaba.
M.: ¿Considerás que tu música es una fusión? N.A.: No, no. Mi música no es una fusión, eso quiero aclararlo. Mi música más bien tiene una cosa propia, tiene la fuerza de la música mesopotámica y no es una fusión porque yo creo que no suena parecida a muchos grupos que directamente suenan jazzero, mi música suena chamamecera, un chamamé con vuelo universal.
M.: ¿Cómo describirías lo que para vos son tus manos? N.A.: Las manos son el modo de expresión de lo que sale del corazón. Es la herramienta fundamental...sin mis manos...bueno...podría escribir, podría dirigir, pero también está lindo tocar el instrumento. El día que me falten mis manos voy a dirigir (Néstor ríe de lo que acaba de decir, de su ocurrencia. Todos sabemos que nunca le faltarán las manos porque siempre habrá un piano que las reclame).
Sábado, 16 de enero de 2016
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